Libres, fuertes como el caracol en libertad, en tempestad

Breve recorrido de un viaje que me dotó de hartas vitaminas… El abajo es la raíz… La insurgencia del caracol Miré a las cabras comiendo de las montañas tierra mojada, de ahí brotaban pequeñísimas hierbas y parece que entre rocas y humedad también nacía la esperanza

Libres, fuertes como el caracol en libertad, en tempestad

Autor: Wari

Breve recorrido de un viaje que me dotó de hartas vitaminas…

El abajo es la raíz…

La insurgencia del caracol

Miré a las cabras comiendo de las montañas tierra mojada, de ahí brotaban pequeñísimas hierbas y parece que entre rocas y humedad también nacía la esperanza. Entiendo que las grietas dan alimento para construir otro tipo de fisuras y colectivamente dotar al poder caracol de fuerza creativa que germina no sólo en la resistencia sino en los mundos posibles.

Veintidós horas de viaje (desde el Distrito Federal, México) para llegar a uno de los múltiples corazones zapatistas que, desde hace diez años se llaman caracoles, en el 2013 tocó a la comunidad de Oventic la fiesta grande y recibir a los miles de celebrantes (resistencia y rebeldía por la humanidad) en los altos de Chiapas; en los altos de la dignidad y con la claridad de que los hombres y mujeres de maíz nos enseñan desde la humildad, tanto, tanto…

Teníamos hambre, muchísima y no nos sonrieron ni las naranjas exprimidas o las jícamas picantes ni nuestros cuerpos molidos. Cuatro niños participan en el autobús. ¡Qué maravilla de energía! Jugaron, se compartieron, hicieron migas infantiles y sus madres y padres sin decirlo también nos enseñaron que otra educación es posible (2).

Una brisa chillona que después se convirtió en torrente nos recibió. Algunos fuimos a un auditorio (el Emiliano Zapata) decorado con pedacitos de pino y techo acogedor, y otrxs sin más tuvieron al bosque abierto como su guarida, el espacio abrazador para alrededor de tres mil personas que acompañaron ese latir de la tierra, de por sí poderoso, pero ahora también solidario.

Y sin más abrimos los brazos y pies, no solo para los reencuentros, sorpresas y abrazos sino para no caer, el camino era amplio y con muchísimas piedras, los tropezones no faltaron, el lodo se transpiraba entre todo este tiempo distinto, de caminar no rápido, sino fuerte y claro, conciso y macizo, tal y como el zapatismo lo hace desde 1994 (y desde muchísimo antes), pues quienes creyeron que el silencio es desaparición, ahora no sabrán que decir desde las otras palabras dichas del 21 de diciembre con la marcha precisamente silenciosa de miles de insurgentes y bases de apoyo por las calles de San Cristóbal y todas las iniciativas para celebrar los diez años de autonomía y toda la democracia directa y radical a través de los caracoles y con el trabajo de la escuelita que está ahora muy en activo con 1.700 compas que andan de día y noche, de arriba y abajo con pozol y cafecito aprehendiendo de una nueva lógica de organización, que nos enseñan que se trata de un paso y aliento largo y que para vivir, la memoria y las proclamas no bastan, sino la acción concreta que se traduce en democracia, libertad y justicia, que ellos ya construyen, sin necesidad de salir en la tele, las redes sociales o el quedar bien con tal o cual izquierda, sino con un accionar político que es cotidiano, como dice el Nicolás Falcoff cuando “…ya no tenemos nada que perder y todo por cambiar” ellos cambian, y nosotrxs este 9 y 10 de agosto miramos, participamos y ojala siempre ojala no nos quedemos ahí, sino desde los mares de asfalto también luchemos nuestras batallas diarias, organizadas desde la singularidad y por supuesto la complejidad de lo colectivo.

La lluvia y las cooperativas hicieron su “agosto” en ambos casos, fue una solidaridad sin fronteras. El agua marcó el ritmo de la caminata con plásticos al viento. Después de un arduo camino se nos compartió pozol, arroz con leche, chalupas, hasta churros y plátanos con lechera. Y ¡Qué decir del preparado especial de pizzas con epazote y hongos, el platillo especial insurgente (ni modo, especista) de conejo en mole; a muchxs vi disfrutarlo con fervor revolucionario!

El viernes 9 de agosto en la noche el micrófono fue un bastón compartido por presentadores, insurgentes, la palabra del comandante David, los compas de “los originales de San Andrés” y muchísimos grupos nacionales e internacionales. El compa desafinado, pero con mucho entusiasmo. Se hicieron presentes: raperos, hip hop disidente, y hasta poemas de lágrima abierta para que después, a las 7 de la mañana del día siguiente el baile siguiera. El meneo va para largo, y con alegría se dice que así se hace gobierno autónomo. Aún retumba con ojos mojados el himno zapatista, uno de los momentos icónicos de la noche.

Para el sábado la mayoría tenían mucho frío y la reuma juvenil (inusitado para muchos de los asistentes, para otrxs dicho síndrome de dolor regional nos afecta ya bien seguido) que hizo su aparición entre el desvelo, la plática y más lluvia. Pero eso no mermó ningún entusiasmo, un café zapatista bien calientito todo lo alivia. Los ojos sonrientes que sobresalen de los pasamontañas y muchos partidos de básquet y vólibol nos recibieron. Mientras los equipos disputaban la pelota con las entre líneas la voz de Galeano retumbaba con aquello de… “Ganamos, perdimos, igual nos divertimos» (3), mientras tanto, la música seguía, el chipi chipi también. Los niñxs jugando a las correteadas nos hablaron de otras resistencias. Recuerdo con claridad una lección grandota: Venían de las letrinas dos mujeres tomadas de la mano entre chistes y rezongos, hablaban de las dificultades para caminar, del clima, los baños, del frío, del bosque hosco, la lejanía, la lentitud, mientras tanto a su lado corrían otras dos mujeres, niñas e indígenas, sin zapatos y con vestidos ligeros, que decían –después me lo tradujeron- sobre lo divertido de la lluvia y del correr.

No faltó la denuncia, la voces varias en tzotzil, tzeltal y poquito de castilla (castellano) hablaron contra la falacia esa de la Cruzada Nacional Contra el Hambre que es un claro puñetazo de contrainsurgencia. Se habló también de las traiciones, las paradojas del Internet y hasta en los bailables donde hubo ská y corridos se sonaron otros modos de hacer un trabajo de ya basta. Y por cierto, el baile siguió, siguió…

Despertamos y correteados ya que a las seis de la mañana los autobuses vuelan para San Cristóbal y de ahí, muchos regresan a su destino de origen, pero otros, los más (¡Ohh suertudotes!) se acomodan y esperan su turno para ya comenzar la escuelita. ¡Ah! eso sí, de nuevo la música no faltó y un maratón de nueve horas lo dejaron claro. Hubo muchas participaciones pero no sólo en el auditorio del Cidesi, sino en toda la labor autogestiva de los medios libres, las manos cooperativas de aquí y de allá, que hacían piruetas de logística, que tomaban otra vez café, que construían manifiestos no de lucha, sino de semillas y otras geografías.

No cabe duda, abajo y a la izquierda. Con esto me alimento, con esto mi ternura se renueva de risas, crítica y reflexión.

Regresé con mucha información sobre las juntas de buen gobierno, entendí el desafío en Veracruz del tumín como nueva moneda autogestiva y que desnuda el hiperrealismo de la economía, escuché muchas voces conscientes, muchos sonideros contra la represión, educación autónoma en Latinoamérica y poder caracol. Hasta compartí ideas feministas sobre el cuerpo libre y el poliamor.

Yo no escuché el grito de zapata pero sí el de las montañas que con humildad nos cuestionan, nos preguntan: Y ustedes que hablan del silencio del zapatismo de su aparente desaparición les preguntamos ¿Dónde están cuando los presxs políticos siguen poblando esos lugares horribles que al gobierno le encanta convertir en destino de rebeldía? ¿Dónde estamos mientras privatizan Pemex, los políticos se congracian repartiéndose favores, multiplicando miserias, injusticias? ¿Dónde estamos ante tantas asesinadas en Juárez, Chiapas, Estado de México, Morelos, moradoras de un cuerpo de mujer que parece el botín de guerra del poderoso? ¿Dónde están con las acciones concretas, pequeñas pero cotidianas de exigir y apropiarte de la palabra y la libertad? ¿Dónde está tu resistencia, tu transgresión ante la intolerancia, la discriminación, la exclusión toda? ¿Dónde pues tu voz y camino propio? ¿Esperamos otra vez a que los zapatistas nos convoquen, Marcos hable y una nueva declaración nos dote de camino, de fondo con forma? ¿Qué hacemos para contra informar, informarnos y desde otros lugares construir? En medio del desencanto, la fatiga, el sin sentido que esta sociedad nos quiere colocar desde todos sus medios, es momento de responderlas.

Rebeldía en espiral.

NOTAS 

1) Tomo el título de este documento de una canción de Nicolás Falcoff y la Insurgencia del Caracol llamada Takiukum.

2) Así llegamos al caracol, un chileno muy platicador me compartió de los trabajos en sus lares, parvadas de muchachas jóvenes que ansiosas querían vivir lo que tanto gritan en las calles, y el rostro del EZLN no tiene sólo pasamontañas sino acción creativa y estamos por vivirla.

3) Eduardo Galeano en el libro «El Fútbol, a sol y sombra».

Por Diana Marina Neri Arriaga

libertariayfeminista.blogspot.com

Fotografías de Javier Islas y Diana Neri

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