Pese al sordo silencio de los grandes medios y del Gobierno, las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas tras el estallido social del 18 de octubre, se abren paso en la agenda nacional e internacional, siendo cada vez más probable que el máximo responsable de haberlas ordenado, el jefe de Estado Sebastián Piñera, sea castigado por sus crímenes.
Mientras eso ocurre, la memoria de sus víctimas y el testimonio de sus familiares se abre paso como homenaje a sus luchas y a sus vidas injustamente apagadas.
En ese contexto, El Ciudadano da a conocer aspectos íntimos y desconocidos de la vida y la muerte del ecuatoriano avecindado en Chile, Romario Veloz, asesinado por militares el mismo día que Piñera declaró la “guerra” al pueblo de Chile.
El paso del tiempo, en vez de borrar el recuerdo de esta víctima del terrorismo de Estado, ha agigantado su figura. Acá el estremecedor testimonio de su pareja Francesca Escudero, quien, junto a la pequeña hija de ambos, Maite (6), vive el duelo, mientras busca justicia.
Romario Veloz vivía desde los nueve años en Chile, habiéndose radicado originalmente en La Serena, Región de Coquimbo, junto a su madre. Cuando una bala terminó con su vida, él tenía 26 años, estudiaba ingeniería civil en Inacap y su gran pasión -además de su familia- era el Hip Hop. De hecho tenía una banda: Black Dement.
Su gran sentido del humor y la conciencia que despertaban sus letras, lo hizo muy querido entre los habitantes de La Serena y Coquimbo, especialmente en su barrio Villa Azul.
“Cantaba en las calles y en las micros y así parábamos la olla”, como recuerda Francesca, en diálogo con El Ciudadano.
El joven músico tenía una hermosa familia conformada por su madre Mery, su pequeña hija Maite y Francesca Escudero, su pareja.
Romario Veloz fue asesinado la tarde del 20 de octubre de 2019 a metros del Mall Plaza de La Serena, por efectivos del Ejército de Chile. El crimen fue perpetrado mientras la víctima participaba de una manifestación pacífica que fue repelida -sin ninguna justificación- con ráfagas de balas.
El responsable de la orden de abrir fuego contra los manifestantes fue el capitán José Faúndez Sepúlveda, quien se encuentra en la actualidad cumpliendo prisión preventiva en el Regimiento Arica de dicha ciudad. No ha sido dado de baja por su institución.
El caso fue catalogado como “homicidio simple”, a pesar de haber sido ejecutado por efectivos del Estado. Romario fallecería a las 19:04 horas de aquel día, fuera del horario de toque de queda (que comenzaba a las 20:00 horas) y sin ninguna justificación que explique el crimen.
Seis horas después que Romario fuera asesinado, el presidente Sebastián Piñera -rodeado de militares, en la Guarnición de Santiago– declaraba la guerra al pueblo de Chile: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite…».
LA LLAMADA QUE NO LLEGÓ…
La madre de Romario Veloz se enteró de la muerte de su hijo por televisión, la misma noche de ocurrida. Del cuerpo tirado que vio, reconoció sus zapatillas. En el registro audiovisual se ve a un grupo de personas tratando de auxiliar a un joven que ha sido herido por una bala militar. Instantes antes habían caído Rolando Robledo y César Véliz quienes, a la postre, lograrían sortear la muerte.
Se observa también cómo un pelotón del Ejército avanza abriendo ráfagas de fuego que durarían cerca de cuatro minutos. Testigos denuncian que aun cuando ya se divisaban personas heridas, los efectivos continuaron disparando y lanzando granadas, obstaculizando el rescate.
EL ASESINATO
Romario va con las manos en los bolsillos, a paso rápido, trata de pasar desapercibido. Intenta sobrevivir al terror desatado por las fuerzas armadas, mantiene la compostura…
Él debe haber sabido que era un blanco posible: Carabineros lo hostigaba desde que comenzó a impartir su rap en las calles y a decir sus verdades… pero esto no lo detuvo. El joven cantante tenía una afición por el humor negro y lo utilizaba no solo en los constantes controles y hostigamientos de Carabineros, sino que en la vida cotidiana como una forma de resistir al racismo.
“Yo con él conocí el racismo en Chile, a mí me impresionaba su forma de tomarlo, porque no sé… a él le decían ‘negro mono’ que era como lo típico que el chileno le dice a un negrito, y él se reía (…). Él caía bien en todos lados. En mi familia todos lo querían porque siempre se tomaba las cosas con humor y se molestaba a sí mismo”, relata Francesca, en un lapsus de alegría que ilumina su rostro y nos hace sonreír… pareciera que estuviera justo frente a él.
Y agrega: “A veces nos sacábamos una foto o estábamos en lugares oscuros y él siempre salía con la talla: ‘pucha, tengo que sonreír para verme’ o ‘menos mal que vine de blanco si no, no me hubiese visto’. Él usaba el humor consigo mismo y con la gente y eso lo utilizaba en las batallas de freestyle y nos hacía reír mucho”.
Pero la tarde del 20 de octubre, no pasó desapercibido ni se hizo transparente, ni su humor salvó su vida; una bala en la zona de la clavícula lo impactó de frente y lo lanzó al suelo, se desangró durante horas sin que ningún funcionario del Ejército prestará auxilio.
En la manifestación se encontraba el doctor Carlos Soto. Al momento de ser abatido Romario, el profesional estaba ayudando al herido Rolando Robledo. No obstante, intentó con todas sus fuerzas salvar también a Romario. No fue posible: el joven sería levantado y llevado en una camioneta particular al Hospital San Pablo, de Coquimbo.
LA FAMILIA ACUSA CRIMEN DE ODIO Y RACISMO
Cuando la mamá de Romario Veloz se presentó en el Hospital San Pablo, se encontró con la sorpresa de que había sido ingresado como NN. Funcionarios del Servicio Médico Legal (SML) argumentaron que no traía consigo sus documentos, pero Francesca indica que “Romario siempre andaba con su carnet porque sabía lo que era la discriminación policial”.
Complementa sus dichos: “Él siempre era hostigado por Carabineros. Por ejemplo, si ellos llegaban a hacer control de identidad, al único que le revisaban, hasta los calzoncillos, era al negrito. Lo molestaban solo porque era negro, no porque él hiciera algo, porque él estaba en la casa conmigo, no hacía nada.”
AMENAZAS DE “PATRIA Y LIBERTAD”
Cuando Romario llevaba un mes de fallecido, Mery, su mamá, puso una animita en el lugar donde murió. A los días, ésta apareció quebrada. El mismo atentado se repitió tres veces hasta destruirla por completo, razón por la que su familia tuvo que rehacerla.
“Ese es el único lugar donde Maite puede ir a dejarle flores a su papá y llegaba y encontraba la animita rota. Ella quedaba arrodillada, como queriendo decir ‘¿qué pasa?, ¿por qué le hacen esto a mi papá?’. Ella es una niñita, no entiende”, señala Francesca.
Francesca y su familia jamás habían escuchado de ‘Patria y Libertad’, menos aún sabían que el símbolo de la “Araña” pretende emular a una esvástica nazi. En el último atentado dejaron panfletos con las leyendas: “Esto es sin llorar” y “Los vamos a quemar vivos”.
“Yo fui con mi abogada -recuerda Francesca- a poner la denuncia; salió hasta en la prensa. Hicimos la querella y nunca se llegó a nada. Hay una niña de por medio, con un daño psicológico irreparable, para que más encima estos huevones vengan y hagan y deshagan con lo único que nos queda de Romario, que es velarlo en el lugar donde falleció”.
SALVÓ A SU HIJA
Para Francesca, contarle a su hija de cinco años que su padre murió, fue uno de los dolores más grande que tuvo que afrontar:
“El tema de contarle a Maite lo que pasó fue horrible. Yo la miraba jugando tan feliz y pensaba: ‘¿Cómo le explico a la persona que más amo que su papá murió?’. Le voy a romper su corazón y ella está feliz, pero tenía que hacerlo porque ella también tenía derecho a despedirse de su papá y saber la verdad, sino iba a sentir que quedó abandonada. Entonces me arranqué todo un día de ella, porque de verdad no quería contarle. Tuve que armarme de fuerzas… la tomé en bracitos, me la llevé a la pieza con mi mamá y mi papá y le contamos. Le dije que su papá se había ido al cielo. Lo más triste es que le oculté la razón de la muerte, porque ella era muy chiquitita para saber algo tan fuerte; aún me pesa…”.
Romario y Francesca eran vecinos del barrio, y, aunque no compartían la misma sala de clases, habían ido al mismo colegio. Un día se juntaron, se enamoraron y se pusieron a pololear. Tres meses después, Francesca quedó embarazada pero tuvo una pérdida, que les causó gran tristeza y frustración.
En la ecografía le diagnosticaron a Francesca “útero Infantil”, por lo que se suponía que no podía tener hijos. Sin embargo, dos meses después, sin explicación y sorpresivamente, quedó embarazada de Maite. Esto les devolvió la alegría.
Pero nada fue fácil: a los cuatro días de nacida, Maite presentó complicaciones y tuvo un paro respiratorio y se le diagnosticó Amnea del Sueño.
“Cuando a ella le diagnosticaron esto, nosotros como papás quedamos horrorizados… no podíamos dormir tranquilos, porque no sabíamos si nuestra hija despertaría o no. Nos turnábamos para dormir, hasta que nos llegaron las máquinas y así estuvo como hasta los tres años”, recuerda.
“El trabajo lindo que tuvimos con ella -continúa Francesca- fue que conservamos su vida hasta que pudo estar bien y ahora ya está de alta. Esta es la linda historia que me llevó con Romario, porque me ayudó a que su hija pudiera estar viva, a salir de esa enfermedad, y no pasó más de un año y medio y ahora él se fue…”.
Al momento de ocurrir el crimen, Romario y su familia estaban radicados en Antofagasta. No obstante, por razones de trabajo, él se hallaba temporalmente en La Serena.
Tras su muerte, Francesca y su hija se trasladaron a La Serena en busca de justicia.
«A TU PAPÁ LO MATÓ UN MILICO»
El dolor de la pérdida de su papá, ha ocasionado que Maite exprese cambios en su personalidad. Un día, comenzó a discutir con un niño de su escuela y éste le dijo:“Qué, si a tu papá lo mató un milico”; fue la primera vez que la niña supo la verdad.
“De un momento a otro a mi niña me la cambiaron, maduró rápido, habla y opina como si fuera una adulta”, señala.
Mientras realizamos la entrevista, Maite se asoma curiosa por la ventana queriendo escuchar nuestra conversación.
“Nos crían con la idea de que los niños no entienden nada, pero Maite me dijo un día textual: ‘Mamá, nosotras vamos a ir al bosque y tú me vas a contar la verdad de cómo murió mi papá, porque quiero saberlo’. Yo quedé pa’ dentro. Ese día no pude dormir nada, y me decía a mí misma: ‘¿por qué el Gobierno, por qué este sistema nos hace pasar por esto?’”, se lamenta Francesca.
“Maite -que ahora tiene seis años- me ha dicho incluso: ´Mamá, murámonos, vamos, para que estemos los tres juntitos con mi papá. Yo quiero estar en el cielo, para que estemos juntos`”.
Sigue Francesca: “Entonces, díganme: ¿qué puede hacer una mamá ante esto? ¿Quién responde por el daño causado a Maite?, porque yo no puedo responder por esto. No fue culpa mía, el Gobierno fue quien dio la orden para que todo esto sucediera, ellos declararon una guerra, con armas reales, contra un pueblo que se defendió con palos y piedras…”.
RESPONSABILIDADES
El 24 de octubre de 2019 en una entrevista ofrecida al diario El Día, el general del Ejército, Jorge Morales -quien era Jefe de la Defensa Nacional en la Región de Coquimbo, cuando murió Romario- declaró respecto de los asesinatos ocurridos en La Serena-Coquimbo el 20 y el 21 de octubre de 2019 (Kevin Gómez fue asesinado en esta última jornada):
“Creo que tuvimos una capacidad de sobreponernos y una capacidad de resiliencia al más alto nivel. Donde nuestros soldados, y los uniformados en general, tuvieron la capacidad para resistir y mantenerse en una profunda intención de diálogo permanente”.
Ante estas declaraciones, Francesca señala: “lo que él intenta hacer es resguardar su propia imagen y la de su cuartel. Ellos jamás salieron a proteger a la población, lo único que defendieron fue la infraestructura pública y privada matando y dejando gravemente heridas a dos personas en el mismo lugar.”
En dichas declaraciones, Morales argumenta: “Mi temor principal fue que en algún momento la civilidad tomara la justicia por sus manos (…) que los mismos ciudadanos se protegieran sin ningún grado de legalidad y racionalidad. Y no que se fueran contra el Ejército sino contra ellos mismos”, indicó.
Actualmente no existe información que determine quién fue el autor material del homicidio de Romario, sin embargo, el Ejército comunicó a través de una declaración, su apoyo al capitán del Ejército José Faúndez, único formalizado, bajo el argumento de “presunción de inocencia”.
El 15 de septiembre de 2020, fueron citados a la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados, el entonces ministro de Defensa, Mario Desbordes, y el comandante en Jefe del Ejército, Ricardo Martínez, para que dieran una explicación respecto de los citados crímenes, pero no asistieron a la sesión, como tampoco lo hicieron con la solicitud del Senado.
Mery Cortez, denunció que Desbordes se habría negado a dar la orden para realizar un sumario interno en el Regimiento Arica, lo cual ha imposibilitado dar con el responsable del asesinato de Romario Veloz, y anuncia que recurrirá a la Corte Suprema para buscar justicia por su hijo.
Por D. Alcaino