Por Víctor Rojas Farías
Mil ochenta días de cárcel y altas cifras de dinero es lo que solicita la Fundación Juan Luis Martínez debido a transgresiones a la ley de propiedad intelectual en la publicación «Juan Luis Martínez, poeta apocalíptico». La policía de Investigaciones notificó de la querella al propio autor, Jorge Polanco. Un hecho que ha levantado inusitado revuelo provocando numerosas publicaciones en diarios y el ajetreo incesante de las redes sociales literatosas.
El texto fue editado por la Universidad de Valparaíso, y en la reseña –que puede ser encontrada aún en internet pese a que la publicación ha sido retirada- se dice: “En este libro, Jorge Polanco da una mirada a la poesía de Martínez desde la filosofía. Además del ensayo, el lector podrá encontrar una antología de los textos más significativos de Juan Luis Martínez, así como cinco certificados y la bandera chilena, que son parte de su obra (…), y están hechos facsimilarmente para esta edición”.
Alita Martínez –hija del poeta, directiva de la Fundación- sostiene “Acá no hay nada contra Polanco. Nosotros valoramos el trabajo que él hace; es más, el ensayo que hace a mí me parece maravilloso; es un ensayo que es la mitad del libro y la otra es una antología, a la que cambiaron la tipografía, dimensiones gráficas, mezclaron cuatro libros de Juan Luis Martínez, descontextualizando el sentido de las obras. Hicieron un mix a destajo con sus propios decadentes criterios, hicieron una antología de pacotilla..”. La parte antológica es lo que causó la ira de la Fundación, para la cual en las obras visuales del poeta es parte de la obra la dimensión, el lugar que ocupa cada oración en el papel y elementos que en los demás autores parecieran casuales, como el color de las letras e incluso el número de página.
La edición de “(…) Poeta Apocalíptico” corresponde a la reformulación de la tesis doctoral de Polanco, a la que se agregaron diversos elementos editoriales. El libro resultante causó maravillosa impresión a los seguidores de la poesía secreta chilena, por cuanto adquirir las obras de Martínez (valen alrededor de doscientos mil pesos) queda fuera de las posibilidades normales de un lector. El editor de Inubicalistas, Rodrigo Arrollo, cuenta: “Adquirí un ejemplar (…) en doce mil pesos, lo cual creo significativo mencionar más allá de su bajo costo, por varias razones, entre las que a mi juicio habría que destacar dos: la posibilidad de adquirir un trabajo de semejante magnitud a dicho precio y el espíritu editorial que busca difundir y promover el pensamiento. Al momento de buscar otro ejemplar me encuentro con la sorpresa que la librería debía retirar de circulación el libro. Lo que se repite de librería en librería. El mito Martínez, otra vez, supuse. ¿Qué será?”.
El “que será” se explicaba con lo siguiente: el libro había sido retirado de librerías por dictamen judicial. Además de la destrucción de los ejemplares, la Fundación pedía cuatrocientos millones de pesos como indemnización. Alita Martínez explica: “Aquí hay dos demandas. Una es civil, contra la universidad de Valparaíso, y una penal contra todos los que resulten responsables, y quienes individualizan a quienes resultan responsables son el juez y el fiscal; ellos deciden quién tiene responsabilidad”. Al parecer, han decidido que tienen responsabilidad el director de la editorial, Cristian Warnken, el subdirector, el diseñador y el autor, Jorge Polanco. El autor –nervioso- se ha transformado en involuntario centro de un huracán pues los escritores no conciben y rechazan airadamente que se esté dando esta situación. “Yo sólo escribí un texto académico que la Universidad convirtió en libro”, afirmó al El Desconcierto, mientras agregaba que los mismos funcionarios PDI que lo informaron no entendían bien qué había transgredido y cómo era posible que se pidiera cárcel para alguien que permaneció años en su escritorio dedicado al estudio.
El último capítulo de la extraordinaria historia de las ediciones póstumas de Martínez suma trifulca y comentarios a los ya vividos anteriormente: ahora, una directora de la Fundación, Zenaida Suárez ha renunciado con fecha uno de marzo, escribiendo: “Mis acciones están motivadas por la necesidad de resguardar mi nombre y mi propia salud mental. No involucran a nadie y no van contra nadie, pero tampoco son una defensa abierta a nadie”. Una carta rechazando la penalización al autor ha sido firmada por decenas de personas del mundo de la cultura, quienes han cerrado filas en torno a la defensa del autor. Alita Martínez comenta: “Todos los escritores están en mi contra, será porque está Cristian Warknem, no sé, pero no les tengo miedo. (…) Un miembro del directorio acaba de presentar su renuncia porque pertenecer a esta fundación en este momento le hace temer perder pegas en otros lados. No les tengo miedo. Me respalda el mundo del arte”.
Capítulo anterior: La Nueva Novela Anotada
Se ha configurado una obra aparte con las peripecias de los libros póstumos del poeta de Villa Alemana. El capítulo anterior se dio cuando fue publicada La Nueva Novela (obra cumbre de nuestra poesía) con anotaciones manuscritas del autor, en 2017. “La nueva novela –escribe Diego Zúñiga- (…) es un libro hecho de escombros: poemas memorables en verso, problemas matemáticos y físicos, acertijos lingüísticos, collages, recortes de enciclopedias, textos –muchos de ellos citas encubiertas– en prosa y en verso y en más de cinco idiomas, una bandera de papel de arroz, dos anzuelos, un impreso chino original…”. Desde su publicación -1977- causó interés y admiración. Muchos autores y estudiantes cayeron obnubilados ante el remolino vanguardista de Martínez. En 2017 asistió a la presentación (en que habló Jorge Polanco), casi por casualidad, uno de esos ex estudiantes, Ricardo Cárcamo, que experimentó una sorpresa mayúscula: en el texto aparecía su letra manuscrita atribuida al poeta. Según él, en su juventud recibió en préstamo del propio autor La Nueva Novela, edición de 1977, la fotocopió y puso cada hoja en la pared de una de las tres piezas que arrendaba como estudiante de Castellano. Arriba fue poniendo sus apuntes, buscando relaciones, escarbando citas, y luego –cuando el poeta le regaló el libro- transcribió hoja por hoja los escritos de las fotocopias. Y por encargo de Martínez, las volvió a escribir en un libro que le pasó para esos efectos, de la edición 85. Ese es el libro que habría sido reproducido en 2017. En el momento Cárcamo se juntó con la viuda del poeta y un editor viñamarino, y pidió devolver el dinero de las ventas y destruir el resto de la edición. Pero concordaron en un especial pacto de silencio, que incluía no enterar de la verdad al editor y financista del texto, Pedro Montes. Esto era imposible, desde luego. Cuando Cárcamo se reunió con él le dijo: “tú eres abogado, sabes jurídicamente lo que puede significar esto y además eres editor de una obra tremendamente importante donde este tipo de cosas tienen que ser cinco veces chequeado”. Los vaivenes y dimediretes del episodio incluyen una entrevista en La Segunda y una conversación –en que se pasa revista a los distintos aspectos- con Scott Weintraub, el autor de “La Última Broma de Juan Luis Martínez”.
Capítulo anterior al anterior: Poemas del Otro
La Universidad Diego Portales editó –con gran pompa y circunstancia- “Poemas del Otro”, en 2003, una colección de textos que habían sido publicados en diversas partes por el autor y otros que permanecían inéditos. La crítica –Martínez es un autor canónico- parecía entusiasmadísima: el libro no obtuvo reseñas sino ditirambos y se le destinó espacio en todos los medios. Efectivamente los 17 poemas parecían de otro, decían algunos poetas, puesto que utilizaban otros recursos, tendían a la lírica, tenían en el cortado de los versos una entonación y énfasis. Era la visita de la otredad, del desdoblamiento. Pero entusiasmaban menos. Y acá aparece la figura de Scott Weintraub, quien descubre la existencia de un poeta suizo-catalán llamado Juan Luis Martinez (la diferencia de nombre es sólo el acento) cuyo libro Le silence et sa brisure (1976) habría sido conocido y traducido por el poeta chileno y publicado sin explicitar autoría, textos que fueron a dar a Poemas del Otro. En la portada aparece él mismo: “cuando la copia es el original”, es la manida frase utilizada para referirse al recurso, entronizado –entre otros- por Nicanor Parra en “Poemas para Combatir la Calvicie”, donde la sección “Yo me sé tres poemas de memoria” consiste en tres poemas ajenos sin mención de autor y con levísimos cambios “Los de Martínez son libros otros –afirma ahora Ana Luisa Madrigal- lo que ha provocado situaciones como que se caigan por casualidad y algunos lectores piensen que las manchas resultantes son parte de la obra”. Al menos el mismo Polanco cuenta que al serle regalado un libro de Martínez que por error de encuadernación tenía una hoja suelta que cayó al suelo, pensó que aquello era un guiño y se enfrascó en una posibilidad de lectura –siguiendo las pisadas y los números de página- hasta terminar tan implicado que se doctoró con un ensayo sobre el poeta que se definió una vez como “poeta apocalíptico”.
Angustias del otro
Juan Luis Martínez escribía su nombre entre paréntesis y con una raya encima, dando una seña sobre su existencia del autor: de hecho, su obra se compone y nutre del trabajo, pensamiento, fotografías y recursos de diversos autores (o de trabajos de ningún autor, como tierra chilena o certificados de defunción) y hace de ello la poesía. Por otra parte, el trabajo de las fundaciones no es literatura: consiste en general en cautelar un legado y administrar una obra. Y basta recordar el entrevero entre la Fundación Borges y un autor que escribió “El Aleph Engordado», en que utilizó las palabras del cuento en su mismo orden y agregó otras intermedias, para entender que en este caso el amor al arte no da para juegos. Intertextos. Citas. Relaciones. Mientras crecemos mediante el goce estético, uno que ha reflexionado profundamente los mismos temas pasa susto: el autor Jorge Polanco corre peligro real de ir a la cárcel por haber escrito un ensayo sobre un poeta chileno y haberlo entregado a una editorial para su publicación?