Desde Peñalolén, la dirigenta del Movimiento de Pobladoras en Lucha y una de las referentas nacionales de la defensa del derecho a la la vivienda y la ciudad, Natalia Garrido, conversó sobre las perspectivas de su candidatura constituyente por el Distrito 11 y las tareas del movimiento social para este periodo.
¿Cómo ves una candidatura del movimiento popular en un Distrito como el 11?
NGT: Estamos conscientes que nadamos contra la corriente, pero creemos que el D11 no puede quedar aislado del proceso de transformación nacional, ni menos ser un bastión del mundo viejo. Conocemos mucha gente en estas comunas que salió a la calle en Octubre y también que luego apostó por el Apruebo. En muchas personas de este distrito existe la conciencia que esto no da para más y que debemos hacernos parte de ese grito de ¡ya basta! También aquí, aunque suele olvidarse existe pueblo pobre, existe clase trabajadora, vivimos pobladores y pobladores que hace un tiempo estamos dando forma a una alternativa, una alternativa social y política de vida digna. Lo que estamos construyendo desde las comunidades hoy día es precisamente convertir esa minoría en una mayoría activa que transforme este lado de la ciudad, con compañeras del feminismo comunitario como Daniela Ocaranza y Alicia Cariqueo, del movimiento popular como Guillermo Gonzalez y Lautaro Guanca y líderes comunitarios como Fernando Martínez en La Reina.
¿Porqué como movimiento decidieron participar de este proceso constituyente?
NGT: Se acordó disputar este espacio para que, como nos diría el Che, la constituyente se pinte de pueblo. Se pinte de trabajadoras, de pobladoras, de mujeres. Que tome el color de esa juventud popular. Buscamos llevar la deliberación de los barrios y poblaciones al debate de la nueva Constitución dando la batalla por sentar las bases de un nuevo Estado donde podamos construir igualdad para vivir con dignidad.
Queremos que el movimiento popular llegue a la convención, que dirigentas y luchadoras sociales, así como las ideas y propuestas de la calle lleguen al debate. Pero también es importante que el proceso de movilización y construcción de poder popular no se detenga. Por eso hemos diseñado esta campaña como un gran proceso de alfabetización popular, de alfabetización política que permita seguir avanzando en ese poder propio, ese poder popular constituyente para que todas y todos recuperemos el poder, la soberanía sobre la vida, los territorios y el Estado.
En un libro que compilaste hace algunos años sobre Lucha por la tierra, la vivienda y la ciudad señalabas la idea de “revolucionar la ciudad desde abajo” para lograr una ciudad sin expulsadores ni expulsadas. ¿A qué se refiere esta idea y como se conecta con el proceso constituyente?
NGT: La Dictadura y la Concertación nos dejaron una ciudad neoliberal, una ciudad desigual, una ciudad llena de muros que impiden encontrarnos. Una ciudad que nos arrebata lo poco que tenemos y no nos entrega nada a cambio. No solo nos niega el derecho a la vivienda y el suelo, sino además al transporte, a las áreas verdes, a los espacios públicos, a poder habitar dignamente. Contra esa ciudad nace el movimiento de pobladoras en lucha, como fuerza popular de cambio y unidad social desde los territorios.
Decimos que la pobladora es una nueva sujeta histórica de transformación que tiene la fuerza de emprender un cambio radical desde su propio espacio de vida, es decir en la construcción de la nueva población. Desde ahí pensamos Chile, desde los ojos de esa mujer, desde la mujer pobladora que cuida, que trabaja, que se autoeduca, lucha y se organiza. Creo que en el dolor de esa mujer está la esperanza del mundo nuevo, del nuevo Chile. En las respuestas solidarias de la gente ante el capitalismo y la pandemia están las claves para repensar el país. Y ha sido esa mujer la que viene siendo expulsada de la ciudad hace 200 años, marginada fuera de los muros de la ciudad y también fuera de las fronteras de la política. Por eso decimos que esta ciudad no solo es capitalista, sino también patriarcal. Y eso no se cambiará solo por decreto, claramente será necesaria una Constitución que garantice el derecho a la vivienda digna y la nueva ciudad, pero necesitamos revolucionarla desde abajo con otras economías cooperativas y populares, con otra educación comunitaria, no sexista e intercultural, con otra política, democrática, horizontal, directa y antipatriarcal.