En pocas horas, José Gregorio Hernández (1864-1919), conocido por muchos como el médico de los pobres, será reconocido beato por la Iglesia Católica, aunque para muchos venezolanos desde hace varios años es un santo.
Hay quienes dicen que se recuperaron de su enfermedad por él y otros que cuentan haberlo encontrado entre la vida y la muerte. Por todos lados se tejen historias y en cualquier punto cardinal de Caracas es posible hallar al menos un devoto del doctor Hernández, el médico que enfrentó a la gripe española y a la peste bubónica, y que será beatificado en tiempos de pandemia.
«Él me hizo el primer milagro en la maternidad. Cuando tuve una pérdida y me estaba muriendo se apareció en mi cubículo todo vestido de blanco y me dijo «usted no se va a morir». Desde ahí soy devota», dijo a Sputnik Gloria María Sánchez, de 73 años.
SIN TINTES POLÍTICOS
El 13 de junio de 2020, cuando se conoció la noticia de su beatificación, comenzó una celebración constante, que se ha visto acrecentada en el último mes con artistas, músicos y actores expresando su devoción y rindiéndole homenaje en las calles.
Más allá de los católicos, la obra del médico despierta admiración y sus historias, transmitidas de generación en generación, lo han transformado en un ícono de bondad para los venezolanos.
En los últimos años, Venezuela ha vivido diversos episodios de conflictos políticos que han provocado divisiones entre la población, pero cuando se habla de José Gregorio Hernández el tinte político desaparece.
«José Gregorio Hernández es un ícono de los venezolanos y representa la unión de la ciencia y la religión. Es un símbolo de unión que no se puede parcializar hacia ningún lado», dijo a esta agencia Susana Torres.
LA PASTORA
Murales de Hernández aparecen desde que se ingresa a La Pastora, un sector residencial del suroeste de Caracas, donde vivió y en el que también falleció tras ser atropellado en la esquina Cordones, cuando se dirigía a visitar a sus pacientes.
En este lugar, una placa y dos retratos recuerdan su figura: siempre de traje y sombrero. Los negocios de la zona también tienen su nombre, y quienes los dirigen relatan como su presencia los ha hecho crecer.
Eladio Morillo, de 55 años, vende café artesanal y en su honor le puso su nombre a su negocio.
«Yo vendía café en un puesto informal de la esquina, y todos los días le pido a José Gregorio Hernández que me ayude a crecer, a echar para adelante, y así ha sido, poco a poco he crecido y me va muy bien», contó orgulloso de su emprendimiento.
En La Pastora solo basta con tocar la puerta de algún vecino para escuchar historias de los milagros concedidos por el beato, y si algo recuerdan todos en tiempos de covid-19, es que fue precisamente él uno de los médicos que atendió a los afectados por las peores enfermedades de su época.
Tal vez por eso muchos guardan la esperanza de que el médico de los pobres obre el mayor de sus milagros y libre al mundo de la pandemia.
Fuente: Magda Gibelli Sánchez/ Sputnik
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