Por Claudia Monasterio y Sebastián Meza (en Panguipulli).
La furia de cientos de personas se había hecho sentir la tarde y noche anterior en Panguipulli. El repudio al actuar desproporcionado de carabineros dejó como consecuencias la Municipalidad y oficinas públicas del pueblo convertidas en escombros. «Eran lugares que olían a dictadura», sentenció una ex habitante de Panguipulli que admiraba el desolador escenario de la otrora turística ciudad.
Desde la mañana del sábado 6 -el día después- se comenzaron a reunir los amigos más cercanos de Francisco Martínez, “Pancho”, a metros del lugar donde fue asesinado. Impotencia, rabia y tristeza eran los sentimientos predominantes.
«A Francisco lo van a traer de Valdivia (SML). Nosotros éramos su familia y lo estamos esperando para despedirlo», comentó Yarela, comerciante de la playa grande y amiga cercana del malabarista. Al pasar las horas el lugar se llenó de artistas callejeros, turistas, vecinos, artesanos y gente humilde que lo conoció.
Francisco Martínez Romero había llegado al pueblo hace más de tres años. Era conocido y querido por todos, un joven bueno, pobre, diferente, que cargaba «el pedido» de los campesinos que llegaban a comprar al supermercado local. Lo recuerdan alimentando a los perritos de la calle.
Nunca se involucró en problemas
Desde octubre de 2019 participó de las asambleas autoconvocadas.
Sus cercanos desmintieron que tuviera antecedentes y un prontuario policial, como en redes sociales se mencionó, no obstante, nos comentan que este carabinero (Juan González Iturra) lo habría acosado en otras oportunidades y que todos y principalmente éste sabían que sus utensilios eran inofensivos.
Yarela recuerda con tristeza que Pancho tuvo una infancia muy dura: pasó por hogares de acogida y que, a pesar de eso, era un joven resiliente y trabajador: «no se dejó vencer por su suerte». Cuenta que siempre fue muy respetuoso con la gente y el medio ambiente.
Yarela recuerda que horas antes de morir pasó a su puesto en la playa. Le dejó su bolsito con verduras: «él era vegano, era especial yo y mi marido cocinábamos sus recetas, aún tengo sus cositas en mi puesto» comenta con profunda tristeza.