La entrevista al Comandante Ramiro en un canal de TV perteneciente a un poderoso holding mediático mexicano permite entender un nuevo escenario de la información nacional en un mundo globalizado. Algunos medios atribuyen la apertura, en lo que respecta a contenidos y programas informativos de La Red, al olfato periodístico de su actual director ejecutivo, el periodista estadounidense Víctor Gutiérrez. De éste se dice que asume el “riesgo de informar” y dejar descontenta y enfadada a esa opinión pública de derecha que ha sido el pretexto para que los medios informativos tradicionales determinen qué es, o no es información de interés público. En este caso, La Red decidió darle la voz a alguien que tiene oídos receptores en la opinión pública; que por su calidad de protagonista de un tramo de historia política del país es de pertinencia informativa. Pero la pertinencia, en este caso, es posible gracias a un contexto político social de pérdida de legitimidad de los medios de información de la derecha.
Así, de improvisto, las declaraciones del ex frentista Mauricio Hernández Norambuena sólo pueden tomar “sentido” en un Chile que fue sacudido por el acontecimiento intempestivo de masas y ciudadano que fue la Rebelión social del 18/O del 2019. El factor determinante, y que debe preocupar a los ideólogos y a los comunicadores de la derecha chilena, es el cambio en los esquemas de la percepción de la realidad del pueblo chileno. En el hecho que hubo un salto de consciencia que se traduce en la aparición de una capa nueva de subjetividad del receptor, y que esto conlleva una avidez por obtener información que dé cuenta de las fisuras en la hegemonía de la clase dominante y de sus aliados. En que la ideología informativa dominante que define qué es noticia, se trizó. Y en que su versión sesgada de la “libertad de expresión” de tipo “mercurial” se fue al trasto.
De ahí que cualquier medio tradicional que se aventure a satisfacer la demanda informativa en un país en plena crisis institucional se transforma en un jugador en un mercado de la información dónde, sin embargo, sigue siendo el rating/audiencia el factor determinante en el mercado de la información televisiva para definir lo que es “información”. Y, que, por sobretodo, debe tener la cualidad de atraer compra de publicidad por anunciadores. Pues todos los medios privados funcionan con criterios de empresa, por la simple razón de que son empresas periodísticas en un mercado de la información-mercancía, donde la característica esencial es el plus de curiosidad de la información (el anterior director ejecutivo de La Red era el ingeniero comercial José Manuel Larraín).
En el caso del modelo televisivo privado chileno, la situación se dio de manera tal que La Red, propiedad del empresario mexicano Remigio Ángel González, estaba de capa caída en oferta periodística (rating bajo). Y el mérito del responsable de la información fue haber tenido el olfato periodístico y sociológico de dejar pasar información antes vetada por el sistema informativo hegemónico. Esto es posible porque el propietario y controlador del Grupo medial Albavisión quiere que sus ganancias aumenten. El holding mediático mexicano posee 44 estaciones de TV, 52 emisoras de radio, 11 medios escritos y 3 cadenas de cines. La poderosa red mexicana de información está presente en 15 países latinoamericanos. Es evidente entonces que es el medio privado el que determina la oferta noticiosa en un mercado de la información televisiva oligopolístico. Y a un jugador extranjero, los avatares de la política chilena no le influyen. Ni el empresario mexicano ni el periodista responsable de los contenidos de la información de La Red recibirán llamados telefónicos de políticos afines al difunto senador Guzmán, o de otros empresarios mediáticos como Andrónico Luksic (propietario del 13) o de los empresarios Juan Sutil o Bernardo Larraín Matte para susurrarles que no conviene exacerbar pasiones políticas en un contexto político ya difícil para las elites dominantes.
En este escenario de politización ciudadana reciente y de competencia mediática exacerbada por la baja de ganancias publicitarias, lo mejor que ha podido hacer La Red para posicionarse como medio de espacio público ciudadano es instalar el programa de la periodista Mónica González, Poder & Verdad. Y esto debido a las innegables competencias periodísticas de la periodista, quien junto con Alejandra Matus no sólo le están dando sus letras de nobleza al periodismo de combate (término que quizás no les guste a las susodichas) sino que también al periodismo incisivo informativo y de investigación.
Y como no se le puede pedir peras al Olmo, no le pidamos a los medios tradicionales, preocupados del rating que inviten a sus mesas y foros a dirigentes populares con experiencia en los combates sociales cotidianos a expresarse. Para eso están los nuevos programas disponibles en la web, las radios populares y las nuevas formas de comunicación que tendrán que construirse en el nuevo Chile que tendrá que nacer de las luchas populares. No obstante, sectores y grupos populares deben ejercer una presión constante sobre el sistema mediático para mantener el principio democrático del pluralismo informativo en una sociedad agitada por las contradicciones sociales y por las secuelas de 40 años de manipulación mediática y de reinado de algunas vedettes periodísticas.