La solicitud planteada el 26 de julio por Andrés Manuel López Obrador al mandatario estadounidense Joe Biden de «tomar una decisión» sobre levantar el bloqueo económico a Cuba representa un capítulo significativo en la relación de la República Mexicana con ambos países.
El posicionamiento refleja un cambio de paradigma en el Estado Mexicano, que tradicionalmente ha oscilado entre la pasividad desprendida de la doctrina Estrada o política de no intervención, y la voluntad de convertirse en un apoyo a la política internacional estadounidense, tal como ocurrió cuando personajes como Jorge Castañeda, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto estuvieron en el poder.
Y a pesar de que la ayuda humanitaria que México ha brindado a Cuba nunca se ha frenado del todo, las relaciones diplomáticas entre ambos países han experimentado altibajos considerables.
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Sin México, se antoja difícil que la Revolución Cubana hubiera tomado lugar. Fue en México que las cabezas del Movimiento 26 de julio pudieron exiliarse, reagrupar fuerzas, entrenar, imprimir propaganda.
Fue con artistas marciales y boxeadores mexicanos que se acondicionaron físicamente y fue en el Lago de Chapultepec donde los futuros revolucionarios cubanos iban a remar y a fortalecer en general su físico.
Y fue de costas mexicanas que partió en 1956 rumbo a Cuba el barco con revolucionarios, ese barco al que le servía un sólo motor y llegó por milagro.
Y fueron los Niños Héroes, entre otros próceres mexicanos, quienes sirvieron de ejemplo a Fidel Castro para su propia lucha contra el imperialismo yanqui. Zapata y Villa fueron para él igualmente inspiradores.
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A su vez, Cuba ha ayudado a México en más de una ocasión, antes y después de la Revolución Socialista. Tal como lo señala el Dr. Carlos Tello Díaz, en su monografía La relación de México con la Revolución Cubana 1855-2005, la isla dio cobijo a mexicanos en 1910, que debieron abandonar el país con motivo de la Revolución Mexicana.
El salinato tardío, el foxismo y los buenos oficios de Jorge Castañeda: la fractura de la diplomacia
Tras el triunfo de la Revolución Socialista en Cuba en 1959, México y Cuba mantuvieron una relación de cordialidad: intelectuales mexicanos cursaron en la Isla parte de su formación en humanidades y en la Ciencia Política, y viceversa..
Sin embargo, al final del salinato, al filo del cambio de milenio, el estado mexicano se apartó de su política de no intervención y de respeto a la autodeterminación de los pueblos para abrazar la causa del respeto a los derechos humanos –esto es, el respeto a los derechos humanos fuera de los Estados Unidos, y con enfoque particularmente riguroso en los países que desearan preservar su autodeterminación contra los ímpetus expansionistas del régimen yanqui.
Nos referimos, pues, al enfoque suscrito en aquella época por la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, en cuyas sesiones México emitió un voto contra Cuba en materia de Derechos Humanos en abril de 2001, ya en el sexenio de Vicente Fox.
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Fue el canciller Jorge Castañeda el diplomático que emitió el voto, y quien más adelante respondió a los reclamos pronunciados desde La Habana diciendo que los cubanos “estaban ardidos”.
El 21 de marzo de 2002, Vicente Fox solicitó a Fidel Castro abandonar la Conferencia Nacional sobre la Financiación del Desarrollo organizada por Naciones Unidas en Monterrey, diciéndole “Comes y te vas”.
Tras un nuevo voto desfavorable contra Cuba en Ginebra, el embajador cubano Ricardo Pascoe Pierce abandonó su embajada en México.
En 2003 México se pronunció por forzar en Cuba la recepción de un representante de la CDHNU que llegara a la isla a acreditar la situación general de los Derechos Humanos, decisión que contribuyó a desarreglar aún más las situaciones entre ambos países.
Poco después, Cuba extraditó a México al empresario argentino Carlos Ahumada, buscado por el gobierno de la Ciudad de México, entonces encabezado por Andrés Manuel López Obrador, a algunos de cuyos altos funcionarios había exhibido el empresario en actos de corrupción que se exhibieron en cadena nacional.
La extradición se dio contra el beneplácito del presidente Vicente Fox y su círculo cercano, quienes habían incentivado a Ahumada para deslegitimar mediante los videos a la regencia de López Obrador.
En 2012, el expresidente Felipe Calderón realizó una visita oficial a Cuba, donde fue recibido por Raúl Castro, así como con representantes del parlamento Cubano. Según relataron Calderón y la cancillería cubana, Raúl Castro dio garantías de que la isla se encontraba ya en un momento de cambio de régimen.
Sin embargo, a pesar de que la visita de Calderón a Cuba encontró abundante eco en la prensa internacional, no logró restaurar del todo la fractura que había dejado Vicente Fox.
Además, cinco años después, en 2017, Cuba negó la entrada al entonces expresidente Felipe Calderón cuando pretendía viajar a la isla a un homenaje al disidente Oswaldo Payá, que se celebraría entre varios líderes de la Derecha latinoamericana. Por otra parte, el homenaje habría sido tramado desde Washington para generar inestabilidad en la isla.
En 2015, Raúl Castro realizó su primera visita diplomática a México, ya durante la presidencia de Enrique Peña Nieto. Ser trataron predominantemente temas migratorios, fenómeno que se incrementó notablemente en territorio mexicano con migrantes provenientes desde Haití y Cuba a partir de 2016, muchos de los cuáles se quedaron varados en territorio mexicano.
No se consiguió en la administración peñista, sin embargo, gran avance en la reestructuración de la relación diplomática con Cuba u otros países de Latinoamérica y el Caribe, toda vez que la mayor parte de los esfuerzos se centraron en tratar de neutralizar la hostilidad del gobierno de Donald Trump hacia México.
López Obrador: un sexenio de reconciliación
La relación, sin embargo, que ha conseguido la administración de Andrés Manuel López Obrador con el régimen cubano, ha marcado una diferencia sustantiva con todas las administraciones que a lo largo del siglo XXI han desfilado por Los Pinos. El acercamiento que ni Calderón ni Peña Nieto lograron con la isla, el presidente en funciones lo ha conseguido apenas a la mitad de su mandato.
Este restablecimiento de las relaciones entre México y Cuba han sido posible no sólo gracias al respeto de la actual administración por la autodeterminación de los pueblos, sino porque no se ha confabulado con los intereses de Washington.
Más aún, en un acto inédito, el Ejecutivo mexicano ha solicitado al presidente estadounidense Joe Biden «tomar una decisión» sobre el bloqueo impuesto a la isla desde el Imperio. Además, López Obrador se ha pronunciado abiertamente contra «el sometimiento político» del pueblo y el gobierno cubanos por parte de Estados Unidos, agregando que no es suficiente con votar cada año en las Naciones Unidas contra el bloqueo sino que es preciso aliviar en la medida de lo posible la carencia de insumos básicos de la población de la isla.
«No debe haber intervencionismo, no debe utilizarse la situación de salud del pueblo de Cuba con fines políticos, eso debe quedar de lado», ha dicho el presidente mexicano.
Esta política exterior, pues, apunta a reforzar la autodeterminación de los países de América Latina y el Caribe, en dirección contraria a las administraciones anteriores, particularmente la de Vicente Fox, completamente subordinada a la tradición de política extraterritorial de Estados Unidos.