Malte Thieben, historiador médico alemán, advierte que el escepticismo que muestran muchas personas en el mundo, en torno a la inoculación contra el coronavirus “es tan antiguo como la misma vacunación”.
Señaló el especialista, cuyos intereses de investigación incluyen la historia de la vacunación, que aunque algunos de los incentivos para motivar la inmunización contra el Covid-19 puedan parecer extraños, no son nuevos. «Ya hubo algo parecido a principios del siglo XIX con la vacunación contra la viruela»,
«También en aquella época la vacunación era nueva y el escepticismo era inicialmente grande. Por eso las autoridades ofrecían comida, regalaban caramelos o incluso concedían medallas de vacunación, como incentivo para vacunarse voluntariamente», explica.
Marihuana gratis, billetes de lotería o diplomas de inmortalidad se ofrecen actualmente en muchos países del mundo, para atraer a la gente para que se vacune, con incentivos a veces extraños.
Las dudas en torno a la vacunación son tan antiguas como las propias vacunas, y por tanto siempre han sido un problema. Ya a finales de 2018, antes del estallido de la pandemia del coronavirus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la «falta de voluntad para vacunarse» era una de las diez principales amenazas sanitarias en todo el mundo.
Las razones, según Thieben, son bastante diversas: «Por un lado, la vacunación en sí misma contradice el sentido común de las personas: me están inyectando algo que en principio puede incluso enfermarme, y que luego debería protegerme».
Las vacunas se perciben a menudo como una interferencia artificial en el curso de la naturaleza. «Hay entonces ideas de que un tipo de fortalecimiento, a través de la misma enfermedad, es mejor para el proceso de desarrollo natural del cuerpo», dice Thieben.
Además, muchas campañas de vacunación, especialmente en los países industrializados, se han convertido en víctimas de sus propios éxitos.
«En realidad, hoy vivimos en una época de inmunización», asegura Thieben. Ya sea el sarampión, la tifoidea, la poliomielitis o la viruela: «La idea de que las enfermedades infecciosas son una amenaza ha desaparecido casi por completo de nuestra conciencia, precisamente porque las hemos expulsado en gran medida de nuestro mundo mediante eficaces campañas de vacunación desde los años cincuenta y sesenta», recordó.
Básicamente, según el experto, en todas las campañas de vacunación anteriores solo hay una proporción de entre el dos y el cinco por ciento de personas que se niegan a la vacunación. «Hay que convivir con ellos, con el resto se puede hablar», reitera.
Por un lado, esto podría hacerse mediante campañas de aclaración y llamamientos. «Pero en el siglo XX también vemos cada vez con más frecuencia: la gente no tiene que ir a la vacunación, sino que la vacunación tiene que ir a la gente, con equipos móviles de vacunación, con puntos de vacunación en los supermercados o en los ayuntamientos», sostuvo el investigador.
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