Leonardo Buitrago
Francisco Marín
Malos tratos, violencia verbal, económica y física, son parte del infierno que Magaly García denuncia haber tenido que soportar durante los más de siete años que convivió con el millonario empresario Alberto Avayú, copropietario del holding Indumotora S.A.
Los antecedentes que respaldan su acusación hacen que ésta aparezca como verosímil.
En junio de 2018 la víctima interpuso una querella criminal en el 7° Juzgado de Garantía de Santiago, en contra del citado empresario, por el delito de lesiones graves en contexto de violencia intrafamiliar. Dos años después no ha habido avances en las investigaciones, ni mucho menos se ha hecho justicia.
De acuerdo con el relato de Magaly, expresado en un manuscrito al que tuvimos acceso, ambos se conocieron entre 2004 y 2005 en una fiesta de amigos comunes cuando ella tenía 27 años y Avayú unos 50. Posteriormente fueron saliendo hasta que la relación se tornó en noviazgo.
A raíz de que en 2010 comenzaron a convivir, el empresario compró un lujoso apartamento frente al Parque Forestal.
Fue en ese periodo que -según la víctima- Avayú se fue tornando en extremo controlador y violento.
“Me exigió que, si iba a estar con él, yo debía renunciar a todo, se refería a que tenía que renunciar al mundo en general. Como yo lo amaba, acepté. Desde ese entonces todo lo manejaba él: mis cuentas, mis gastos personales, mi tiempo, lo que debía hacer y no hacer. Al mismo tiempo recibía una mesada de $600.000 mil pesos mensuales que me entregaba él, por medio de un cheque o por medio de su contador”, declaró a El Ciudadano Magaly.
Ella, al acoger sus condiciones, liquidó una pequeña empresa de transportes de mercaderías y dejó de trabajar.
Violencia, alcohol y drogas
Conforme pasaba el tiempo la relación se fue volviendo violenta, incluyendo el abuso del consumo de alcohol y drogas.
“Después de un tiempo la relación empezó a cambiar, (él) se empezó a drogar más y a beber más alcohol (…) a mí me exigía que lo acompañase a todas estas cosas. Si él quería seguir drogándose me obligaba a que también lo hiciera. Así podían pasar días y noches en las que si él no descansaba yo tampoco podía. Él me fue alejando más y más de mi familia (…) Con el tiempo la relación comenzó a ser más y más violenta, nos colocábamos a hablar tranquilamente y él de la nada empezaba a gritarme, hasta que me lanzaba una cachetada para que yo no hablara nada y seguía gritándome, haciendo escándalo. Yo me asustaba muchísimo y no decía nada, sólo intentaba volver a mi casa, pero no me dejaba regresar. Sólo (podía ir) cuando él lo decidía, pero solo por un rato y tenía que volver”, explicó.
Magaly García tenía un departamento a una cuadra del de Avayú.
En su testimonio, Magaly relató que la convivencia fue empeorando, a la par que los episodios de violencia y escándalos se sucedían con más frecuencia. Por lo mismo, Carabineros se presentó en el domicilio que ambos compartían, en varias ocasiones.
“Muchas veces por los escándalos que se formaban llegaron Carabineros, pero él simplemente no les abría la puerta o les decía que nada pasaba, de hecho una vez, bueno … varias veces, llamé a mi mamá pidiendo auxilio y mi mamá llegó con Carabineros y no pudieron hacer nada ya que él rompió la chapa de la puerta para no poder salir, quedándonos encerrados, así también me pedía decir que estábamos bien y que se fueran”, explicó.
Brutal golpiza
El episodio más violento ocurrió -según Magaly -el 7 de noviembre de 2014, cuando el empresario le propinó diversos golpes de puño en el rostro y golpes de pie en varias partes del cuerpo. Asimismo, se le abalanzó encima y la inmovilizó para continuar con la golpiza, la que tuvo como peor resultado una fractura de mandíbula en dos partes.
“El viernes 7 de noviembre del año 2014 yo me levanto alrededor de las 10:00 horas de la mañana, habiendo podido descansar, el seguía medio ebrio de la noche anterior, yo pude salir, para ir a pagar las cuentas de mi casa y apenas salí para hacer mis trámites empezó a llamarme insistentemente (…) me pide que por favor regrese, ya que (supuestamente) se había caído y se había cortado con un vaso. Lógico que me devolví para ayudarlo. Cuando llego me abren las dos asesoras del hogar, que ya habían llegado, me dirijo a la habitación y efectivamente estaba todo ensangrentado, me pongo a preguntarle que le había sucedido y en eso se me tira encima a golpearme de patadas y puños. Tratando de defenderme me tira al suelo de espaldas tratando de ahorcarme y yo al imponerme con mis manos puso sus rodillas sobre mis hombros dejándome inmóvil y así con una gran furia empezó a darme de puño limpio en mis rostro con tanta fuerza que me estaba destruyendo mi rostro a puros combos de puño…”
La víctima dice que ella gritaba pidiendo socorro. “Las nanas que se encontraban en la casa trataban de abrir la puerta pero no podían ya que él la había cerrado con llave y una de ellas -que estaba embarazada- fue la que tiró la puerta a patadas para poder lograr sacarlo de encima de mí y dejar que me siguiera golpeando”.
Magaly narra que ella trataba de escapar “toda ensangrentada”: “con la mandíbula fracturada en dos partes pude correr mientras que él les gritaba a sus empleadas que cerraran las puertas para que yo no pudiera salir, pero así y todo pude escapar, me fui corriendo hacia mi departamento y ahí me quedé llorando y con mi cara destrozada. No sabía qué hacer, estaba muy asustada y con mucha vergüenza, no creía que algo así me pudiera estar sucediendo”, relató Magaly.
Posterior a la agresión, la mujer indicó que pudo comunicarse con la madre de Alberto Avayú, quien -según ella- le suplicó que no denunciara a su hijo por ningún motivo, para proteger a la familia y sus empresas de un escándalo de este tipo.
Así que fue llevada a la Clínica Las Condes en Santiago donde se le diagnosticó “fractura cóndilo mandibular izquierdo, contusiones faciales y contusión de ambos brazos”. Asimismo, la descripción del informe médico refiere que “fue agredida por su pareja recibiendo golpes de puños en la cara y extremidades superiores”.
De acuerdo con el relato de Magaly, la operación por las fracturas en la mandíbula fue pagada en su totalidad por Alberto Avayú, mientras que la familia del empresario se comprometió a apoyarla económicamente, a cambio de su silencio.
“La operación la pagó al contado y su valor fueron 22 millones de pesos y él y su familia quedaron de protegerme por siempre. Su madre, la señora Fanny Guiloff y su padre Don José Avayú, me agradecieron por no haber denunciado, y así se comprometieron a nunca abandonarme económicamente. Así seguimos estando juntos, pero igual seguían las discusiones y los maltratos, insultos, etc”, explicó.
La relación continuó por tres años más hasta 2017, y luego de la ruptura Magaly cayó en estado de depresión, debido las secuelas físicas y psicológicas de los abusos.
“El deterioro tanto mental como físico me produjo una gran depresión, al mismo tiempo su abandono de la noche a la mañana, me dejó de brazos cruzados”. La familia de Avayú también dejó de apoyarla económicamente.
“De tanta depresión caí en un gran alcoholismo… nadie de su familia quiso ayudarme, todos hicieron oídos sordos”, relató.
Sin rastros de justicia
Este caso no ha tenido mayores avances en materia de Justicia, dado el aparentemente deficiente accionar de la Unidad de Violencia de Género de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte.
Jonathan Ramírez, abogado de Magaly, definió la repuesta de la Fiscala como “lenta y reticente”.
En declaraciones a El Ciudadano explicó que entre las trabas impuestas al proceso se encuentran el rechazo de diligencias “y otras que simplemente no se hicieron, como entrevistas a testigos”.
De hecho, indicó que la Fiscalía “ha rechazado citar a la testigo presencial (la nana) que salvó a Magaly de la golpiza”.
Al referirse al proceso de investigación, el abogado -que fue jefe de estudios de la Defensoría Penal Pública (DPP)- explicó que “la primera fiscal (Marcela González Goye), tuvo que pedir a la PDI la orden de investigar hasta 4 veces”, porque la PDI no entregaba el resultado de la investigación, ni siquiera tenía los antecedentes clínicos y testimonios del personal de la clínica”.
Después de esa diligencia, la Fiscalía no hizo nada más relevante. Ni siquiera se contactó con la testigo clave pese a que el abogado Ramírez les dio su número de teléfono.
El Ciudadano se contactó vía correo electrónico con la fiscal Paula Rojas -que actualmente lidera esta casa- pero ésta no contestó nuestro requerimiento.
Este medio también se contactó -vía Whatsapp- con el renombrado e influyente abogado Luis Hermosilla -defensor de a Avayú-, con el fin de conocer la versión que tiene éste de los hechos. No obtuvimos respuesta.
Según el abogado Ramírez, la Fiscalía “está tratando de cerrar el caso a cualquier costo. Incluso prevaricando y forzando la Ley, lo que queda demostrado cuando se le reconoce (al imputado) una colaboración sustancial en el esclarecimiento de los hechos, siendo que, en realidad, la única vez que compareció, guardó silencio respecto de la acusación. Lo mismo hicieron sus familiares”, planteó.
El jurista también relevó que los padres, tíos y hermanos de Alberto Avayú le habrían pedido expresamente a Magaly que nunca denunciara.
“A ella el imputado y su familia le pasó por más de tres años dinero para que no denunciara”, afirmó.
El abogado aseguró también que su representada no declinará de su denuncia dadas las graves secuelas de la golpiza.
“Esto es un tema abierto, pues la víctima quedó con una placa -que le deforma la cara- que debería cambiar durante su vida en al menos 2 operaciones más”, explicó, al tiempo que afirmó que agotarán todas las vías judiciales nacionales e internacionales, si es necesario, para obtener justicia.