Bombero Antonio Martínez: «Aunque el suicida esté a punto de saltar, siempre es importante invertir tres minutos en informarte en todo lo posible sobre él y sus circunstancias»

El rescatista español relata sobre la importancia de cuidar la salud mental y de derribar el estigma del suicidio

Bombero Antonio Martínez:  «Aunque el suicida esté a punto de saltar, siempre es importante invertir tres minutos en informarte en todo lo posible sobre él y sus circunstancias»

Autor: Sofia Belandria

Sevilla tiene un nuevo héroe, un bombero especializado en rescatar a suicidas. Acaba de rescatar a un hombre bajo el efecto de alcohol y estupefacientes de una muerte segura. La aproximación psicológica es su mejor herramienta y pide que la prevención del suicidio y las herramientas emocionales lleguen a toda la sociedad.

Su rutina se ha hecho viral en la última semana. Los periodistas le atosigamos y los políticos quieren aparecer en la foto con él. Antonio Martínez, bombero de Sevilla, es el héroe del momento tras conseguir rescatar a un hombre de una viga de hierro a más de 5 metros de altura desde la que pretendía suicidarse.

El milagro sucedió en la tarde del viernes 18 de junio. El vídeo publicado por Emergencias Sevilla es de poco más de dos minutos de duración, pero Antonio estuvo sobre la viga, cara a cara con el suicida, más de tres horas y media. Poco tiempo, si se trata de salvar una vida.

«Lo importante es el trabajo en equipo», comparte con Sputnik un abrumado Antonio Martínez. El Bombero es además psicólogo y experto en resolución de conflictos duraderos. En 16 años de profesión, admite haber vivido todo tipo de situaciones, como el rescate a un hombre en pleno brote sicótico que estaba en el pretil de un 4º piso de madrugada.

No obstante, «hasta el momento nadie ha consumado finalmente el suicidio si yo estaba con él. Aunque soy consciente de que es algo que puede suceder en cualquier momento», confiesa con resignación.

El rescatista de Sevilla señala la importancia de concienciar y alertar sobre la importancia de los suicidios, «es algo que está a la orden del día», todos podemos aportar para frenarlos.

El suicidio es la primera causa externa de muerte en España. 10 personas se suicidan cada día –según las estadísticas publicadas en 2018– y cada dos horas y media, alguien intenta suicidarse. En 2020, a pesar del contexto COVID, la tendencia se mantuvo.

«El efecto llamada en suicidio es un mito, no debe ser un tabú, hay que hablar de este problema en todos los ámbitos sociales y tienen que existir campañas específicas, igual que existen contra los accidentes de tráfico o el maltrato a la mujer. Es una enfermedad importante que tenemos que atajar», reflexiona Martínez desde la primera línea de batalla contra esta lacra social.

A las 17:00 horas se recibía la llamada de alerta en los servicios de Emergencia de Sevilla. Un hombre amenazaba con saltar al vacío sobre la Ronda Urbana Norte de Sevilla.

Los años de experiencia y los rescates exitosos han ido perfilando un protocolo para afrontar el suicidio. Se anulan los estímulos sonoros y luminosos en el entorno, en este caso se cortó el tráfico y apagaron las sirenas, y se procede a recabar información. «Aunque el suicida esté a punto de saltar, siempre es importante invertir tres minutos en informarte en todo lo posible sobre él y sus circunstancias, ya que eso te abre muchas puertas para acceder a él».

La experiencia de Antonio Martínez es la de rescatar a personas que se comportan como «ollas a presión, que tienen desconectado el sistema racional y están colapsados por las emociones, por eso tienes que conectar con ellos desde la emocionalidad para poco a poco, recomponer su lógica».

La información sobre circunstancias personales, depresiones o estrés postraumáticos confirmados por servicios sanitarios o cualquier contacto con la familia suponen una tabla de salvación en estos instantes.

A las 17:40 Antonio se encarama a la viga y se aproxima al suicida. «Sus reacciones no permiten crear ningún tipo de protocolo de seguridad», detalla. Si el equipo activa la escalera del camión de bomberos o desliza una cuerda para atar al bombero y evitar una caída mortal, el suicida tiende a soltarse las manos y deslizarse al vacío.

«Al principio no me podía acercar a él más de 6 metros». Cuando Antonio Martínez entra en contacto con el suicida, un varón de edad media, constata que había consumido alcohol mezclado con altas dosis de sustancias estupefacientes activadoras, así que estaba en estado de irritabilidad y agresividad exponencial, «fuera de sí», detalla.

El vídeo muestra al bombero ofreciendo un cigarrillo al suicida, «ahí solo aparece uno, ¡pero le di 16!, cuando llegué él estaba tan nervioso que no me dejaba hablar, hasta que le ofrecí tabaco», el bombero contrapesó el efecto de los estupefacientes con la nicotina y, poco a poco, pudo comenzar a comunicarse.

18:00… La principal herramienta que comparte el bombero para lidiar con esta situación extrema es analizar al suicida y su microlenguaje facial y valerse del lenguaje no verbal. «Poco a poco conseguí acercarme a él.

Cuando yo me agacho sobre la viga para hablar con él es para hacerle creer que él está por encima, que él es quien domina la situación». Otras herramientas fueron útiles, como mantener una mirada relajada o acentuar un movimiento lateral de la mano basado en la técnica para estrés postraumático EMDR, o simplemente, «adoptar una sincronía, ponerme en la misma posición que él mientras hablamos, lo que fortalece su confianza».

En esta aproximación, además del agravante del consumo de alcohol y estupefacientes, el bombero confirmó que el suicida, en un solo día, había padecido «cinco acontecimientos vitales altamente estresantes». Se trata de eventos que podrían tumbar a cualquiera, como por ejemplo, la pérdida de un hijo. Estos acontecimientos suelen destapar los intentos de suicidio y si la persona –como era el caso– padece algún tipo de afección como estrés postraumático, «estos episodios le afectan triplemente».

A las 19:30, tras muchos cigarros y estrategia, el bombero ya había conseguido desbloquear al suicida. «Toqué algunos resortes y los había identificado como puntos débiles para acceder a él, y de eso te das cuenta porque los ojos se le ponen un poco acuosos, ahí entramos ya en la fase de negociación».

Sobre la viga, sin ninguna sujeción, el bombero cogió su móvil y llamó a la exmujer del suicida y a su hijo mayor, «les pedí que colaboraran, ellos le pidieron que recapacitara». A esas altura, las lágrimas del suicida ya evidenciaban que su voluntad de saltar al vacío no era inquebrantable.

«Mi propuesta era que él saldría de la viga conmigo, siempre acompañado por mí, que la policía no le reduciría y que podría darle un abrazo a su hijo mayor». Para asegurar que el suicida no dudaría, el bombero se aproxima más y le tiende la mano para estrecharla. El acuerdo está sellado.

«Cuando le doy la mano la aguanto 4 segundos para afianzar el pacto y analizar su mirada. Me doy cuenta de que es serena y que no tiene dudas, no temía por mi vida (por el hecho de que el suicida pudiera arrastrarle al vacío) porque a esas alturas ya tenemos una alianza».

A las 20:30 se cumplía el trato. El suicida abandonaba la viga y avanzaba hacia el coche donde estaba su hijo, acompañado «con la mano en el hombre para darle seguridad en todo momento» por Antonio. El suicida se abraza finalmente a su hijo, después lo llevan a la ambulancia y de ahí al psiquiátrico. Por el momento, una vida ha sido salvada.

El problema es que esto no es suficiente, «se necesitan más medios para asegurar que el tratamiento que reciba de aquí en adelante sea efectivo y que asegure que no volverá a recaer en la tentativa de suicidio».

El suicidio, como cualquier otra enfermedad, necesita más medios en la sanidad española y más atención por parte de las administraciones. Ramírez propone institucionalizar la figura del psicólogo de emergencias y llevar la asistencia a las aulas, «para que los adolescentes tengan herramientas emocionales, hoy no somos conscientes del peligro y las adicciones que surgen desde las redes sociales y ellos no están preparados para ello».

El Congreso de los Diputados instó en 2017 a desarrollar un Plan Nacional de Prevención contra el Suicidio con medidas, políticas y programas concretos. Poco se ha avanzado hasta ahora. La comunidad científica, por su parte, sigue reivindicando abordajes multidisciplinares, integrando a todas las áreas sociales —desde sanidad, educación y administraciones— en esta lucha. Con héroes llenos de vocación y generosidad como Antonio Ramírez, toda la sociedad puede aprender cómo lidiar con esta enfermedad, pero no será suficiente.

Cortesía de Spunitk. Gonzalo Wancha


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