Cada caminata que se haga, aunque sea corta y se realice de forma esporádica, ayuda a prolongar la vida, concluyó un estudio realizado en mujeres de edad avanzada y presentado recientemente en una conferencia de la Asociación Estadounidense del Corazón.
Investigaciones anteriores ya habían confirmado los beneficios de los paseos largos y establecieron la cifra de 10.000 pasos diarios como recomendación general, pero hasta ahora no habían profundizado en la influencia en la salud de caminatas mucho más cortas y no premeditadas.
«Los avances tecnológicos de las últimas décadas han permitido a los investigadores medir los breves acelerones de actividad», explicó el autor principal del nuevo estudio, Christopher Moore, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. «Con la ayuda de dispositivos portátiles, más investigaciones indican que cualquier tipo de movimiento es mejor que permanecer sedentario«, resumió.
El estudio de Moore y su equipo analizó la actividad de cerca de 17.000 mujeres mayores de 60 años (con una edad promedio de 72), 804 de las cuales fallecieron antes de que los científicos dieran por terminado su trabajo en 2019.
Los investigadores dividieron los pasos diarios dados por las participantes en dos categorías, algo que nunca se había hecho en los estudios previos.
Una se centró en las caminatas ininterrumpidas de al menos 10 minutos, mientras que la segunda analizó aquellos pasos que se dan de forma esporádica a lo largo del día, como subir escaleras, caminar hasta el coche o durante los trabajos domésticos, considerados por los científicos también como una forma de ejercicio. Según el estudio, los dos tipos de movimiento son un factor importante para la salud y la longevidad.
Para las mujeres que caminaban poco, cada aumento de 1.000 pasos diarios se asoció con una disminución aproximada del 28 % en la tasa de mortalidad en comparación con el nivel cero (ningún paso esporádico). A partir de un umbral de 4.500 pasos al día, este efecto beneficioso se nivelaba, pero en general las mujeres que andaban más frecuentemente en lapsos cortos vivían más tiempo que aquellas que se movían menos, independientemente de cuántos pasos dieran luego en sus caminatas más largas.
Las mediciones del equipo confirmaron asimismo la importancia de las caminatas largas, puesto que dar al menos 2.000 pasos diarios en paseos ininterrumpidos disminuyeron en un 32 % la probabilidad de fallecer durante el tiempo del estudio.
«Este es solo un estudio, pero sugiere que hay mucha flexibilidad en la forma en la que las personas pueden acumular actividad física a lo largo del día», afirmó Moore en declaraciones a Today.
Fuente: RT.