Felixígula, Minotauro de Guerrero

Con motivo del Día Mundial del Teatro, El Ciudadano México presenta la farsa inédita "Felixígula", que si acusara algún parecido con la realidad no sería culpa de su autor, sino de la realidad misma.

Felixígula, Minotauro de Guerrero

Autor: Daniel Carpinteyro

DRAMATIS PERSONAE

* FELIXÍGULA: Potentado de la industria periodística zurda guerrerense y toro del poder político

* MARÍA DEL SOL FELIXÍGULA: La mano que mueve la cuna La Zurdeada de Guerrero; hija de Felixígula

* RICARDO MONSURREAL. Senador electo por representación proporcional

* COMANDO ARMADO. Gente tranquila

* PORTAVOZ del comando armado. Joven calculador, de pulso inmutable

* MENSAJERO DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL. Que Dios lo guarde

ACTO

Casa de campaña electoral estilo Chilpancingo. Salón de grandes dimensiones con muchos escritorios, computadores y afiches publicitarios de Felixígula en la  pared, así como escenas de la fiesta taurina. Domina el salón un mapa de Guerrero a décuple carta, sobre el que hay colocados tachuelas con cabezas de color marrón. Felixígula departe con Ricardo Monsurreal y María del Sol Felixígula, sentados ante una mesa alargada donde se disponen botellas vacías de cerveza y platos con restos de tostadas de ceviche.

FÉLIXÍGULA: Ahora mero es el invierno de nuestra tristeza. Miren qué glorioso brilla el sol de Chilpancingo. Ya todos los nubarrones que sobrevolaron esta casa de campaña permanecen refundidos en las profundidades del Pacífico.

MARÍA DEL SOL FELIXÍGULA. Qué poético andas, papá. Deberías mandarnos unos sonetos para publicar en la La Zurdeada de Guerrero.

Felixígula y Ricardo Monsurreal dejan escapar una carcajada.

RICARDO MONSURREAL. Nada más prudente que la sana distancia con el periódico de propaganda que dirige uno. Pero no está de más que publiquen de vez en cuando algún tema de poesía, y que contrataran alguna pluma sensible para que escribiera florilegios para acá mi compadre, y que de paso compusiera unas diatribas contra sus enemigos.

FELIXÍGULA. No está mala la idea, hija. Por mientras, no me quites de ahí a ese muchacho, que pergeña compilados de frases culturosas, apelotonadas sin ton ni son pero con títulos pomposos. Y sus odas a la 4T salpimentadas de viñetas históricas son cosa que dignifica mucho nuestro periódico. No podemos olvidar que la mística de nuestro periódico es humanista.

RICARDO MONSURREAL. Y los tratados jurídicos que les manda el Dr. López Alphancourt.

FELIXÍGULA. ¿A poco no? Ese hombre es una lumbrera. ¿Has leído los tratados que nos manda sobre el abuso sexual?

RICARDO MONSURREAL. Ah, caray, esos no.

FELIXÍGULA. Exquisitos, compadre, exquisitos. Ese hombre sí sabe lo que es abuso sexual, las exigencias legales que requiere un incidente para que se le denomine de esa forma. ¡Ahora cualquier nalgada que le regale el patrón a  la subordinada ya lo quieren llamar abuso sexual, caramba! Esos materiales son los que tendrían que estudiar en las reuniones de sus células esas terroristas que vinieron la otra vez a vandalizarnos la fachada de esta casa de campaña.   ¡No hay derecho! ¡No son formas! Me tenían a mi gente aterrada, en peligro completamente mortal. ¡Es violencia, por donde lo vean!

Tocan la puerta y un ujier anuncia:

UJIER: Señor, le buscan. Son  los (haciendo con ambas manos la señal de un arma larga).

FELIXÍGULA. Ah, que pasen, que pasen.

Entra al recinto un grupo de elementos con armas largas pantalones tácticos, botas de combate y cráneos serigrafiados en playeras negras. Al aproximarse a la mesa de Felixígula y compañía, se quitan las gorras. Uno de ellos, el portavoz, no trae playera sino una camisa caqui estilo militar, de cuyo bolsillo sobresale una flor roja:

PORTAVOZ. Buenas tardes a todos. Don Felixígula, ¿se puede?

FELIXÍGULA. Por supuesto, muchachos. ¿Gustan sentarse, una cerveza?

María del Sol y Ricardo Monsurreal palidecen y se miran entre sí, desconcertados.

FELIXÍGULA (a sus acompañantes en la mesa). No se preocupen, hijos. Nada hay que temer de estos muchachos. (Se escuchan ráfagas de armas largas afuera y gritos). Son muchachos emprendedores y en el fondo lo que buscan es hacer… pues, florecer nuestro hermoso estado de Guerrero, aprovechando los temas de la oferta y la demanda. ¿A poco no, muchachos?

El portavoz extrae la flor roja del bolsillo de la camisa táctica, se arrodilla e inserta el tallo en la botella de cerveza de María del Sol.

PORTAVOZ (con voz dulce): Novia del campo, amapola… que estás abierta en el trigo; amapolita, amapola ¿Te quieres casar conmigo?´

El resto del comando emite al unísono un suspiro de ternura.

FELIXÍGULA: ¿No les digo? Chilpancingo es tierra de poetas. Siéntense, muchachos, échense un ceviche con una cervecita.

PORTAVOZ (incorporándose). No, Don Felixígula, ya sabe que siempre traemos prisa. Solo pasamos a saludarle, porque nunca nos olvidamos de usted, y también a decirle que tenemos toda la fe que será usted el gallo que se lleve el premio en junio.

FELIXÍGULA: Muchas gracias, aprecio mucho su gesto. Si todos empujamos para el mismo lado, nos va a ir muy bien, van a ver.

PORTAVOZ. El premio de Guerrero es el premio del tigre, como usted bien sabe. Tenemos grandeza, pero también mucha gente indisciplinada que no quiere empujar para donde se le ordena. Entonces, Don, como le venía diciendo, nosotros nunca lo hemos olvidado. Ahí le encargamos, nada más, que no se olvide de nosotros.

FELIXÍGULA. La gente decente, como todos los aquí reunidos, estamos siempre al pendiente unos de los otros. No tengan, pues, apuro. Solo les encargo, muchachos, que no se les pase tanto la mano, porque hasta en los negocios más complicados, pues hablando se entiende la gente.

PORTAVOZ. Es usted un hombre salomónico, Don Félix. Y es cierto, luego se nos pasa la mano con la gente necia, como en el caso de aquella Policía Investigadora Ministerial, Carime Montserrat, pero es que no no es gusta que se metan con usted.

UJIER. Mi señor, que llega un mensajero del Instituto Nacional Electoral preguntando por usted.

FÉLIX. Que pase.

MENSAJERO. Buenas tardes, señor. Me acredito, soy mensajero del Instituto Na…

FÉLIX. Sí, sí, ¿qué cosa traes?

MENSAJERO. Esta carta urgente. ¿Tendrá su INE a la mano para acreditar su identidad?

FÉLIXÍGULA. ¿Pues no me estás viendo la cara, güey?

PORTAVOZ. (Pateándole el trasero al mensajero): Dale la chingada carta (Corta cartucho). Aquí está la credencial del licenciado.

Felixígula le arrebata la carta, la abre y la lee con expresión contrita.

FELIXÍGULA. ¡El INE me cancela la candidatura!

RICARDO MONSURREAL: ¡Oprobio!

MARÍA DEL SOL: ¡Afrenta!

COMANDO (al unísono). ¡Infamia!

MARÍA DEL SOL (Tirándose a sus pies): ¿Cómo puede el INE anteponer la justicia a esas cinco mujeres supuestamente violentadas por encima de tu ilustre candidatura, desde arriba bendecida, papacito mío?

FÉLIX: No fue por eso.

PORTAVOZ (Clamando al cielo). ¿Cómo se le ocurre al INE traer a colación el asesinato de la policía investigadora Carime Montserrat…?

FELIXÍGULA. No pronuncien ese nombre en mi presencia. Y no, tampoco fue eso.

RICARDO. ¿Entonces?

MENSAJERO. Confiese, Licenciado. Confiéselo como es, con todas sus palabras.

FELIXÍGULA. Se lleva las manos a la cara, emitiendo guturales lamentos.

MENSAJERO. (A todos los presentes, desafiante, señalando a Felixígula). Este… hombre que aquí ven… Hay algo de él que ninguno de ustedes puede imaginar. (Todos suspiran de temor). Este hombre que aquí se desgañita… ¡No reportó al INE sus gastos de precampaña! (alarido coral de horror).

PORTAVOZ. Don Félix, cualquier cosa hubiéramos pasado por alto, pero esto… ahora no sé (lágrimas en los ojos, mirada perdida).También tenemos valores, ¿sabe usted?

MARÍA DEL SOL. Padre mío, ¿por qué nos has abandonado? ¿Sabes lo que esto significa? Ya es casi de madrugada y tendré que despertar a los columnistas para que me preparen mañana una respuesta al INE, y algunos salieron de aquí apenas hace una hora, en estado inconveniente, y temo que me vayan a mandar un maquinazo.

RICARDO MONSURREAL. Pues vamos a tener que impugnar. Pero esto va a requerir presión desde abajo y desde arriba (Extrae un preservativo y lo infla. Luego lo presiona con la base de la botella de cerveza contra la mesa, hasta reventarlo). Sometiéndolo a la prensa adecuada (guiñando un ojo a María del Sol), no hay órgano que no truene.

PORTAVOZ. (Al comando) Por mientras vamos dándole su palita a este caballero (palmeando en la espalda al mensajero) para que empiece a excavar su fosa.

FELIXÍGULA. No cabe duda que somos de tierra caliente. Déjenlo que se regrese, no quiero a la prensa fifí sacando notas de que no encuentran a este mandadero. Aquí se rompió una jerga, gente, así que vámonos cada quién a su casita para que mañana temprano despleguemos estrategia. Que no le rasquen al toro, porque les va a incrustar un cuerno por el ojo. Voy a ser gobernador porque el pueblo de Guerrero así lo quiere y no nos vamos a rajar.

Los comensales brindan antes de dar el último trago a sus cervezas mientras el escuadrón grita «¡Arriba don Felixígula!», lanzando ráfagas al techo.

Telón


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