Actualmente una parte importante de los movimientos sociales han planteado alternativas concretas de modos de producción que son sostenibles con la naturaleza y las sociedades. Es por esto, que en estas últimas décadas movimientos y organizaciones sociales que se dedican o trabajan en temas como la agroecología, soberanía alimentaria o permacultura cada vez han tenido mayor visibilidad.
Entre estos, La Vía Campesina ha sido un movimiento que lleva décadas trabajando y articulando a organizaciones del campo, es clara en sus objetivos estratégicos, los cuales se orientan a alcanzar una reforma Agraria Integral y Popular. Para La Vía Campesina la lucha por la tierra no se reduce exclusivamente al derecho de las personas a la tenencia de la misma sino que plantea una proyecto integral anteponiendo lo derechos humanos y la liberación de imposiciones colonialistas, capitalistas y patriarcales en las familias de campesinas/os, obrera/os y pueblos originarios.
Movimientos agroecológicos como este plantean una Reforma Agraria Integral y Popular, la que consistiría principalmente en democratizar la tierra garantizando el derecho de los y las trabajadoras para acceder, vivir y producir en ella. Una reforma como esta busca facilitar los mecanismos de acceso a la tierra para todas las familias y garantizar el reconocimiento y restitución de territorios de los pueblos indígenas.
¿Cómo desarrollar este proceso? Estableciendo una nueva organización de la producción agrícola con el objetivo de construir soberanía alimentaria, promoviendo la agroecología como principio y forma de vida. Camila Zárate, egresada de Derecho, activista socioambiental del MAT y hoy candidata a constituyente en el distrito 7, ahonda sobre el tema: «En este sentido el rol que debe tener el Estado es garantizar y promover políticas que regulen los mercados y favorezcan el trabajo comunitario, cooperativo y asociativo para hacer frente a los grandes monopolios y corporaciones agroalimentarias, prohibiendo toda forma de propiedad intelectual, control de semillas y bienes comunes.»
Estos movimientos y organizaciones que han desarrollado un trabajo productivo-político durante todos estos años en los territorios, han profundizado procesos de transición agroecológica como alternativa ante la desventaja que genera el monopolio de la agroindustria y agronegocios. La recuperación de los bienes comunes, el rescate de la semilla nativa y el diseño de biodiversidad de cultivos han sido las principales apuestas para producir alimentos sanos en ecosistemas equilibrados.
«En esta constitución sentaremos las bases para que se pueda desarrollar una nueva Reforma Agraria, donde los bienes comunes sean inapropiables, permitiendo el pleno desarrollo de la agricultura campesina y avanzar hacia la soberanía alimentaria para todos y todas.» sentencia la candidata.