La segunda vez en que el día del trabajador se desarrolla bajo una estricta cuarentena y toque de queda, bajo estado de excepción constitucional, planteó la necesidad de manifestarse en distintas formas. Las pancartas se comenzaron a tomar las calles desde inicios de la semana que culminó el pasado domingo 2 de Mayo, versaban entre reivindicaciones sociales y frases que piden la renuncia o reclusión del presidente Sebastián Piñera.
4 días antes
En Villa Francia, insigne lugar de lucha popular ubicada en la comuna de estación central, las barricadas y los lienzos aparecieron en la calle 5 de abril, allá por el martes 27 de abril. Inicialmente con presencia de solo algunas y algunos vecinos de las distintas villas. Sin embargo, por más tranquila que se desarrollaba la manifestación, la presencia de Carabineros no dejó a nadie indiferente. Los uniformados acudieron al sector con su carro lanza aguas, lanza gases y un vehículo blindado.
La policía procedió a apagar las barricadas tirando el agua pútrida del guanaco, afortunadamente sin alcanzar personas. La situación no podía quedar ahí, el actuar terrorista del organismo represor principal del gobierno actual les hizo surcar la calle Quemchi, lanzar gases a las casas y por los pasajes perpendiculares a la rúa donde se hace la feria los domingos.
La manifestación que había comenzado a eso de las 20 horas, terminó casi una hora después, a minutos del toque de queda.
A un día
La semana continuó en calma, miércoles y jueves fueron días ajenos a cualquier manifestación, sin embargo, eso se cortó el día 30, el viernes de la semana recién pasada.
La gente en las calles salió a manifestarse conmemorando el día primero de mayo, el día de las y los trabajadores de forma local, en el barrio, donde personas de las distintas villas (Vista Hermosa, Canadá y Francia) entonaron los cánticos y compases de las revueltas populares, recordando tiempos pretéritos, recordando, por concurrencia y emotividad a aquellos meses finales del 2019. «Cárcel para Piñera» planteaba uno de los lienzos ubicado en 5 de abril con Quemchi.
«Los pacos llegaron tarde ese día» cuentan personas que participaban de la manifestación, «no parecía que iban a venir, pero se tiraron con todo», complementan.
En forma distinta a cuando el pueblo se hizo de las calles, momentos en que no se veían carabineros por el sector, la manifestación que se desarrollaba con la tranquilidad de la lucha colectiva se truncó por la acción violenta de efectivos de fuerzas especiales de Carabineros de Chile, esta vez con mayor fuerza que el 27. Invadieron la Villa Francia y la Villa Canadá tal incursión militar, salían por todos lados cuentan los vecinos, gases lacrimógenos por doquier. Las calles grises por composición yacían pintadas de blanco por el polvo de las armas químicas.
La mañana del primero de mayo
La jornada que conmemora internacionalmente a los trabajadores muertos en la masacre de Chicago, donde la policía mató a 38 obreros, comenzó, en Villa Francia, con una actividad en la plaza Padre Mariano, nombrada así en recuerdo del sacerdote que luchó incansablemente contra la dictadura de Pinochet, y que falleció en marzo de 2020.
La reunión de personas de las distintas comunidades de la zona consistió en hacer un llamado a la consciencia sobre el primero de mayo, así como hacer visibles las distintas vicisitudes que se enfrentan día tras día producto de la pandemia y, más aún, denunciar las constantes violaciones a los derechos humanos en que ha incurrido el gobierno actual de la mano de sus fuerzas represoras.
En el encuentro se repartieron panes amasados, y se entregaron cafés y jugos, todo guardando las respectivas medidas de distanciamiento social y uso absoluto de mascarillas. En paralelo la organización vecinal Elefante Blanco realizaba una actividad para niñas y niños, mientras que la olla común Luisa Toledo (homenaje a la madre de los hermanos Vergara Toledo y férrea luchadora por la justicia y los derechos humanos) entregaba distintos alimentos.
Las cacerolas de las y los trabajadores
Cuando la noche hizo su entrada, no fue en solitario, los sonidos metálicos acompañaron el final del día, la gente salió a las calles nuevamente, esta vez haciendo sonar lo que tuvieran a la mano, una reja, una hoya, un fierro, lo que fuera reemplazaba al más delicado y preciso instrumento de percusión. Había cerca de una treintena de personas, todas y todos dialogando con las distancias que implica la contingencia, mascarillas bien puestas fueron otro elemento fundamental.
El ambiente se sentía calmo, empero era la calma que precede a la tormenta. El frío era considerable, la gente estaba cerca de las distintas barricadas que iluminaban la calle 5 de abril, en ambas calzadas, eran cerca de seis las revolucionarias llamaradas. Mientras la gente conversaba sobre el acontecer nacional o cualquier otro tema que se escuchaba a esas alturas de la noche, cuando la gente que quedaba ya no era la misma del comienzo de la protesta, se escuchó un zumbido en el cielo, los láseres apuntaron de inmediato al pequeño artefacto espía, pero bastó solo un minuto para que un contingente listo para atacar y reprimir hiciera su entrada. Eran las 21:03.
Esbozaron unas palabras por los altoparlantes, pero fue tal la despreocupación que había en ellas, que se lanzaron a las barricadas sin mediar un instante. Lo que dijeron por los parlantes solo era cumplir un protocolo, era poner una «x» en un listado de cosas por hacer.
Atacaron a los manifestantes que no dudaron en responder ante la afrenta de los pacos. Había 2 carros lanza aguas, de los blancos, más modernos y baratos de repintar, que eran acompañados de, a lo menos, tres o cuatro lanza gases, los zorrillos.
Carabineros apagaron todas barricadas, lanzando el agua desde los guanacos aparcados o avanzando lentamente en la calzada norte de 5 de abril, siempre resguardados por los lanza gases, que buscaban abrirles el paso para terminar con la manifestación. En un punto de la incursión opresora, lograron llegar a Quemchi con la calle principal del sector, pero allí los esperaba la misma lluvia de piedras que los había recibido desde el mismísimo comienzo.
El ataque de carabineros y la defensa de las personas se desarrolló entre la esquina del paradero de Quemchi con 5 de abril y un poco más adentro en la calle de la feria de los domingos, hasta ahí inclusive ingresaron los carros blindados, lanzando sus gases a diestra y siniestra, sin importar que hubieran personas mayores o niñas y niños en las inmediaciones del sector.
El nivel de violencia y deshumanización llegó a tal punto que, en la perpendicular de Quemchi con Los Bosques, uno de los zorrillos que se había metido al pasaje, y había tenido que retroceder debido al bloqueo hecho por los y las manifestantes, lanzó todo el remanente que le quedaba de gas lacrimógeno a un caballero que estaba sentado con sus perros. Mientras algunas personas atacaron al zorrillo para que se fuera, un joven corrió en auxilio del hombre que había quedado entremedio de toda la nube tóxica.
Mientras el lanza gases se iba, los cánticos en recuerdo de los mártires de Chicago sonaban con una fuerza monumental, elevada producto de la situación, misma emoción que se daba con los gritos sobre el sector, donde el verso final terminaba con un Villa Francia capaz de erizar los pelos de toda persona que los escuchara.
En medio del el enfrentamiento, un joven golpeaba dos tapas de hoyas, cuan prolijos platillos al son del ritmo de los cánticos de protesta.
El repliegue de las fuerzas especiales ocurrió pasados 12 minutos del comienzo del enfrentamiento. «Se les acabaron las lacrimógenas» se oía, situación que la ratificaba un zorrillo que se estacionó en Antártida con 5 de abril, que tras ser presa de los proyectiles improvisados se retiró del lugar, sin embargo, momentos más tarde se escuchó un «vienen los pacos con la micro». Era un contingente mucho mayor, dispuesto a detener personas y terminar con la manifestación en forma definitiva.
Lo que no sabían los efectivos policiales es que, tal como en los tiempos mozos de la primera línea en plaza de la Dignidad, se generó una respuesta inmediata ante su proceder. Ciertamente los y las manifestantes debieron retroceder, una cuadra por la calle Quemchi, lugar donde continuó el enfrentamiento durante un pequeño espacio de tiempo.
La resistencia debió cesar buscando resguardar la integridad física de las y los manifestantes, debido a la técnica de shock y amedrentamiento terrorista en que incurrió la institución fundada por Carlos Ibáñez del Campo. Se lanzaron con todo el contingente, pasando lentamente, primero, para luego devolverse lanzando gases desde el medio de la calle para intentar alcanzar toda casa que estuviera a su izquierda o derecha.
«Hay niños y abuelos» gritaban desde los departamentos que miran hacia 5 de abril (Villa Canadá), pero eso no apaciguó a las fuerzas especiales, siguieron con su actuar. Mientras pasaban una y otra vez por fuera de las casas sonó un teléfono del que se oyó: «parece que agarraron a alguien».
Los minutos pasaron, las mascarillas algo protegían del efecto del gas CS, prohibido en guerras y catalogado su uso como un crimen, pero permitido para el control del vilipendiado concepto del «orden público». Cuando las personas salieron a ver cómo estaba el ambiente, solo se escuchaban estornudos y gritos de molestias, desde las casas de la Villa Francia y los departamentos de la Villa Canadá. El gas no solo se había quedado en el sector mencionado, sino se expandió a todas las villas contiguas, «las casas están pasadas a lacrimógenas» se oía afuera de una casa. Eran eso de las 22:20 cuando no se vieron más los carabineros.