El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) dijo en una entrevista que no cree que haya razones suficientes para iniciar un proceso de ‘impeachment’ contra el mandatario Jair Bolsonaro.
«El impeachment es una cuestión complicada, cuando el gobierno para de funcionar y el pueblo sale a la calle es cuando se produce un impeachment. No es el caso actual. A mi modo de ver estamos lejos de eso», comentó el ex jefe de Estado. Añadió que espera que el Gobierno sepa reconducir la situación para evitar una destitución del presidente.
«No creo que sea el camino para nuestros problemas. El presidente fue elegido. No le voté, todo el mundo lo sabe, pero de cualquier forma no creo que haya razón para el impeachment, afirmó el expresidente.
Cardoso no descartó que aparezcan más evidencias de delitos de responsabilidad cometidos por Bolsonaro durante la gestión de la pandemia, pero en su opinión es mejor esperar a las elecciones, porque un proceso de destitución «deja marcas» y además probablemente buena parte del país no lo reconocería como legítimo y lo consideraría un «golpe».
Actualmente, en la Cámara de Diputados se acumulan más de 100 peticiones para destituir al presidente, presentadas por la oposición o por representantes de la sociedad civil, con argumentos que van desde la gestión negacionista de la pandemia hasta los continuos ataques verbales a las instituciones democráticas.
Sin embargo, no son llevadas a votación en parte porque el presidente mantiene cierta popularidad, tanto en el parlamento como en la sociedad brasileña.
El expresidente Cardoso también descartó la posibilidad de un golpe, algo que empezó a barajarse después de que unas semanas atrás los comandantes de las Fuerzas Armadas dimitieran en bloque en señal de rechazo a las presiones del presidente.
«No creo que vaya a haber un golpe. No por Bolsonaro, que nunca tuvo mucho amor a la democracia, sino por las instituciones y porque al pueblo le ha gustado la libertad», expresó el líder conservador.En su opinión, las Fuerzas Armadas creen en la Constitución y en la democracia y ese es un pensamiento difícil de cambiar.
«No creo que estemos en vísperas de un golpe ni creo que los militares quieran un golpe, quieren que las cosas funcionen», aseguró.El expresidente tampoco ve con especial preocupación un posible escenario electoral en 2022 en que Bolsonaro no reconozca su derrota en las urnas, tal como hizo Donald Trump (2017-2021) en EE.UU; en su opinión, es algo «poco probable» y habrá una transición de gobierno normal.»No creo que haya una fuerza en Brasil de «ah, como ganó fulano vamos a dar un golpe». No. ¿Quién puede ir contra las urnas? Los militares. No creo que los militares hagan eso. Conozco su sentimiento. En la época en que fueron más autoritarios fue en función del miedo que había en el mundo. Había miedo a la URSS, a Rusia, al comunismo…», expresó.
Dijo también que no descarta votar al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) en las elecciones del año que viene si es la única opción para que no sea reelecto Jair Bolsonaro.
«A Bolsonaro no lo voy a votar nunca porque es de extrema derecha, no está en mi horizonte. Preferiría a alguien más ligado al PSDB [Partido de la Social Democracia Brasileña]. Si no lo hay, entre Lula y Bolsonaro puedo considerar la hipótesis de Lula. ¿Quiero eso? No. ¿Voy a ayudar a que eso ocurra? No. Vamos a intentar una tercera solución», dijo Cardoso.
De momento, la «tercera solución» que buscan el centro y la derecha moderada en Brasil no se ha concretado en una candidatura, aunque se barajan varios nombres, y el escenario apunta a un enfrentamiento entre Bolsonaro y Lula en el segundo turno.
Cardoso no tiene el mismo rechazo al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) que predomina en buena parte de la élite y la derecha brasileña; el expresidente asegura que Lula es un «moderado» y recuerda que siempre respetó las instituciones democráticas, al contrario que el actual mandatario.
«Lula respetó las instituciones. No se le puede acusar de haber roto las reglas. No rompió las reglas. Conozco a Lula desde hace muchos años, de cuando era líder sindical. Es conservador desde el punto de vista jurídico, respeta las reglas», subrayó.
Cardoso se ríe cuando se le pregunta por la posibilidad de que Lula renuncie a su candidatura a la presidencia en favor de otro nombre de la izquierda, o que se postule como número dos, como hizo Cristina Fernández en Argentina.
«Nunca vi a Lula renunciar a nada», dijo.El expresidente agregó que no cierra la puerta a votar a un candidato del PT, pero que aún es pronto para decidirse, porque hay que esperar a la campaña electoral y a la situación del momento.»Lo que sí puedo decir es que no votaré a Bolsonaro (…) No voy a cerrar las puertas a votar a alguien sólo porque es del PT. Sé que el PT en el poder es más moderado de lo que parece. Tiene una retórica fuerte a veces, pero en la práctica van a tener que mirar al pueblo y al crecimiento de Brasil, no se separan esas cosas», dijo.
En todo caso, lamentó que Lula insista en la narrativa de que fue víctima de una persecución judicial para apartarlo del poder, a pesar de que es probable que esta misma semana el Tribunal Supremo Federal confirme que el juez Sérgio Moro, que lo condenó en primera instancia, no actuó de forma imparcial.
«Lula es muy competente políticamente, él intentará decir: «¿lo ven?, ya fui absuelto». No fue absuelto, se anuló el proceso por una cuestión formal», apuntó Cardoso, que cree que el líder de la izquierda brasileña aún debe explicaciones sobre si participó o no en actos de corrupción.Señaló que la derecha moderada de Brasil, cuyo máximo exponente es el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), debe a la sociedad una autocrítica por haber apoyado al actual presidente Jair Bolsonaro.
«Claramente, claramente [la derecha tiene que hacer autocrítica]. Bolsonaro fue elegido porque la mayoría le votó. Yo no le voté, estaba en contra, pero hay una responsabilidad partidaria de quienes apoyaron a Bolsonaro», apuntó.En la segunda vuelta de las elecciones de 2018, que enfrentó a Bolsonaro y a Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores, izquierda) Cardoso votó nulo, pero muchos de sus compañeros de partido respaldaron sin problemas la candidatura del líder ultraderechista e incluso ingresaron a su Gobierno como ministros.El expresidente conservador también indicó que la mayoría de empresarios apoyaron a Bolsonaro y que ahora «algunos están desilusionados», pero añadió que la desilusión que cuenta es la del pueblo: «Cuando el pueblo se cansa, cuando no aguanta más, se complican mucho las cosas», advirtió.
El gobernador del estado de San Pablo, Joao Doria, por ejemplo, fue un entusiasta defensor de la candidatura de Bolsonaro en 2018 y llegó a acuñar el término Bolsodoria en su campaña, atraído por el tirón popular del líder de la extrema derecha.
Ahora es su principal detractor, y le acusa constantemente de su escaso aprecio por la vida en la gestión de la pandemia o sus ataques a la democracia.Para Cardoso, muchos gobernadores, no sólo Doria, creen que Bolsonaro «no corresponde a las aspiraciones de buena parte de Brasil», pero no lo expresan tan claramente porque tienen que mantener cierta «compostura» en las relaciones institucionales con el Gobierno y también porque tienen aspiraciones electorales en 2022 y deben ser cautelosos con la opinión pública.A pesar de que Doria siempre fue visto como el presidenciable más obvio dentro del PSDB, en los últimos meses surgieron otros nombres, como el del gobernador del estado de Rio Grande do Sul (sur), Eduardo Leite, un político joven y desconocido en buena parte de país.
Cardoso dice que todavía no tiene un favorito, y no descarta la posibilidad de que el representante del centro-derecha en las elecciones del año que viene sea el presentador de televisión Luciano Huck, con cuya candidatura se especula desde hace tiempo.Para Cardoso, lo importante es que cualquiera sea el candidato, debe tener la capacidad de dialogar con la gente y cosechar votos.
«Cualquiera de ellos tiene que ser un candidato nacional, salir de la frontera de su estado y ganar el país. O salir de su televisión y ganar el país. Hay tiempo, no mucho, pero aún hay tiempo», dijo el expresidente, que confía en que se consolide una tercera vía para no tener que elegir entre Bolsonaro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).Las elecciones en Brasil están previstas para octubre de 2022.
Aislamiento internacional de Brasil
Asimismo, Cardoso declaró que ve con preocupación el creciente aislamiento de su país, que atribuye sobre todo a una ruptura con su tradición diplomática y a la escasa preocupación por el medio ambiente.
«Veo el aislamiento con preocupación. La política externa de Brasil tiene una tradición de cooperación, no de enemistades. Y nosotros estamos perdiendo terreno en una cosa que es muy importante en el mundo, que es el medio ambiente», dijo Cardoso.
Para muchos analistas, la política ambiental del actual Gobierno, marcada por la falta de respuesta a los incendios y los altos índices de deforestación en la Amazonía, convirtió a Brasil en un paria, cuando pocos años atrás el país tenía un papel protagonista en el mundo en las discusiones sobre medio ambiente y cambio climático.
«Lo que tenemos de importancia en el mundo es porque fuimos capaces de formular una política de protección del medio ambiente y defenderla. ¿Cómo vas a tirar eso por la borda? Es algo realmente criminal, no se puede», lamentó Cardoso.
En su opinión, «puede» suceder que la nueva administración de Joe Biden en EE.UU. ejerza más presión sobre el Gobierno de Jair Bolsonaro para frenar la deforestación, aunque cree que es más importante que los brasileños «se convenzan» de que preservar la Amazonía es importante para el país.
Cardoso también defiende que Bolsonaro «se equivocó» al alinearse tan fuertemente con el Gobierno de Donald Trump en EE.UU., y que la relación de Brasil con países como Rusia o China debe ser «cuanto más próxima mejor».
En este sentido, criticó los prejuicios del anterior ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, artífice de esa nueva política internacional centrada en la alianza con EE.UU, porque también acabó aislando a Brasil de sus vecinos latinoamericanos.
«El canciller no tiene que tener ningún prejuicio. Interés todos los países tienen el suyo, cada uno defiende el suyo. Ahora bien, prejuicio me parece un error. Aún más porque el jefe de la diplomacia debe dar un ejemplo de tolerancia, si no, vamos a la guerra», afirmó.
Araújo era uno de los ministros más polémicos del Gobierno de Bolsonaro, integrante del ala más ideológica del ejecutivo; fue sustituido a finales de marzo por Carlos França, un diplomático de carrera con un perfil más moderado.
Cortesía de Juan Royo Gual Sputnik