Por Asamblea Popular Constituyente D20
Desde el inicio de la transición democrática y hasta nuestros días, cada intento en el congreso por realizar modificaciones de fondo al modelo económico imperante, ha terminado siempre y de forma lapidaria en fracaso. Esto, porque todas las votaciones relevantes se sujetan al quórum de 2/3 fijado por la Constitución del 80, entonces durante todo este largo trayecto o no hubo fuerza transformadora real o bien, hubo carencia de voluntad política.
Así fueron quedando en el camino las reivindicaciones y sueños de los pueblos: educación de calidad, vivienda digna, derecho a la salud, fin al actual sistema de pensiones, en fin. Pero estoicos resistimos, porque en algún minuto llegaría el “chorreo” de la economía social. Nada de eso ocurrió y hoy luego de masivas protestas, muertes, prisiones injustas y mucha represión, estamos ante la oportunidad de proponer una nueva Constitución.
Pero seguimos alertas, porque cuando el candidato presidencial del Frente Amplio dice: “gracias a las movilizaciones de miles de personas, podemos decir que la Constitución de 1980, aquel pilar sobre el cual se sostenía el orden social injusto y excluyente, está muerto…1”, sabemos por experiencia que no es tan cierto y lo estamos viendo en la Convención. Es que quienes se denominan a sí mismos como “fuerzas transformadoras”, como el Frente Amplio o incluso el PS, son solo discurso, pues en la práctica no se atreven a cerrar el ciclo del sistema neoliberal.
El quórum de los 2/3 del artículo 133 de la Constitución todavía vigente es una garantía para las elites. Alcanzar esas votaciones supramayoritarias al interior de la Convención es casi imposible en virtud de la correlación de fuerzas existente y en términos concretos, nos aleja la posibilidad de cambiar el paradigma del lucro en Chile.
Sin embargo, hay quienes siguen defendiendo esta proporcionalidad en la aprobación de las normativas constituyentes ¿Por qué le dan poder de veto a la minoría si será en contra del bienestar de los pueblos? Y no solo eso, sino que cierran la puerta a mecanismos de participación directa y vinculante que permitan a las comunidades ser parte de la redacción. Nos parece una humillación a los pueblos soberanos que quienes se definen “de izquierda”, defienden con tanto ímpetu la continuidad de la democracia tutelada.
Los plebiscitos dirimentes y vinculantes son una herramienta que permite a las personas destrabar aquellas divergencias que las y los convencionales no logren resolver y por lo tanto, participar de manera directa en la redacción de la nueva Constitución. Estas acciones devuelven el debate constitucional a las organizaciones y territorios sin intermediarios. Así lograremos avanzar en la profundización democrática y en el ejercicio del poder desde y para los pueblos.
Nota
1 BORIC, G. MANIFIESTO PROGRAMÁTICO. Página 1. Proceso Primarias 2021.