‘Clarísima’ de Nicola Tesla: En el horizonte de la mente

¿Qué ves cuando te miras al espejo? La respuesta de ti mismx frente aquel cristal siempre es imprecisa, volátil, a veces disfrazada de amor propio y otras de fragilidad, nuestra historia en los espejos es tal como dijo el poeta Borges, prolongar lo vano del mundo incierto, confrontar ese objeto en donde todo acontece y nada se recuerda. El espejo puente, el espejo intruso.

Clarisa Fritz es quien protagoniza el documental ‘Clarísima’ (2016), dirigido por Nicola Tesla. Esta artista visual revela en poco más de media hora, algunos retazos de la historia de su abuela Clarisa y cómo se deteriora su salud producto del Alzheimer. En 34 minutos, Nicola comparte con crudeza y ternura algunos fragmentos íntimos de esta mujer, mamá, abuela y vecina, mientras se desplaza en un doméstico que se vuelve cada vez más esquivo y cruel, así como el olvido.

La cámara apuesta por una coreografía temeraria, inapelable en su voluntad de registrar cómo se desarma la memoria, cómo se desdibuja la vida de una mujer a la que se ama tanto. El ojo registra entre el desprolijo y la ternura, entre preguntas incómodas, sujeto a un dictamen superior que nace desde la verdad sin miramientos, porque cuánta tibieza hay en esta abuelita tomando once o atizando el fuego de la estufa, porque cuánto duele que no sea capaz de entrar a su baño por esa intrusa que la observa desde el espejo cada vez que lo intenta.

‘Clarísima’ es un viaje de grises, de una bebida junto al lago, de una familia pobre que se agrieta por la violencia de una mente que se escabulle y abandona. Y si bien la historia de Clarisa es la de una abuelita como tantas otras, el ocaso de una mujer trabajadora en un país de mierda como este, su poder radica en que logra atraversarnos y ser más que la triste brevedad de una vieja en la provincia; en la decisión de la realizadora por recuperar el relato de su abuela proleta, brilla la oportunidad de encontrarnos con la propia historia que cargamos, la más sencilla, la más gigante como una tarde de risas y flores en el antejardín con los tatas.

Perfecta suena en un momento “La Conquistada” de Los Jaivas. Esta vez no vemos a Clarisa aunque su sombra sigue allí. Una placita, mientras dos mujeres se columpian en nombre de todo el planeta, un vaivén por tantos siglos de humanidad, el plano delicado y profundo mostrando de qué estamos hechxs.

Jamás sabremos lo que aguarda tras los espejos, parece mejor convivir con el embrujo que los habita, saborear sus almas veleidosas, sus verdades, sus sospechas. Atardece en el espejo. Al fondo, el sol de Clarisa se esconde.