Algunas razas de cerdos poseen un notable nivel de flexibilidad mental y de aprendizaje, como para jugar videojuegos, según reveló una nueva investigación de la Universidad de Pensilvania, informó el diario La Vanguardia.
El estudio evaluó la capacidad de cuatro cerdos para jugar a un videojuego simple con joystick o control de mando. Todos los animales demostraron cierta comprensión conceptual a pesar de su destreza limitada en tareas que normalmente se asignan a primates para analizar la inteligencia.
De acuerdo con los resultados publicados en Frontiers in Psychology, la investigación se llevó a cabo con dos cerdos de Yorkshire llamados Hamlet y Omelette, y dos minicerdos llamados Panepinto, Ebony e Ivory. Los cuatro animales fueron entrenados para usar un joystick con sus hocicos frente a un monitor de una computadora durante la primera fase del experimento.
Luego se les enseñó a jugar a un videojuego sencillo donde el objetivo era mover un cursor con el joystick hasta unas paredes.
Los cuatro cerdos fueron capaces de realizar la tarea con una habilidad que sorprendió a los autores de la investigación. Esta destreza y aprendizaje de una tarea compleja indica que el animal entendió que el movimiento del joystick estaba conectado al cursor en la pantalla de la computadora.
«No es poca cosa para un animal comprender el concepto de que el comportamiento que está realizando está teniendo un efecto en otros lugares. Que los cerdos puedan hacer esto en cualquier grado debería hacernos pensar sobre qué más son capaces de aprender”, explica Candace Croney, autora principal de la investigación y profesora de la Universidad de Purdue y directora del Centro Purdue de Ciencias del Bienestar Animal (EEUU).
Antes de este estudio ya se sabía que los cerdos eran capaces de adquirir varios tipos de aprendizaje, desde seguir órdenes básicas de obediencia como «ven» y «sentate», hasta comportamientos más complejos que les obligan a cambiar de comportamiento cuando cambian las reglas del juego.
En el estudio actual, el equipo utilizó la comida para enseñar y reforzar comportamientos, pero también descubrió que el contacto social podía influir de forma positiva en su persistencia. Por ejemplo, cuando la máquina que dispensaba golosinas no funcionaba, los cerdos continuaban dando respuestas correctas si se les ofrecía estímulos verbales y táctiles. Y solo el estímulo verbal pareció ayudar a los animales durante las tareas más complejas.
«Este tipo de estudio es importante porque, al igual que con cualquier ser sensible, la forma en que interactuamos con los cerdos y lo que les hacemos les afecta y les importa», asegura Croney.
«Por lo tanto, tenemos la obligación ética de comprender cómo los cerdos adquieren información y qué son capaces de aprender y recordar, porque en última instancia tiene implicaciones sobre cómo perciben sus interacciones con nosotros y su entorno».
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