Chile: ¿Inflación?

Los economistas que han hecho exageradas y más bien apocalípticas predicciones respecto de la inflación conocen perfectamente la distinción acá descrita, entre un alza de precios derivada de un fuerte incremento en la demanda solvente, y otra originada en emisión monetaria desbocada

Chile: ¿Inflación?

Autor: Ciudadano

Estoy asombrado. Los más reputados economistas del país, con un par de honrosas excepciones, así como la unanimidad de las instituciones del Estado que se han pronunciado al respecto, encabezadas por el Banco Central de Chile, han advertido de modo bastante destemplado que un cuarto retiro AFP desatará la inflación. 

Los precios cambian todos los días y es de uso común denominar inflación a cualquier aumento de los mismos. El diccionario español denomina así al aumento en el nivel general de precios que usualmente mide el índice de precios al consumidor. Para la teoría económica, sin embargo, la inflación es un concepto preciso: se trata de un fenómeno estrictamente monetario, causado por emisión de moneda que excede la demanda por dinero y consecuentemente la deprecia. 

No es lo mismo un alza de precios, por general que sea, ocasionada por incrementos en la demanda solvente, es decir, sustentada por dinero real o moneda que refleje adecuadamente su valor, que un alza de general de precios originada en demanda financiada con emisión que, por exceder la demanda por dinero, haya depreciado la moneda. En el primer caso las cosas suben realmente de precio, en el segundo es la moneda la que se deprecia. 

En ambos casos los precios suben, pero mientras en el primero ello obedece a la constante interacción entre demanda y oferta, necesaria para ajustar la segunda a la primera y los precios de las cosas a su valor, en el segundo caso, en cambio, ello obedece a la depreciación de la moneda, lo que afecta todo lo que se mide en ésta. 

La diferencia es más notoria en el caso de los salarios o los depósitos no reajustables. En el primer caso, aunque los precios hayan subido, la moneda en que se miden no se ha depreciado, por lo tanto el valor de salarios o depósitos permanece intacto y permitirá comprar las mismas cosas que antes una vez que la oferta se haya ajustado a la demanda y los precios de éstas vuelvan a su valor. En el segundo caso, el valor real de salarios y depósitos se reduce porque la moneda en que se expresan vale menos.

Como se puede apreciar, la distinción no es trivial y resulta muy importante para comprender el efecto sobre los precios de los retiros AFP. Un cuarto retiro sin duda estimulará la demanda solvente por bienes y servicios, en particular los de aquellos que adquieren quienes tienen derecho a efectuar los retiros: los once millones de afiliados activos al sistema AFP, que rotan constantemente en los seis millones de ocupaciones asalariadas que mueven la economía del país, y un millón y medio de jubilados por dicho sistema. 

Así sucedió con los retiros anteriores, que incrementaron su poder de compra en el equivalente a un 55 por ciento de la masa de sus remuneraciones imponibles de los últimos 12 meses, elevando su participación desde un 32 por ciento a más de un 50 por ciento del PIB, lo que no sucedía desde 1973. 

Ello ciertamente elevó transitoriamente los precios de muchas cosas cuya oferta no logró ajustarse a la nueva demanda, especialmente por las alteraciones de todo tipo generadas por la pandemia, lo que benefició a las empresas y personas proveedoras de los mismos. 

Por cierto, todo ello incidió en forma determinante en la rápida recuperación de la economía y el empleo la que, sin embargo, aún es frágil, está muy por debajo de su nivel potencial y enfrenta muchos riesgos, entre éstos un probable rebrote COVID. 

Sin embargo, los retiros no han emitido un solo peso, lo cual por lo demás es resorte y responsabilidad exclusiva del Banco Central. Por lo tanto no han debilitado el peso en modo alguno. 

Evidentemente el cuarto retiro tampoco resulta en elevar por sí mismo la emisión monetaria ¿Como puede entonces depreciar la moneda y desatar inflación? Algunos economistas han respondido a esta pregunta diciendo que el BC sí ha emitido moneda de manera significativa para facilitar los retiros y sostener los precios de activos financieros liquidados por las AFP para solventarlos. Efectivamente ha sido así, pero dicha emisión monetaria, que según el BC ha alcanzado a unos 10 mil millones de dólares, no es significativa y ciertamente insuficiente para compensar el fuerte incremento en la demanda por dinero derivada de la recuperación económica.  

La demanda por dinero es una cantidad objetiva, es la suma del dinero que se requiere para realizar las compraventas, considerando la cantidad de veces que se utiliza una misma moneda, y lo necesario para saldar deudas netas. La demanda por dinero crece constantemente a medida que la economía crece. También, de modo contra intuitivo, cuando se precipita una crisis, porque se congela el crédito y aumenta bruscamente la demanda por dinero para pagar aquellos que ya no se renuevan. 

La autoridad monetaria tiene la importante misión de ajustar constantemente la emisión monetaria a estas constantes variaciones, lo que constituye un verdadero arte. Adicionalmente, tiene que preocuparse de adecuar la emisión para lograr un impacto positivo sobre el crecimiento económico. 

El gran aporte de Keynes, fundador de la teoría macroeconómica, es haber mostrado que la emisión para financiar gasto deficitario del Estado permite sostener la demanda durante las crisis y, aparte de aminorar sus terribles efectos sobre familias y empresas, permite restablecer el crecimiento y con ello la demanda por dinero, aminorando así sus eventuales efectos inflacionarios. De este modo, la moderna misión de la autoridad monetaria no es sólo preocuparse de mantener el valor de la moneda ajustando la emisión a la demanda por dinero, sino también adecuarla a los ciclos económicos de modo de suavizarlos. 

Por estos motivos, la crisis COVID y su recuperación han hecho crecer la demanda por dinero fuertemente y su recuperación ha acentuado dicho requerimiento monetario. Por lo tanto, en modo alguno la emisión que indirectamente se puede relacionar con los retiros ha depreciado la moneda. 

De hecho el peso se ha apreciado a la par con el dólar desde que éstos se iniciaron hace un año, en alrededor de 7 ciento al día de hoy si se miden en oro. Ello no ha sucedido con las monedas de otras economías emergentes, las que se han depreciado en este período. Hay que consignar además que desde que se iniciaron los retiros también se han apreciado la cuota del fondo AFP y la bolsa chilena, medidas tanto en UF cómo en dólares como en oro (ver precios en este vínculo).  

Los economistas que han hecho exageradas y más bien apocalípticas predicciones respecto de la inflación conocen perfectamente la distinción acá descrita, entre un alza de precios derivada de un fuerte incremento en la demanda solvente, y otra originada en emisión monetaria desbocada. Si ninguno de ellos lo ha hecho notar, y por el contrario, han abusado del término “inflación” sin precisar su contenido, es porque quizás no conviene al real propósito de tales predicciones, que en la mayoría de los casos no es otro que defender el abusivo y fiscalmente irracional ahorro forzoso, rechazando el cuarto retiro.

Manuel Riesco, Vicepresidente CENDA


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