Aquel que crea fantasmas en torno a la censura, es porque la ha aplicado, convive con ella y sabe de sus consecuencias para el ejercicio periodístico. Aquel que clama por mecanismos y leyes claras en un Estado Nación para la libertad de expresión, es porque quiere garantizarla. Que no te confundan.
Gran revuelo ha causado las declaraciones del candidato presidencial Daniel Jadue, quien ha señalado que un “Consejo Ciudadano” debiese regular en Chile los temas relativos a la libertad de expresión y pluralidad en los medios. Diversos periodistas ligados a las cadenas extranjeras y actores asociados a la industria en el país, han salido a entonar cantos de sirena.
Daniel Matamala en su columna del domingo 27 de junio, ha dejado en claro que la concentración de la propiedad de los medios en Chile afecta a la libertad de expresión, pero luego de manera artificiosa dice que el duopolio de la prensa en Chile no existe y éste habría sido roto gracias a las redes sociales. (Daniel te informo que en regiones no hay duopolio, hay monopolio de la prensa impresa en muchas Provincias, vivito y coleando.)
Hay que decir, que las Redes sociales aludidas por Matamala, -Facebook y Google- no son garantes de nada. Estas redes extranjeras que median los mensajes de la población, en base a la dictadura de un algoritmo, que se mueve con dinero , y en otros casos, simplemente bloquea el libre flujo de la información a su antojo, han quedado al descubierto como “espías” de las personas.
El libre flujo de la información es un componente esencial de la libertad de expresión, y por lo tanto si ese principio no se cumple en estas Redes, no podemos ponerlas como garantes de la libertad de expresión. Cuando la comunicación humana queda netamente en manos de actores privados, son ellos quienes deciden lo que es importante y lo que no.
Si en Chile han surgido nuevas experiencias y alternativas mediales al relato hegemónico, no es fruto de una política del Estado que incentive la pluralidad en la prensa chilena, es solo debido a la organización de periodistas independientes y comunicadores populares que han decidido soberanamente levantar alternativa medial.
La experiencia de El Ciudadano, medio nacido en el sur de Chile, es un ejemplo de ello, tras 10 años de intenso trabajo, para el año 2015, logró convertirse en el medio más leído del país y uno de los más leídos del idioma hispanohablante, no obstante, el sistema se encargaría mediante una serie de operaciones, que no detallaré en esta columna, de nuestro bloqueo informativo.
No obstante, nuestra experiencia, inspiró a much@s otr@s, así como a nosotros nos han inspirado experiencias como las de APSI , Análisis, o la revista Cauce, también victimas de una “democracia tranzada” y de quienes han sido los defensores de que la “mejor política de comunicaciones es no tener una política de comunicaciones”.
Desde entonces, hemos visto como muchos esfuerzos de comunicación van naciendo y muriendo, mientras aquellos medios cuyos propietarios, son también dueños de la Banca- hecho dañino para una democracia- siguen una estratagema de defensa del modelo neoliberal y una agenda para la bancarización de la sociedad.
Los medios de comunicación en Chile, al igual que los partidos políticos, representan intereses. Pero en Chile tenemos una cultura cínica de los medios de comunicación que venden una falsa objetividad y se enjuagan la boca con conceptos como la democracia ,entre otros, pero cada vez que hemos querido profundizar la democracia han sido la primera línea defensora del modelo del status quo.
Son los mismos medios que inflan candidatos, son los mismos medios que han criminalizado históricamente la protesta social, al pueblo mapuche, son los guardianes de los privilegios de una clase y que esta vez acomodaran sus discursos y modelaran sus líneas editoriales ante el avance ciudadano y constituyente que llegó para quedarse en la política.
Esos medios de comunicación y sus periodistas, que hoy buscan enlodar la figura de Daniel Jadue, poniéndolo como un enemigo de la libertad de expresión, no están interesados en que exista pluralidad en la prensa. Les pagan por intentar hacer hegemónico un relato de mundo que ya ha sido trizado por el despertar de la ciudadanía.
Ha quedado en evidencia, en repetidas oportunidades, como los medios de la patronal, ocupan a Venezuela para hablar de derechos humanos, y evitan tocar las sistemáticas violaciones a los derechos humanos que han ocurrido en Chile.
Esos mismos periodistas que atacan constantemente a otras naciones soberanas, ya sea mandatados por sus directivos, o producto de su miopía, son incapaces de iniciar con fuerzas el juicio informativo a la principal autoridad del país, aún sentado en La Moneda y responsable directo de violaciones de lesa humanidad en nuestro país.
Son esos mismos «profesionales», quienes una vez que crecen en posición dentro de un medio de comunicación, aplican la censura contra sus colegas, porque hay un avisador que tienen pauta en el medio. Son esos mismos periodistas, los capaces de autocensurarse ante las atrocidades cometidas por el imperialismo anglosajón de Estados Unidos e Inglaterra, y su aliado en medio Oriente, Israel, pues si no lo hacen, se quedan sin trabajo.
En Chile queridos lectores los problemas ligados a la libertad de expresión existen y son múltiples. La libertad de expresión es un elemento que no se puede dejar a manos del mercado y por tanto debemos darnos una Nueva Ley de Medios.
En Chile la actual Ley tiene elementos que atentan contra la libertad de expresión no solo de medios si no de los periodistas, como aquella que aún pone por sobre el derecho a la libertad de expresión el derecho a la honra.
En un juicio por honra, aunque el medio tenga todas las pruebas de que lo dice es la verdad, “exceptio veritatis”, lo que importa es la honra del aludido, y las penas que son corporales para el informante, para el periodista, pueden terminar con él- ella, en la cárcel hasta por cinco años y un día.
Lo digo con conocimiento de causa, pues fui perseguido de esta forma en nuestro país y solo salvé de ir a la cárcel por tener mis papeles limpios, no obstante , me dejaron firmando mensualmente durante tres años como si fuese un delincuente.
Una ley de “La Inquisición”, una más, de muchas razones por las que debemos contar con un Nueva Ley de Medios en Chile y alejar de nuestro proceso deliberativo y soberano de los pueblos, todos los fantasmas que «mercenarios» a sueldo, intentan promover.
La libertad de expresión como todos los derechos, conlleva deberes. Y un límite al derecho, es cuando éste se ejerce en perjuicio de un colectivo humano que quiere cambiar el destino de un país lleno de injusticias. Cuando se ejerce el derecho desde una corporación privada trasnacional, contra los intereses de un Estado-Nación, cuando respaldados en un titulo de periodista, la defensa de la libertad de expresión es para la defensa de intereses de los jefes, de negocios privados y de potencias extranjeras.
Bruno Sommer Catalán, periodista
Fundador de El Ciudadano