Por Gerardo Sifuentes
De las 300 mil especies de plantas conocidas en el mundo, aproximadamente diez mil se utilizan para consumo humano; sin embargo, de estas últimas únicamente entre 150 a 200 son las que se cultivan para ser comercializadas a gran escala.
De esta manera, tan sólo el maíz, arroz, trigo y papas suministran 50 por ciento de la ingesta calórica mundial, dejando de lado muchos otros frutos y vegetales que podrían mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de millones de personas.
En ese sentido, un equipo de botánicos de la Universidad de Johannesburgo y la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica, estima que la gran variedad de plantas originarias del sur del continente africano podrían contribuir a paliar la desnutrición si consideramos sus niveles de aminoácidos, los componentes básicos para la elaboración de proteínas en el cuerpo. Por ello, se dieron a la tarea de estudiar el potencial de algunos ejemplares oriundos de aquella región y descubrieron la existencia de estos compuestos en 14 especies de frutas, algunas de estas analizadas por primera vez para determinar su valor nutritivo y calórico.
“La mayoría de estos se consideran aminoácidos esenciales porque el cuerpo humano no los puede producir”, menciona Annah Moteetee, miembro del equipo de investigadores perteneciente a la Universidad de Pretoria. “Los seres humanos necesitamos comerlos, por lo que debemos incluirlos en nuestra dieta y mejorar la calidad nutricional con estas frutas silvestres. Podemos comerlas solas o acompañadas con otros alimentos”, agrega.
En el estudio publicado en la revista científica de libre acceso Plants, se informa de la presencia de aminoácidos esenciales como histidina, isoleucina, lisina, metionina, fenilalanina, triptófano y valina en todas las frutas estudiadas.
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El más alto contenido de proteína se encontró en la llamada oliva blanca (Halleria lucida), que presenta en particular una alta concentración de histidina, aminoácido que tiene importantes funciones celulares ya que es un precursor de varias hormonas y otros metabolitos críticos, además de formar enlaces de iones metálicos (quelante) con el cobre, zinc, manganeso y cobalto, por lo que se considera ideal para infantes. Una vez madura esta fruta es dulce y blanda, además de tener un sabor irresistible tanto para humanos como para las aves, de tal manera que incluso hay competencia entre estos por comérselos.
La ciruela de chaqueta (Pappea capensis), por otro lado, cumple y excede la ingesta diaria requerida del aminoácido lisina recomendada por la OMS (las 14 especies estudiadas superan la dosis diaria recomendada de lisina por cada 100 gramos), la cual favorece el crecimiento y el desarrollo saludable de niños pequeños. También es necesaria para mantener una función inmunológica saludable.
Esta ciruela se puede comer verde o madura y se utiliza para hacer jugos de frutas, conservas, jaleas, vinagre y bebidas alcohólicas. No se conocen usos medicinales de los frutos; sin embargo, en el Sur de África las hojas y los extractos de corteza se utilizan para el tratamiento de la calvicie, la tiña, las hemorragias nasales, las molestias en el pecho, las infecciones oculares y las enfermedades venéreas.
Se encontró que una fracción de acetato de etilo de la planta de la ciruela de chaqueta tiene actividad antimicrobiana contra Bacillus subtilis, Escherichia coli, Staphylococcus aureus y Candida albicans, mientras que los compuestos aislados de la planta exhibieron actividad antioxidante.
Además, posee alto contenido de trionina, que promueve el crecimiento, al ayudar a mantener el equilibrio adecuado de proteínas en el cuerpo y también es compatible con el sistema cardiovascular, hepático, nervioso central e inmunológico. Además, la treonina participa en la síntesis de otros aminoácidos, glicina y serina.
Algunas ya son conocidas
No todas las frutas son desconocidas a nivel mundial, como en el caso de la marula (Sclerocarya birrea), de la cual, durante miles de años la gente ha dependido de los árboles que la producen para obtener alimentos y medicinas. También se exporta a nivel mundial como ingrediente de un licor de crema.
Entre las más peculiares se encuentra la ciruela mobola, que proviene de un árbol de hoja perenne de tamaño mediano con una copa casi redonda en forma de hongo que puede crecer más de diez metros de altura. La fruta comestible tiene forma ovoidal de color amarilla, se utiliza para hacer papillas, mermeladas o conservada en almíbar. Su pulpa tiene un alto contenido de grasa y vitamina C. También se usa con fines medicinales para el tratamiento del cáncer, problemas de oído, dolor de ojos, fiebre, neumonía e infecciones microbianas.
Otras que destacan son el mopalamo (Phoenix reclinata) que tiene buen contenido en fibra; la baya de agua (Syzygium guineense), que aporta grasas; el mwambo (Manilkara mochisia), que registró la mayor cantidad de energía calórica. Cien gramos de umnumbela (Englerophytum magalismontanum) contienen 0.08 litros de humedad, que es más o menos equivalente a una manzana promedio.
Aunque todavía está por determinarse el potencial comercial de estas frutas, la medición de la calidad de sus proteínas dirá qué tan digestibles y biodisponibles son sus aminoácidos.
De considerarse el cultivo a gran escala, no solo impulsarían la economía de las regiones productoras, sino que serían una alternativa para mejorar la dieta y la salud que podrían exportarse a todo el mundo.
Con información de www.uj.ac.za, EurekAlert y Plants [Proximate Analyses and Amino Acid Composition of Selected Wild Indigenous Fruits of Southern Africa]
Foto: Southafrica.net