Pintor Manel Pujol: «Soy el laboratorio de un alquimista, que transforma y produce una lectura distinta, que es mi pintura»

El artista relata su experiencia creativa y confiesa cómo fue su relación de trabajo con artistas como Dali y Joan Miró

Pintor Manel Pujol: «Soy el laboratorio de un alquimista, que transforma y produce una lectura distinta, que es mi pintura»

Autor: Sofia Belandria

El pintor Manel Pujol Baladas, quien trabajó con los tres artistas españoles consagrados del siglo XX, Joan Miró (1893-1993), Pablo Picasso (1881-1973) y Salvador Dalí (1904-1989), relata su admiración formativa por los dos primeros, su difícil ruptura con el tercero, y el surgimiento de su obra resultado de su propia alquimia.

Muchos años de trabajo le permitieron «cortar el cordón umbilical» sin desangrase: Pujol explica que su pintura no es una ruptura, sino un prolongado proceso creativo.

Es el tránsito «del arte figurativo traducido al surrealismo, pasando después por el realismo mágico, y poco a poco evolucionando en buscando mi ser interior», señala.

Sinestesia creativa

El artista catalán distingue entre pintores que solamente pintan y artistas que se expresan en forma polivalente: «No solo se expresan en artes visuales, sino en la literatura, las artes plásticas, la música, y muchas otras manifestaciones, es la sinestesia entre las artes».

Pujol relata que antes pintaba del exterior al interior: lo que veía lo transportaba a través de una análisis en una plástica.

Ahora lo hace al revés, y pinta del interior al exterior: «Uno pinta de sus emociones, de sus sensaciones».

Los sentimientos que trasmiten las artes son las sensaciones espirituales que abren paso a sus obras.La música, la poesía y las artes son las fuentes nutricionales que lo alimentan, aunque también se alimentan de la sociedad, conceptos, amigos, y cosas vividas, explica sobre su proceso creativo actual.

«Soy el laboratorio de un alquimista, que transforma y produce una lectura distinta, que es mi pintura», sintetiza.

Para llegar a este punto, buscó liberarse de la práctica de «pintar hacia el exterior», para buscarse a sí mismo.

«En el fondo, si me deja ser un poco vanidoso, mi éxito es encontrarme a mí mismo y establecer mi propio lenguaje, con la libertad de una artista, de expresar cómo ve las cosas y cómo las vive», explica con vehemencia Pujol.

El pintor español Manel Pujol Baladas - Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
© Foto : Gerardo Magallón

Para lograrlo tuvo que cortar las referencias de escuela, de taller, de práctica y de oficio, para encontrarse con sus vivencias y aportar su arte.

Raíces surrealistas

«Tuve la suerte de conocer a Picasso y trabajar algún tiempo con él; Miró fue también mi padrino desde muy jovencito», recuerda acera de sus primeros años.

Tuvo la suerte que no todo el mundo tiene.»Esas experiencias te van formando, no solo las escuelas y técnicas que uno va pasando en Bellas Artes, sino las más importantes que te abren los ojos, para ver otras cosas», confiesa.

Obra del pintor español Manel Pujol Baladas - Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
© Foto : Manel Pujol

La triada Miró, Picasso y Dalí las explica con las propias anécdotas de su experiencia formativa.

«Con Dalí, lo mío fue trabajo, punto. Yo trabajaba, pintaba, y él terminaba la obra, le daba los puntos de luz y las firmaba, fue una relación contractual en la que aprendí muchas cosas» sintetiza.

Así se estilaba en los talleres de arte, desde la Antigüedad hasta principios del siglo XX, cuando los pintores impresionistas salieron a la calle.»Llegué al mundo de Dalí porque un fotógrafo dijo que yo dibujaba muy bien, y tanto Dalí como Gala (su esposa) dijeron: ‘Que venga Manel, queremos conocerlo’, y viva la vida», sonríe.

Miró, Picasso y Dalí

Con Miró su relación fue distinta, porque lo conocía desde joven, «un artista analítico, que estudiaba mucho más el espacio».Su conocimiento de la obra expresionista de Vasili Kandinsky (Moscú 1866-1944) «le ayuda muchísimo, porque abrió las puertas a la abstracción, no solo teórica, me enseñó que un punto negro pequeño puede pesar más que una masa de amarillo grande».

Obra del pintor español Manel Pujol Baladas - Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
© Foto : Manel Pujol

Miró «fue como un padre», que le enseñó el valor del negro en primer plano, que da profundidad a toda la obra.

Sin embargo, el segundo de la triada lo marcó: «Quise mucho más a Picasso, por muchas otras razones, por conceptos de vida por afrontarla con dignidad y ser fiel a sus criterios y no cambiarse de camisa cada vez que viento soplara en otra dirección».

Considera a Picasso como un ser «más visceral, pintaba con el corazón, y el cerebro servía para organizarlo, pero se pintaba de pasión y necesidad».

Obra del pintor español Manel Pujol Baladas - Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
© Foto : Manel Pujol

Con Dalí la relación fue profesional, «y sería una mentira decir que nunca lo quise, no sería justo», admite sobre el maestro que lo contrató a su taller, «como se hacía en el Renacimiento y el Barroco».

Con él aprendió técnicas de perspectivas, veladuras, ambientes, crear una atmósfera.

En contraste, «Picasso era la libertad creativa, el impulso la vehemencia la pasión, mientras que Miró es la reflexión, que no evita la pasión, porque uno se debe dejar ir con la pasión».

Obra del pintor español Manel Pujol Baladas - Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
© Foto : Manel Pujol

Pujol conoció a Dalí a sus 20 años, a Picasso un poco antes, y lo volvió a ver en 1971 y 1972, antes de su muerte en 1973.

Mientras que Miró fue más permanente en su vida, porque Pujol estuvo en la misma galería Gaspar de Barcelona, en la que exponían Miró y Picasso, mientras Dalí tenía su propio foro.

Disputa jurídica con Dalí

Algunas obras de Manel están ahora en casas de arte de todo el mundo atribuidas a Dalí. Son trabajos que «en muchas obras hubo participación mía», afirma el artista.

Invitado a una gira por los museos de EE.UU., encontró que los expertos no reconocían al padre verdadero de las obras, sino la firma de Dalí.

Sin embargo, «no quería ni quiero perjudicar su obra por vanidad mía, respeto su legado», subraya.Tras profundas investigaciones y embarazosos litigios, una sentencia inapelable demostró que su versión del proceso creativo era cierta.

Pujol había dejado sus huellas digitales en las obras, firmadas después por Dalí para salir al mercado de arte, y en 1994 ganó todos los juicios.Años después, hasta la Casa Real española le compraba su obra y realizaba las ilustraciones de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

No demanda derechos financieros: «No quiero reclamar nada, solo quiero ser pintor, demostrar tranquilo que he dicho la verdad». Desde 1997, Pujol reside en México.

Cortesía de Víctor Flores García Sputnik


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