Trazabilidad: El desplome de la estrategia neoliberal y la apertura a nuevas miradas sanitarias

"Los trabajadores/as de la Seremi de la RM insistimos en que la trazabilidad debía estar gestionada en y con la Atención Primaria, por la cercanía que tienen con la comunidad y conocimiento de su territorio..."

Trazabilidad: El desplome de la estrategia neoliberal y la apertura a  nuevas miradas sanitarias

Autor: Absalón Opazo

Marcia Lara Acuña, presidenta Asociación de Funcionarios/as Seremi Salud RM y directora ANEF

En el Chile de hoy, cada 8 minutos una persona muere a causa del Covid-19. ¿Por qué se llegó a esto?

Sin duda, una causa es la tardía reacción del gobierno en la aplicación de medidas efectivas de control epidémico y, especialmente, el precario índice de trazabilidad alcanzado. Pero, ¿cómo trazar, relacionar o delinear en una sociedad a la que se le han trastocado sus vínculos sociales e institucionales, su tejido social? ¿Cómo no errar en una sociedad donde poco a poco fuimos cambiando la solidaridad por la competitividad, y en donde el Estado, quien en el pasado era el responsable de vincular y proteger a la ciudadanía, fue reemplazado por un modelo basado en el mercado y el lucro?

De acuerdo lo establece sus funciones, son las SEREMIS de Salud, quienes deben abordar el control de las epidemias en su región, con las directrices de MINSAL, es decir, deben liderar este tipo de proceso, que no es lo mismo que centralizar todo el quehacer.

Cuando llega la Pandemia de Sars-CoV2 a Chile, se implementan una serie de estrategias que relegan la Atención Primaria a un segundo lugar, siendo varios los procesos que comenzaron a ser ejecutados exclusivamente por personal de las SEREMIS del país. Los trabajadores/as advertimos la desproporción que existía y las dificultades que esto generaría al ser una institución pública que no tiene una vinculación estrecha con los territorios ni las comunidades.

Además, manifestamos que debido a la política de reducción del Estado y considerando las experiencias vividas en los países de Asia y Europa con la pandemia, no contábamos con el personal necesario para hacer una trazabilidad adecuada.

No obstante, siendo la Región Metropolitana el principal territorio de contagio, el gobierno de Chile decidió enfrentar la pandemia, aplicando la lógica de mercado, poniendo el foco en la administración de la pandemia y no en el control de la misma. Como buenos empresarios, instalaron una ingeniera comercial para gestionar la SEREMI de Salud RM, y se enfocaron en la compra de ventiladores y camas, arrendaron espacios privados para el funcionamiento de un centro de atención telefónica (call center), atendido por 2 mil 700 trazadores/as telefónicos contratados en modalidad código del trabajo hasta el mes de agosto del 2020.

Esta fue la primera señal errónea, pues cuando las/los trabajadores/as públicos y privados dábamos la pelea por la protección de nuestras vidas, y solicitamos que aquellos que no cumplieran labores esenciales las hicieran desde sus casas, la autoridad concentraba un número alto de personas en un espacio donde no se cumplía adecuadamente con los protocolos sanitarios y para una actividad que perfectamente se podía realizar de forma telemática, incluso desde la casa.

Pero sin más, se optó por la variable económica, convirtiéndose la trazabilidad en un negocio redondo para varias empresas. Hecha la instalación de la trazabilidad telefónica, el Ministerio de Salud comenzó a bajar los listados de personas contagiadas, pero con las siguientes problemáticas: no eran listas actualizadas. Con números de teléfonos inexistentes, con nombres errados o falsos. Esto generó que los fiscalizadores en terreno llegaran a casas donde los casos positivos y los contactos estrechos ya no vivían y/o nadie sabía dónde encontrarlos.

Todo esto se tradujo en que las estadísticas no fueran buenas, ya que por cada persona positiva de Covid-19 detectada, sólo se identifican 2,5 contactos estrechos controlados (1:2,5). Corolario deplorable a la gestión de la trazabilidad, si consideramos que la Organización Mundial de la Salud establece que para controlar y bajar las curvas de contagio, lo óptimo es llegar a trazar alrededor 5 contactos estrechos por persona contagiada.

Los trabajadores/as de la Seremi de la RM -con altísimos casos activos internos- insistimos en que la trazabilidad debía estar gestionada en y con la Atención Primaria, por la cercanía que tienen con la comunidad y conocimiento de su territorio, cuestión que después de un año comienza a entenderse. Pero nos encontramos nuevamente con las consecuencias de haber privado de presupuesto al Estado y haber entregado el alma al lucro: el financiamiento desde el Ministerio de Salud se focalizó en la SEREMI, asignando alrededor de sólo un tercio de los recursos a los Municipios. En consecuencia, los profesionales de la atención primaria han tenido que enfrentar la trazabilidad con esfuerzos inhumanos e individuales. 

Así se ha manejado la Pandemia en Chile, salvándonos como podamos, porque desde hace mucho tiempo que las soluciones individuales sacaron del camino una estrategia global, sostenida, eficiente, eficaz, preventiva y de emergencia basada en lo colectivo. La dificultad del modelo neoliberal impuesto por la dictadura cívico-militar no sólo radica en que se trata de un modo de producción y de relaciones económicas, sino de un mundo de relaciones -como dice Pierre Bourdieu- tendiente a poner en cuestión  todas las estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado.

El Sars-CoV-2 ha sido un flagelo mundial, pero hay países que gracias a su tejido social y sentido colectivo han evitado muertes. Países que han actuado con estructuras similares a las que conocemos como la Defensa Civil -que ciertamente no es la chilena- encargada de la protección y de mantener fluidas relaciones de colaboración entre las instituciones, organismos no gubernamentales, comités de expertos, etc. Todos bajo un interés común: la existencia. Una orgánica basada en la emergencia, con un adecuado uso de los medios de comunicación y los mensajes, pero sobre todo, con Cartas Fundamentales que obligan a los Gobiernos poner todos los recursos humanos y materiales al servicio de la salud y la vida.

Para salvarnos del Covid-19 y alcanzar la trazabilidad adecuada, necesitamos un modelo Integral de Salud Familiar y Comunitario, enfatizando en la promoción y prevención de la salud y participación social, que se sustenta en tres pilares irrenunciables: centralidad en las personas, no en el mercado,  Integralidad de la atención, y continuidad del cuidado. Un Modelo alimentado por un territorio organizado, con grupos intermedios conversando entre sí: juntas de vecinos, clubes deportivos, centros de madres, tejido social que nos ayude comunitariamente a trazar, aislar, ayudar, socorrer. Junto a la sistematización y planificación de riesgos, con definiciones de zonas vulnerables, con reconocimiento de lecciones aprendidas, en permanente actualización de los datos.

Para vencer esta catástrofe no necesitamos que se lucre con la pandemia. Necesitamos solidaridad, naturalización del bien común, tejido social comprometido. Y nunca más, sin el pueblo.


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