Desde finales de 2020 se busca remodelar el Zócalo de Puebla capital. Proyecto para el cual se han destinado 77 mdp, como parte de un presupuesto federal a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y bajo la ejecución del Ayuntamiento de Puebla.
En marzo del presente año se rodeó el Zócalo con bardas blancas para iniciar las obras correspondientes a dicha remodelación, mismas que fueron frenadas a casi un mes por falta de permisos y discrepancias entre los gobiernos estatal y municipal.
Si bien las autoridades no han emitido informes oficiales respecto a qué pasará con estas obras, la duda queda pendiente: ¿por qué elegir el Zócalo y no otras zonas más afectadas que requieren de arreglos mayores? Infraestructura como el de las casas abandonadas y deterioradas del Centro Histórico, por ejemplo.
Apenas el pasado 27 de abril se derrumbó una casa en el Barrio de la luz, dejando a una persona lesionada; un claro ejemplo del riesgo latente que yace en esas construcciones y del cual no hay mayor seguimiento gubernamental.
Carlos Montero Pantoja, arquitecto enfocado en la investigación del patrimonio edificado del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, comenta en una entrevista con El Ciudadano su opinión respecto al proyecto de remodelación del Zócalo (una ejecución municipal que surge con presupuesto e inquietudes federales):
Surge una serie de inconvenientes que tienen las propias administraciones, por ejemplo: no hay un presupuesto para monumentos.
De pronto los responsables, la presidenta municipal o la suplente, o los presidentes anteriores, acudían a la Ciudad de México a negociar algún asunto para proyectos específicos y, por su parte, el gobierno federal tiene sus propios proyectos nacionales.
Tengo entendido que el proyecto del Zócalo es un proyecto de la federación, así como el de Carmelitas y otro en Cholula. Son proyectos del gobierno federal, y claro, cuando no tienen recursos y la federación les dice a los ayuntamientos “Oye voy a ejecutar este proyecto” aunque no sea propio, lo aceptan.
Pero luego tiene inconvenientes. ¿Cómo cuáles? La federación los hace desde la CDMX, con gente contratada allá que quizás no conoce cómo está la situación y entonces ignoran una serie de cosas. Hasta ahora, hasta donde yo sé, ese proyecto tiene problemas de carácter técnico, entre otras cosas, y por eso no se ha ejecutado.
Están corrigendo cosas, están haciendo investigaciones, mismas que debieron haber hecho antes de la propuesta. ¿Y por qué el Zócalo? Ese es un asunto que debería responder la Federación, efectivamente, si pensamos en patrimonio, tenemos San Antonio y el Refugio sumamente deteriorados, y un poco igual en las cercanías de San José.
Si estamos pensando en un proyecto para restaurar, para mantener, para conservar el patrimonio pues deberíamos comenzar por allá.
Entonces eso depende de que los gobiernos tengan acciones que resuelvan o ataquen lo que es urgente en la ciudad. Dentro de lo urgente la cultura casi siempre queda al último.
Mira las calles, están destrozadas, y no ha empezado la lluvia. Tenemos unas calles terribles, y no hay recursos para reparar eso. Casi para nada hay recursos y eso es un problema gravísimo.
La falta de diálogo entre los propios dirigentes se convierte en un conflicto social y de Protección Civil. Y de nuevo la pregunta surge a la superficie: ¿por qué no canalizar estos presupuestos a proyectos que en verdad los necesiten?