Nueva Zelanda luce con orgullo uno de los parlamentos más diversos e inclusivos del mundo, destacó un reportaje del diario español La Vanguardia.
La nota señala que entre su bancada, compuesta a partes casi iguales por hombres y mujeres, hay personas del colectivo LGBTI (un 11%), de origen maorí (un 21%), isleños del Pacífico (un 8,3%) o de ascendencia asiática (un 7%).
Tanta variedad chirría con las estrictas normas de etiqueta de la Cámara, que desde la era británica exige a los varones llevar siempre corbata. La regla no gusta a todos y, tras la cruzada emprendida esta semana por un legislador maorí contra esta “soga colonial”, esta semana por fin fue retirada.
El diputado en cuestión es Rawiri Waititi, colíder del Partido Maorí(centro-izquierda), que esta semana se presentó en el Parlamento mostrando un colgante tradicional, llamado heitiki , en lugar de la prescriptiva corbata.
Durante la sesión, mantuvo un acalorado debate con el presidente de la Cámara, Trevor Mallard, por su desafío a las normas de vestimenta.
Finalmente, tras serle cortado dos veces su turno de palabra, fue expulsado de la sala. “No se trata de las corbatas, sino de la identidad cultural, compañero”, espetó al enfilar la salida.
Al día siguiente, Waititi dijo que no estaba sorprendido por la actitud del presidente, ya que los nativos se han enfrentado a comportamientos similares durante cientos de años.
“Me quité la corbata colonial como señal de que sigue colonizando, asfixiando y reprimiendo los derechos de los maoríes”, escribió en un artículo de opinión en el diario The New Zealand Herald .
Como otras poblaciones indígenas de la región, los maoríes de Nueva Zelanda pasaron terribles penurias bajo el yugo colonial –en su caso británico–, que los masacró, esclavizó, explotó sus recursos y les privó de honrar sus tradiciones.
En los últimos tiempos, las autoridades han optado por un enfoque asertivo con el que tratar de revertir las desigualdades creadas tras décadas de explotación.
Gracias a ello, los maoríes cuentan con una mayor representación en las instituciones y su lengua, prohibida durante mucho tiempo, está experimentando una suerte de renacimiento, por lo que ya no es inusual verla en señales bilingües, escucharla en retransmisiones públicas o que cada vez más jóvenes se animen a estudiarla. Aún así, todavía dista mucho de alcanzar la igualdad deseada.
En las prisiones, los maoríes suponen el 50% de los reclusos, a pesar de representar solo el 15% de la población total.
La mayoría de menores bajo tutela estatal pertenecen a esta minoría, en la que también abundan las situaciones de pobreza y desempleo.
Cuestionados por tatuajes de rostros
Cuando en noviembre la primera ministra, Jacinda Ardern, eligió a la maorí Nanaia Mahuta para la cartera de Exteriores, la autora conservadora Olivia Pearson criticó su tatuaje facial sagrado –el moko kauae – por inapropiado para una diplomática.
“Es el colmo de la fea e incivilizada libertad”, aseveró, unas palabras que provocaron una airada reacción en su contra.
El requisito de que los hombres vistan corbata en el Parlamento data de cuando el territorio era colonia del Reino Unido, donde esta prenda dejó de ser obligatoria –con su dosis de polémica incluida– en el 2017.
El presidente Mallard, miembro del Partido Laborista de Ardern, ya se mostró en el pasado partidario de acabar con una costumbre que, dijo, personalmente detesta. Pero tras una reciente consulta con miembros de la Cámara, aseguró que no había suficiente apoyo para la modificación de la norma.
Sin embargo, la amplia repercusión del reciente incidente parece haber propiciado el cambio. Ayer, Waititi volvió a acudir al pleno luciendo el mismo atuendo por el que fue expulsado el día anterior, pero en esta ocasión se le dejó intervenir sin ponerle impedimentos.
Más tarde, tras la reunión de un comité, Mallard anunció que la corbata pasa a ser optativa. “Creo que la mayoría de los miembros varones todavía la usarán, pero la idea de que sea obligatoria es algo que vive un poco en el pasado”, aclaró.
Por su parte, Waititi se mostró satisfecho con el desenlace: “Esto siempre trató sobre la subyugación y la asimilación que los maoríes hemos tenido que afrontar durante los últimos 181 años (…) Es una victoria para las generaciones futuras”.