En Portugal incorporan los insectos a la dieta y los asumen como el alimento del futuro

El país europeo dio luz verde a la comercialización y consumo de insectos para humanos, limitado hasta ahora a alimentación animal.

En Portugal incorporan los insectos a la dieta y los asumen como el alimento del futuro

Autor: Félix Eduardo Gutiérrez

Dos tipos de grillos, de larvas, de langostas y un escarabajo llegarán a los estantes de los supermercados de Portugal este verano, una nueva fuente de proteína barata y sostenible que los países europeos abrazan como el alimento del futuro.

La Dirección General de Alimentación y Veterinaria (DGAV) lusa abrió el camino a la comercialización y el consumo de insectos para humanos en junio -limitado hasta ahora a alimentación animal en Portugal- dentro del periodo transitorio del reglamento europeo sobre nuevos alimentos, informó la agencia EFE.

Se trata de siete especies que «ya se comercializaban en al menos un estado miembro», confirmó Paula Bico, directora de Servicios de Nutrición Alimentaria de DGAV.

Son especies que ya es posible «producir y utilizar» en Portugal, que sigue el rastro de países como Bélgica, Holanda y República Checa en los que este alimento es cada vez más habitual, agregó.

«Las dos más habituales» son la larva de la harina (Tenebrio mollitor) y el grillo doméstico (Acheta domesticus), comentó Bico.

Barritas de chocolate, harinas de sabores y snacks que «camuflan» a los grillos y larvas serán la primera experiencia de los consumidores lusos, una apuesta para que el consumidor «acepte» lo mejor posible a los insectos.

El reto ahora es conseguir «derribar prejuicios», cuenta Guilhem Pereira, responsable de Portugal Bugs, una empresa de producción de insectos que nació en las aulas de la Universidad de Oporto.

En un futuro más habituado a esta nueva proteína «los insectos saborizados serán habituales», pronostica Pereira, quien cree que los grillos con sabor a jamón o queso pueden convertirse en las nuevas patatas fritas que acompañen una cerveza.

GRILLOS Y LARVAS, LAS ESTRELLAS DEL MENÚ

De las siete especies aprobadas, Guilhem produce las dos más habituales en su granja: el gusano de la harina (Tenebrio mollitor) y el grillo doméstico (Acheta domesticus).

El primero pasa ocho semanas de crecimiento en estado de larva y sirve para la elaboración de cuatro tipos de harina, barritas de chocolate y otros aperitivos.

Además «la producción es mayor que la de los grillos, pues necesita menos espacio».

El grillo doméstico tiene mayor cantidad de proteína que el tenebrio «ronda del 60% al 70 % de proteína», relata Oscar Silva, fundador de la empresa de entomoculturas GotanBug.

«La harina de grillo tiene un olor más suave que puede recordar a los frutos secos» compara Silva, y cuenta que la harina de tenebrio tiene una «mayor proporción de grasa» que puede resultar menos agradable a quien no esté habituado.

Como no sufre metamorfosis, su cría es más sencilla: el microgrillo nace del huevo y aumenta su tamaño hasta llegar a una fase adulta.

UNA NUEVA CADENA DE VALOR

«Para producir un kilo de carne de vaca gastamos diez kilos de pienso», dice Pereira, y explica que con la misma cantidad de alimento la producción de tenebrio se multiplica por nueve.

En cuanto a los gases de efecto invernadero «en comparación con las vacas, los tenebrios suponen una reducción del 1.000%», asegura.

La utilización de recursos hídricos es «cercana al gasto cero», aclara Silva, porque «la mayor parte de los insectos no tiene necesidad de acceso a una fuente de agua, la obtienen de los propios vegetales que consumen», concuerda Pereira.

Un alimento que procede de desperdicios agrícolas, una idea clara para Silva, que afincó su empresa en una zona agrícola «precisamente por eso»: usan los sobrantes de la zona, que actualmente suplen todas sus necesidades.

«Introducimos en la cadena de valor algo que antes no lo tenía», subraya sobre la economía circular en torno a la producción de insectos.

Vegetales que salen de la cadena de comercialización porque no se ajustan al canon del mercado, restos de cereales o levadura de cerveza de las fábricas alimenticias, «los insectos pueden dar un destino mejor a la comida que la basura».

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