Por Onel Ortíz Fragoso
El pasado ha construido la utopía de la unidad latinoamericana, pero sólo ahora existen las condiciones tecnológicas; así como, la necesidad social, política y económica de construirla realmente.
Las comunicaciones digitales acortan las distancias. Los problemas son globales y compartidos. La idea bolivariana de una sola nación latinoamericana debe evolucionar hacia una asociación de naciones democráticas, solidarias, progresistas; capaces de generar el bienestar para sus sociedades.
El próximo 13 de agosto, se conmemorarán 500 años de la caída de la Gran Tenochtitlán, capital del imperio azteca. Fecha simbólica, no sólo para los mexicanos, sino para Latinoamérica, porque ocurrió en los mismos momentos en que el imperio español, en aras de su expansión, colonizó a sangre y fuego nuestro continente. Destruyó a su paso el legado de los Aztecas, Incas, Mayas y otras grandes culturas de nuestras tierras.
La fuerza de los pueblos
Los conquistadores intentaron destruir nuestro arte, nuestras construcciones e idiomas, no lo lograron por que las piedras de Machu Picchu, Tenochtitlán y Palenque son eternas. Saquearon nuestras riquezas. La viruela y la esclavitud casi acabó con nuestros ancestros, pero esto no ocurrió por la fuerza de nuestros pueblos. Tres siglos después, Latinoamérica nació como una región de repúblicas independientes que tuvieron que contener las invasiones e intentos de reconquistas de países europeos y después, el acoso intervencionista de Estados Unidos.
Nada justificó en el pasado, nada justifica ahora el bloqueo que Estados Unidos mantiene sobre Cuba o que la CIA siga alentando o patrocinando intentos golpistas e intervencionistas en naciones americanas, como lo hizo en Chile y Argentina.
El conservadurismo en Latinoamérica ha sido un obstáculo para el desarrollo, paz y bienestar de la región. Primero, los conservadores mantuvieron prendida la llama de la dependencia de una potencia europea: España o Francia, como ocurrió en México; después aspiraron a una sumisión absoluta al gobierno de Estados Unidos. Su apuesta es por una sociedad de élites económicas y políticas. Afortunadamente la democracia ha avanzado en el continente y comienza, no sin riesgos, una etapa de consolidación.
Estados Unidos necesita a Latinoamérica
El momento geopolítico es diferente. Hay que aprovechar las oportunidades. Conviene leer y escuchar nuevamente el discurso de Andrés Manuel López Obrador en el 238 Aniversario del natalicio de Simón Bolívar. Habló de una integración económica con soberanía, como una vía real de transformación. Ante el crecimiento de China y de su papel predominante en la economía mundial, Estados Unidos necesita a Latinoamérica como aliada; mientras que a nuestras naciones conviene un Estados Unidos fuerte en lo económico, no sólo en lo militar.
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La agenda que puede convocar a Latinoamérica es amplia. En primer lugar, resolver juntos cómo nuestra región sale de la pandemia de Covid-19, la cual ya es la tercera peste más grande que ha enfrentado la Humanidad; inmediatamente después está la agenda para el bienestar, de los derechos sociales y las libertades personales; muy importante, el combate a la corrupción en los gobiernos y la atención a la problemática que representa la migración; para cerrar, con los temas relacionados con el desarrollo de la economía y el intercambio comercial.
Se requiere que los gobiernos actúen y que la sociedad participe. Esfuerzos como el representado por el Grupo Puebla, el cual cumple dos años, deben incrementarse, alentarse y proyectarse. Es el momento de la política, de la buena política. La construcción de la Unión Americana, como en su tiempo fue la Unión Europea, es posible y necesaria. Eso pienso yo. ¿Usted que opina?
@onelortiz /Foto: Archivo/El Ciudadano