El Rayo Vallecano acaba de montar un club femenino para jugadoras con daño cerebral y otras enfermedades neurológicas. Buscan la inclusión y la superación a través del deporte.
Teresa Martínez tuvo un ictus hace un año, con 20. Le dijeron que era algo genético, un problema relacionado con las paredes de sus arterias. No recuerda bien el instante, ya que se desmayó, pero sí que después le afectó «bastante». «Estuve en silla de ruedas hasta que progresé y ahora tengo alguna cosilla de equilibrio, pero si me ves estoy fenomenal», resume. En el centro de rehabilitación al que acudía le hablaron de un equipo de fútbol al que podía unirse y, aunque no le atraía tanto este deporte, acabó entrando por «pura casualidad».
Ahora, Martínez es una de las siete jugadoras «valientes y guerreras» que forman parte del primer club para mujeres con algún tipo de daño cerebral o enfermedad neurológica. Está promovido por la Fundación del Rayo Vallecano junto con la asociación Deporte para DCA. «Me hizo mucha ilusión que nos dieran esta oportunidad y hemos montado un grupo muy majo», argumenta la estudiante de una carrera conjunta de Filosofía, Políticas y Economía. «Te sientes muy bien y compartes experiencias», sintetiza sobre su decisión, animando a que se unan más en un futuro próximo.
Porque el equipo acaba de arrancar. Las Valientes y Guerreras, como se llaman oficialmente, salieron al terreno de juego por primera vez en mayo. Y lo han vuelto a hacer recientemente, en el primer torneo mixto para personas con discapacidad, apodado Valentía y Coraje. «Fue muy emocionante», describe José Luis Guerra, director ejecutivo de la Fundación del Rayo Vallecano. El veterano responsable explica con ilusión cómo surgió la iniciativa y cómo esperan que avance dentro de esos mimbres solidarios del barrio.
«Hicimos un análisis. Ya llevamos tiempo con la idea y vimos que en la Comunidad de Madrid no había otro igual», esgrime Guerra, conminando a ampliar el número de participantes y enumerando los «ejes» que mueven el proyecto: la igualdad, la integración, la inclusión y el barrio. Cuatro adjetivos imbricados desde el origen al Rayo Vallecano y que pretende continuar con esta nueva formación. «Vimos esa laguna y quisimos coger el testigo. Quien viene sabe que abogamos de siempre por estos valores», añade.
Guerra ha notado que, al relacionarse con el escudo franjirrojo, la gente sabe que va a ser «accesible». «Puede que haya ciertas dudas. Las familias, al principio, nos trasladan sus dudas, sus preocupaciones, pero lo valoran muy positivamente», asegura. El rango de edades de las jugadoras va de los 17 a los 31 años y pretenden sumar a unas cuantas más, hasta que haya, al menos, 25.
«El objetivo es lograr una mejora de la calidad de vida a través del deporte, una mayor autonomía y un desarrollo personal. Todo eso generado a través de un equipo profesional que pudiese dotar de los recursos y de las estrategias adecuadas para seguir creciendo», indicaba Marta Pérez, de Deporte para DCA, en el debut de la formación: «El mensaje más importante es que, desde luego, se disfrute, pero además os pido que os comprometáis con ello, porque es la manera de que nos respeten y de que crezcamos, y de que a partir de ahora se nos tenga en cuenta».
Aquel pitido inicial tenía como invitadas a compañeras del equipo femenino. Patricia Larque, portera, destacó su papel en la igualdad: «En el deporte femenino cada vez tenemos que plantarnos más y tirar hacia delante, y vosotras vais a ser las primeras aquí y tendréis nuestro respaldo porque sabemos lo que cuesta llegar. La mejor forma de avanzar es apoyarnos entre nosotras», espetaba, arengando a no perder la esperanza y a esforzarse. La delantera Yanara Aedo, por su parte, les animó a disfrutar de lo que hacen.
Y parece que lo han anotado. Teresa Martínez ya piensa en presentarse a largo plazo en septiembre, cuando empezará la Liga Femaddi (Federación Madrileña de Deportes para Discapacitados Intelectuales). «No contaba con manejarme con el balón, pero ahora quiero que venga más gente y juguemos», declara la jugadora, alegre por dar el paso.
«Era una idea que siempre teníamos, porque encaja perfectamente con nuestros valores y pilares, que son la integración y la igualdad», sostiene Doaa Abdelrazek, coordinadora de clubes adaptados de la Fundación.Al principio, agrega Abdelrazek, «había chicas que no habían jugado y las trajimos a un entrenamiento».
«Tenían un poquito de miedo, pero luego no, como las familias», sopesa, incidiendo en cómo encajar con los principios del club madrileño y utilizar el deporte como atajo para la inclusión y la mejora. «Tenemos mujeres con discapacidad intelectual o daño cerebral adquirido por alguna circunstancia, pero la evolución y la capacidad de adaptarse ha sido increíble», comenta, subrayando su motivación y su mejora física.
«Ha habido una evolución muy favorable. Están encantadas y desde aquí también lo estamos y animamos a que se unan más», zanja con orgullo. El mismo de este barrio, con una identidad tenaz y solidaria, que no solo festeja el ascenso de su primer equipo, sino la fundación de uno dedicado a valientes y guerreras.
Cortesía de Alberto García Palomo Sputnik
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