Camila Ríos tiene 33 años, es una chica normal, disfruta de la moda y como casi cualquier joven de su edad utiliza piercing en su nariz y se tiñe el cabello; también le gusta mucho andar en bicicleta -su actividad favorita-, así como ir al río que está muy cerca de su hogar.
Cami participa de dos colectivos medioambientales, le gusta ir a las marchas, pega lienzos, es frontal, tiene un pensamiento político y no soporta las injusticias del Chile neoliberal.
Quizás sea justamente eso lo que molestó a los uniformados que intentaron mutilarla el 19 de octubre de 2019, cuando un piquete de carabineros sitió el lugar donde se manifestaba junto a sus vecinos / as en la carretera 5 Sur de Paine con calle Darío Pavez.
Paine, sector de donde es Camila, es una comuna rural al sur de Santiago, un pueblo tranquilo con poco más de 72 mil habitantes; su modo de economía es la agricultura, por lo cual muchas empresas han elegido sus fértiles tierras para operar ahí. Sin embargo, a pesar de la pasividad de sus habitantes, Paine tiene el mayor número -en relación con su cantidad de habitantes- de ejecutados y desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
“Luego del estallido social, acá siguieron ocurriendo manifestaciones, este es un lugar súper tranquilo y hasta a mí misma me sorprendió que haya habido gente que se organizó y salió a las calles, para mí eso fue como ‘¡Guau por fin vamos despertando!’” –nos cuenta emocionada-.
Meses antes del 19 de octubre, estos mismos vecinos protestaban en el peaje de entrada a Champa:
“Acá hubo dos veces un ataque al peaje de Champa, el cual está en la carretera 5 sur, y hay mucha gente que tiene un descontento porque te cobran por entrar a tu propio pueblo. Luego de eso quedó la embarrada, hubo muchos enfrentamientos, incluso hubo un caso muy bullado que fue artículo del diario The Clinic, de un señor que carabineros lo detuvo por un porte ilegal de bombas Molotov, aunque acá jamás se lanzó una bomba, y el señor estuvo cuatro meses detenido injustamente; lo liberaron por falta de pruebas , y detrás de esa acusación está justo un carabinero que a mí me jode y me hace la vida a cuadritos” -denuncia Camila.
El funcionario en cuestión es el carabinero Juan Aravena.
Luego del estallido social, Camila se trenzó en una discusión con los funcionarios de la Comisaría de Paine, sindicados como los causantes de disparos, detenciones injustificadas y torturas a un amigo y conocidos de Camila. Es en este momento que uno de ellos, Juan Aravena (de la Comisaría de Paine) formularía la primera amenaza directa hacia Camila: “Este señor me apunta, y me dice textualmente: ‘Yo sé quién eres tú, sé dónde vives y sé qué personas son tus hermanos'» (los hermanos son ex funcionarios de carabineros).
«Luego del episodio del encontrón este carabinero fue al trabajo de mi hermana, y se llenó la boca diciéndole que yo lo había escupido, lo que nunca fue; incluso tengo testigos de familiares de los detenidos de aquella noche y de DDHH de Paine. Juan Aravena fue funado públicamente por haber torturado a cuatro chicos de acá”, afirma Camila.
No obstante, la pesadilla de Cami recién estaba comenzando:
“Un día venía caminando, acercándome a mi casa, y veo un auto con vidrios polarizados y algo sentí, y me llamó la atención, dije en ese momento: ‘Qué raro, está fuera de mi casa, es tarde’; abro la puerta y me gritan: ‘¡Andai perseguida hueona!’ y me memoricé la patente y la busqué”, cuenta.
“Luego de eso, en otras oportunidades, nos manifestamos con una amiga de forma pacífica colocando lienzos en alusión a la causa de la revuelta, y ahí nos empezamos a fijar en una camioneta que siempre nos rodeaba, incluso en la plaza, y ya un día afuera de mi casa, me hizo ruido, busqué la patente y me llevé la sorpresa; decía: Logística de Carabineros de Chile. De hecho, la Fiscalía tiene conocimiento de esto porque tengo pruebas y se las envié, sabemos que son ellos”, declara Camila.
“Otro día, también colocando un lienzo, pasó la misma camioneta de los civiles, bajó el vidrio y no sé si sacó fotos o nos grabó pero pasó con el teléfono apuntándonos”.
“Otra vez, andando en bicicleta, los pacos de la tenencia de Champa en su camioneta, aceleraron y se pusieron a un metro de distancia al lado mío, empujándome de la bici; yo sentí temor”, relata.
Camila solía usar una bicicleta mini de los años 80; nunca más la pudo utilizar.
La joven está angustiada y siente que corre peligro su vida y la de su familia, razón por la cual nos brinda esta entrevista.
“Un día mi mamá estaba en un cajero automático, que está dentro de la Tenencia ; Juan Aravena habló con ella y le dijo que donde yo lo veía a él lo increpaba, y que ya para la próxima me iba a llevar detenida. Yo soy mayor de edad y él sabe lo que hace, se acerca a mi mamá y hermana para cagarme la cabeza a mí para que yo desista de la querella”, explica Camila.
“Hay otro uniformado que se llama Felipe Saavedra, él también siempre se burla de mí, con Juan Aravena me han dicho: ‘Tápate un ojo poh, tápate un ojo ahora’, burlándose de mi lesión porque yo sé que ellos tienen conocimiento de esto, obvio”-sentencia Camila.
“Ahora, el 24 de diciembre, una familiar mía sacó fotografías de publicaciones mías de Instagram y se las envió a los pacos, y uno de ellos, que se llama Giancarlo Aguilera Tiznado, de la tenencia de Champa, se las envió a mi hermana y le dijeron ‘Mira lo que hizo tu hermana’«, recuerda Camila.
Cuando Camila lo descubrió rondando su casa de civil, lo enfrentó directamente, lo cual descolocó a Aguilera y éste le respondió que “se había sentido ofendido por la fotografía”, aun cuando este carabinero ni siquiera aparecía en la foto.
“Este sujeto terminó increpándome y parándome el dedo de al medio; cuando le dije si me conocía y por qué me perseguía me dijo: “No, cállate hueona”. Felipe Saavedra me tiró el auto encima; en fin se fueron y alcancé a sacarle un par de fotos más. La verdad es que estoy chata de que se metan conmigo y con mi familia”, manifestó Camila.
Auto que manejaba el cabo Felipe Saavedra y con el cual ronda la casa de Camila para acosarla.
Con estos autos rodean la casa de Camila y amedrentan a su familia.
La situación de Camila adquiere cada vez más gravedad y la actitud matonesca de los funcionarios no cesa. En una ocasión hubo una discusión familiar en su casa, y un furgón de Carabineros que rondaba su barrio llegó a su vivienda; sin escuchar su versión ni leer sus derechos, la detuvieron y la golpearon dentro de la Comisaría, dejándola con múltiples hematomas.
“Me agredieron física y verbalmente, podría estar todo el día diciendo todo lo que me dijeron, todas las groserías, nunca me leyeron mis derechos, no tuve derecho a una llamada telefónica, no me dejaron ir al baño, todo el tiempo fueron insultos y solo a mí. Al otro día, yo fui a constatar lesiones de manera particular y ese papel también lo tiene la Fiscalía como prueba”, nos relata.
“Tuvieron un trato denigrante solo conmigo; luego de liberar a las demás personas involucradas en la discusión, me dejaron solo a mí en el calabozo, me soltaron después de las 12 de la noche, luego de eso tuve una entrevista con el teniente de acá -estuve dos horas y media conversando-, su conclusión fue que ‘Yo soy un punto blanco’; textualmente me dijo: ‘Mira, te voy a decir algo; si nosotros salimos a hacer ronda y vemos a un grupo en la plaza, y en ese grupo estas tú, a ti te vamos a hacer control de identidad’.
“Le pregunte porqué, y se dio un par de vueltas y me dijo: “Es que tú, por tus tatuajes, tu ropa, tu pelo”, y yo le respondí: ‘Los grandes delincuentes visten terno y corbata, como ustedes por ejemplo’.»
“A mí lo que me da miedo es andar en la calle y que estos pacos me paren y disfracen un simple control de identidad, y me carguen y me acusen de algo que no es, porque acá en Chile los pacos son así, y es su palabra contra la mía, por eso decidí hacer público mi caso con la Coordinadora, porque son ellos o soy yo», concluye.
Por ahora Camila y su familia esperan que la Fiscalía de conocimiento al Ministerio Público por apremios ilegítimos y pretenden lograr una orden de alejamiento para estos funcionarios.
“Yo pido que se disuelva Carabineros, que borren hasta su nombre, que haya justicia y reparación para todas las víctimas y que, por favor, les hagan exámenes sicológicos a sus funcionarios”, expresa Camila.
Por D. Alcaino