Gustavo Rodríguez Zárate, al Servicio de Dios y los migrantes (Parte II)

En 2016, en el vestíbulo del Edificio Carolino, el fallecido cura habló sobre la cercanía que mantenía un grupo de sacerdotes con profesores y también alumnos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; lazos que en la actualidad están extintos

Gustavo Rodríguez Zárate, al Servicio de Dios y los migrantes (Parte II)

Autor: El Ciudadano

Por Alfonso Yáñez Delgado

Segunda y última entrega

Invitado por la logia masónica Logos, para ser el único orador en la celebración del 210 aniversario del nacimiento de Benito Juárez García, el sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate, responsable de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, hizo un recuento de las relaciones que mantenían un grupo de sacerdotes con profesores y alumnos de la hoy Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En el vestíbulo del Edificio Carolino, el 21 de marzo 2016, el invitado inició con un recordatorio de hechos que motivaron la atención de los principales periódicos nacionales: “A mí me marcó, para toda la vida la masacre de Monte Chila, Jopala, 1970 donde perdieron la vida 325 indígenas; incluyendo mujeres, niños, ancianos, en un operativo del ejército…”. Fue la primera matanza de campesinos, era gobernador del Estado, Rafael Moreno Valle, quien había sido secretario de salud en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

“En ese tiempo -continúo el invitado- coincidía con grupos inquietos de esta Universidad, donde algunos académicos llevando brigadas de estudiantes a tener contacto con la realidad del campo, cuestionaban la formación reducida a lo académico. Uno de esos grupos aceptó el reto de conocer y palpar la realidad de comunidades muy apartadas, en brigadas de apoyo con medicinas, análisis de la contaminación del agua; se crearon centros de alfabetización y mejoramiento de viviendas.

“Aunque teníamos muchas diferencias ideológicas, entre seminaristas católicos y maestros capacitados en el marxismo, nos unía la solidaridad con las realidades de los más pobres y explotados. Algunas instancias de esta Universidad llevan los nombres de Enrique Cabrera y Joel Arriaga, por citar a los asesinados por esta causa. Teníamos algo en común: la educación tiene que tomar en cuenta el conocimiento y análisis de la realidad en su contexto social.

“Con el acercamiento de la academia a las comunidades se logró que en los programas de formación del Seminario diocesano se implementaran los Campos Misión con visitas a las regiones más apartadas. Durante el año escolar interactuamos con jóvenes de pandillas, preparatorianos, grupos musicales y culturales, marchas de protesta, campañas de solidaridad con los movimientos de liberación en Centroamérica, se estudiaba las propuestas del padre Camilo Torres, el ideario del Ché Guevara, la poesía de Ernesto Cardenal; las canciones de los Mejía Godoy, José de Molina, Oscar Chávez, Mercedes Sosa, Violeta Parra, etcétera.

“Por esas actividades me detuvieron la ordenación sacerdotal por dos años, pero me fraguaron más mis convicciones de opción por los empobrecidos. Estando en el retiro en el retiro de preparación para la ordenación, el 1 mayo de 1973 me avisan que tres compas estudiantes habían sido asesinados en el centro de la ciudad; en las inmediaciones del Edificio Carolino. Los conocía y me causo mucho dolor e impotencia; no podía asistir a sus funerales.

“Días después, el 10 de mayo, ya como sacerdote, las madres de los compañeros caídos me piden una oración, una misa por ellos. Ninguna capilla del centro se prestaba para ello y me expresaron una alternativa: hacer la ceremonia en el interior del Carolino. A cuatro días como sacerdote, ejercí este ministerio de servicio y apoyo a los familiares de los caídos, en este lugar tan significativo en mi formación solidaria”.

Hemos transcrito parte del discurso del sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate, fallecido por un padecimiento de cáncer el 24 de junio del presente año, en el cual expresa ecuménicamente los sentimientos y acciones de los universitarios de esa época y los curas que se acercaban a la Teología de la Liberación o bien retomaban conductas como la del obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo.

Frente a esos hechos, cabe preguntar ¿qué pasó? ¿cómo se perdió en la Universidad ese sentimiento solidario? Pues pasó lo que está pasando con Morena; muchos oportunistas se han disfrazado de progresistas y arriban al poder para impulsar a sus familiares o bien obtener prebendas políticas.


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