En un evento organizado por la revista estadounidense ‘The Atlantic‘, hace más de un mes, la actual secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen dijo «Puede que los tipos de interés tengan que subir un poco para asegurar que la economía no se sobrecaliente». Sus comentarios se expandieron por los mercados, alimentando una ola de ventas en las acciones de tecnología que podrían sufrir una paliza cuando suban las tasas. La rectificación no se demoró mucho en llegar: «No creo que vaya a haber un problema inflacionario, pero si lo hay, se puede contar con que la FED (Reserva Federal), lo abordará», dijo Yellen un martes después en la Cumbre del Consejo de Directores Ejecutivos de The Wall Street Journal, en un intento por calmar el ánimo de los mercados.
Lo que se puede concluir de las declaraciones anteriores es que se produjo una especie de parapraxia, o un acto fallido de la mente, que ocurre cuando la realidad presiona el subconsciente de las personas para decir la verdad, y que a pesar de los esfuerzos por silenciarla, cambia las palabras y en pocos segundos salen expresiones que no pudieron contenerse. Es necesario tener en cuenta que las autoridades superiores del Tesoro de los Estados Unidos y los altos directivos bancarios, como el Presidente de la Reserva Federal, la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal (FED), (Banco Central), son quienes están a cargo de tomar las grandes decisiones. Nos referimos a las tasas, la inflación, el empleo y principalmente el control de la banca, en especial imprimir, emitir dólares y, por supuesto, la estabilidad del sistema financiero, de acuerdo a las políticas monetarias que aplican. Por consiguiente, son los responsables, con el gobierno de turno, de los desastres económicos que ocurren.
Las funciones que radican en la FED, permite determinar con precisión que los diferentes sucesos económicos y financieros que ocurren en los Estados Unidos y su irradiación al resto del mundo, no corresponden a hechos casuales o a fuerzas ajenas a su control. Por el contrario, debemos tener en cuenta que los bancos que integran la Junta de Gobernadores, son entidades privadas, con una extraña mezcla de atribuciones fiscales derivadas de leyes federales gestionadas por el gobierno. Es esa conformación y la evidencia de los datos económicos y financieros que se vienen conociendo a través del tiempo, lo que da cuenta de una poderosa conexión entre el mundo privado del dinero y los diferentes gobiernos de los EEUU, quienes han diseñado el actual estado de crisis económica y financiera que afectan tanto a los Estados Unidos como al resto del mundo.
No obstante lo señalado precedentemente, los efectos provocado por la pandemia sin duda que pueden considerarse como hechos graves que afectan la economía, sin embargo y a pesar de ello, no pueden atribuirse a la pandemia como la causa principal, sino como daño colateral importante, considerando que su principal consecuencia ha sido la aceleración de problemas conocidos desde hace décadas, como son, la emisión de dinero y el aumento desorbitado de las deudas fiscales y privadas, causando que la concentración de la riqueza, constituya una finalidad diseñada como principio propio de la política neoliberal.
Dentro de los efectos colaterales importantes, producidos por la pandemia, están las interrupciones de las cadenas productivas entre los grandes complejos industriales conectadas por medio de la integración transnacional. Estas grandes transnacionales se abastecen con partes y componentes provenientes de países o zonas geográficas donde obtienen enormes ventajas salariales, impositivas o por la inexistencia de obligaciones que los obligue a responder por los cuantiosos daños toxicológicos causados a las personas o por la extensa contaminación del suelo, aire y fauna.
Desde la actual de condición de estancamiento e inestabilidad, la mayor parte de la economía mundial está girando hacia la inflación, con fuertes señales inflacionarias, que son fruto de décadas de expansiones cuantitativas (QE), deuda e impresión de billetes, hasta lograr acumular en los principales bancos centrales, una suma cercana a los 26 billones de dólares. La inflación en términos simples significa alza de precios, sin embargo, su verdadero origen está en el exceso de impresión y emisión de billetes sin respaldo de producción o anclada a un valor intrínseco. Tal exceso ha llegado a un punto en que la cantidad de dólares ha aumentado un 32 % en los últimos 17 meses, en especial para financiar al gobierno federal. Sólo el gasto fiscal en respuesta a la pandemia, ha superado los US$ 5 billones, y el M1, o dinero muy líquido en circulación, ha subido un 316%.
Si alguien pregunta, ¿por qué hacen esto, si es tan dañino? Cierto, puede ser dañino para un trabajador, pero no para los integrantes del 1% más rico de los Estados Unidos, que vieron cómo sus fortunas aumentaron en US$ 4 billones el 2020, al concentrar cerca del 35% de la riqueza extra generada en el país, según un estudio de la Reserva Federal (FED). La actual situación de inestabilidad económica mundial se ha acentuado por la pandemia, pero como dijimos, no es su causa. Lo han hecho siempre como un mecanismo para traspasar riqueza a EE.UU., desde gran parte del mundo. Alan Greenspan, republicano, asumió la presidencia de la FED en junio de 1987, después de Paul Volcker, señalando en una oportunidad: “está claro que Estados Unidos puede pagar cualquier deuda que tenga, porque siempre puede imprimir dólares para hacerlo”.
Es innegable que todo ello responde a decisiones políticas previamente calculadas. En 1979, la inflación había superado el 11%, y Paul Volcker, en esa época presidente de la FED, bajo el mandato presidencial de Jimmy Carter, tomó la decisión de poner punto final a la estanflación, producto de la crisis del petróleo de 1974 y la devaluación internacional del dólar. El alza de precios se había disparado hasta rozar el 15% en marzo de 1980. Para combatirla y ponerla a raya, Paul Volcker llevó las tasas de interés al 22% y detonó una recesión que duró dos años, entre 1981 y 1982, con una tasa de paro que llegó al 10,8% en 1982. En Chile varios bancos y financieras quebraron y fueron socorridos por el gobierno, con miles de millones de dólares.
Los directivos de la FED, señalan que la inflación será transitoria, y se han limitado a señalar que su objetivo es una inflación del 2%, como meta promedio, que es como decir, que el veneno en bajas dosis se puede ingerir, pero que no es mortal. Al 2% anual, el dinero pierde la mitad de su poder adquisitivo en 35 años. Hace pocos días, J. Yellen declaró al Whashington Post, que la inflación podría alcanzar el 3%, a medida que continúa la “recuperación”. Sin embargo, el profesor de finanzas en la Universidad Estatal de San Diego, Dan Server, señalo, “Mientras Wall Street celebra, el hombre en la calle debería estar llorando sobre su cerveza. Esto es socialismo para los ricos, capitalismo para los pobres”.
Con la inflación en ciernes, la fórmula para detenerla será subir las tasas y parar la emisión de dinero barato, lo que provocará un efecto recesivo o una estanflación. Esta última es una combinación de estancamiento económico unido a una persistente alza de los precios, lo que hará caer la demanda debido a la disminución del poder adquisitivo de la población. Cuando baja la demanda, la oferta se retrae y las empresas empiezan a recortar puestos de trabajo porque no pueden vender sus productos, lo que provoca cesantía. Cualquier incidente bancario, económico, pandémico o fricciones geopolíticas, puede disparar una corrección bursátil que se estima entre 40% a 60%, con rupturas de burbujas ligadas a créditos bancarios del tipo “basura” o especulativa, además de varios países que ingresarán en default. La crisis de deuda de América Latina a principios de la década de 1980 vio un aumento en dólares estadounidenses a US$ 327 mil millones en 1982 de US$ 29 mil millones en 1978, por el “apretón” de tasas.
Un dato que debe tenerse en cuenta es que solo el mercado bursátil mundial de las acciones asciende a un valor de 115 billones de dólares, el valor más alto de la historia, e igual a un enorme 131% del PIB mundial. Son cifras descomunales, que nos debieran advertir que cualquier factor puede gatillar una caída de los mercados y generar gigantescos daños, porque las actuales cifras de las burbujas, los activos bursátiles, la deuda mundial son tres o cuatro veces más grandes que alguna de las crisis anteriores, y pueden paralizar la economía mundial a niveles desconocidos, con graves convulsiones sociales en todo el mundo.
Las opciones son pocas, seguir emitiendo dinero y aumentar la inflación, lo que provocará un “recalentamiento de la economía e inevitablemente obligará a subir las tasas. J. Bradford DeLong, profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley, focalizó el punto al decir: «La cuestión no es si habrá algo de inflación este año, sino si representará un ‘sobrecalentamiento’ de la economía en su conjunto». La estanflación, como explicamos respecto a 1979, obligó a Paul Valker a subir las tasas y provocó una recesión que duró más de dos años. En China, el fuerte repunte de los precios a la producción (IPP) copa los titulares, y en abril, los precios aumentaron un 6,8% en términos interanuales, frente a la caída del 3% que registraron un año antes. En Europa, el economista Hans-Werner Sinn, profesor de Economía en la Universidad de Múnich y expresidente del instituto IFO, ha dicho: “la creación de dinero en los últimos años ha sido superior a la de EE.UU. Además, el elevado nivel de deuda de los países y la adicción a los estímulos deja al Banco Central Europeo (BCE) sin freno para poner coto a la inflación”.
El túnel negro se vuelve más obscuro que nunca ,y a pesar de lo expuesto, la FED está preocupada, de eso no hay duda. Lo que están evaluando es saber qué tan grande será la inflación y cuándo deberán aplicar los frenos subiendo las tasas y deteniendo la actual inyección de dólares destinada a comprar deudas e hipotecas por US$ 120.000 millones mensuales. Sin embargo, por la “puerta trasera”, están haciendo lo contrario con las operaciones “overnight”, debido a que en las últimas semanas han retirado US$ 400.000 millones en liquidez, y han dicho que, “la reducción gradual de la FED no comenzará hasta 2022 y la primera subida de tipos no tendrá lugar hasta la mitad posterior de 2023”, eso permite anticipar, que aún intentarán seguir controlando el futuro de la economía nacional y mundial, con medidas que son restrictivas, por no decir recesivas.
La encuesta de fabricantes del Institute for Suppy Management informó a principios de la semana pasada, que los proveedores no solo se quejaron del aumento de los precios. Además reclamaban por la limitada disponibilidad de piezas, partes y materiales que está frenando la explosión de pedidos de fábrica. El poder adquisitivo del dólar se está desplomando más desde 2007. Pero es mucho peor de lo que parece. En Estados Unidos, el poder adquisitivo del «dólar consumidor» se desplomó un 1,1% en abril respecto a marzo, o un 12% «anualizado», según datos de BLS (Bureau of Labor Statistics, Oficina de Estadísticas Laborales).
La forma de desactivar la “bomba” instalada por la FED, para “aterrizar” la avalancha, es “quemar” (desvalorizar) una gran parte de los billones de dólares que se mueven en los Estados Unidos y en todo el mundo, permitiendo más inflación. Nadie sabe cuándo puede volverse incontrolable. Las sucesivas crisis aterrorizaron a los gobiernos emergentes y respondieron acumulando una cantidad sin precedentes de activos como reserva en dólares estadounidenses en los respectivos bancos centrales. El traspaso de riqueza hacia EE.UU., se concreta mediante las reservas que se forman con las exportaciones que hacen los países en productos mineros, materias primas, bienes, etc., que se pagan con dólares caros, luego cuando el exceso de emisión provoca inflación, el dólar pierde poder adquisitivo afectando el valor de las reservas en el banco central, y por consiguiente, nuestras exportaciones pierden valor.
La deuda corporativa de Estados Unidos está en un récord de US$ 11 billones (la mitad del producto interno bruto anual) y la deuda del gobierno está en camino de llegar al 127% del PIB este año. El aumento de las tasas para reducir la inflación podría tener un impacto enorme en este atracón de deuda en los Estados Unidos y en todo el mundo. Los precios en los mercados bursátiles en general, están altos, pero específicamente en Estados Unidos, «están en niveles similares a los de la víspera de la caída del mercado de valores de 1929». La pregunta que surge entonce, ¿podrán controlar el monstruo de la inflación a tiempo?
Por Mario Briones R.