A 100 años de su nacimiento el legado de Paulo Freire sigue inspirando a educadores de todo el mundo

En su libro Pedagogía del Oprimido el autor critica el espíritu de la concepción bancaria de la educación, según la cual la educación es el acto de depositar, de transferir, de trasmitir valores y conocimientos.

A 100 años de su nacimiento el legado de Paulo Freire sigue inspirando a educadores de todo el mundo

Autor: Félix Eduardo Gutiérrez

«Todos sabemos algo. Todos ignoramos algo. Por eso siempre aprendemos», dijo en alguna ocasión Paulo Freire,  el educador brasileño nacido en Pernambuco, que creó un revolucionario método de alfabetización vinculado con la vida cotidiana de los estudiantes.

El mítico personaje cumpliría 100 años este domingo 19 de septiembre y la permanencia de su pensamiento es indudable después de su muerte en 1997. Se comprueba en la actualidad al ser recordado permanentemente por mecenas de la educación brasileña. 

Freire vertió sus ideas en varios libros de su autoría, en el que desarrolló el concepto de la educación liberadora y explicó por qué consideraba que esta se basaba en una educación a la que definió como bancaria.

Este concepto lo describe en su libro Pedagogía del Oprimido, en el que Freire critica el espíritu de la concepción bancaria,  para la cual la educación es el acto de depositar, de transferir, de trasmitir valores y conocimientos. 

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Al reflejar la sociedad opresora, la educación bancaria mantiene y estimula la dicotomía educador-educandos, entre el que sabe y el que no sabe, entre quien narra o transmite un saber y quien lo memoriza, entre quien ostenta el poder, la autoridad y quien se somete a ella.

En esa concepción de educación todo gira alrededor del maestro, él es el protagonista principal. La educación es eminentemente vertical, el educador impone las reglas y establece una relación de opresor-oprimido.

El principal hallazgo de Freire es que este tipo de relaciones trasciende el plano propiamente pedagógico, por lo cual es posible extender ese análisis al resto de la sociedad para explicar la estructura de la dominación.

Frente a la educación bancaria, cuyo propósito es la domesticación social, Paulo Freire propone la educación liberadora, la cual comienza con la superación (no la inversión) de la contradicción educador-educando.

Desde esa perspectiva, educador y educando son sujetos intercomunicados quienes se reconocen en sus respectivos roles, juntos aprenden, juntos buscan y construyen el conocimiento en la medida en que sientan que tienen un compromiso para hacerlo con libertad y capacidad de crítica.

De acuerdo con Freire, la educación desde esta perspectiva, involucra el acto de conocer y no la mera transmisión de datos. De esta manera maestros y estudiantes comparten un mismo status, construido conjuntamente en un diálogo pedagógico caracterizado por la horizontalidad de sus relaciones.

La educación liberadora no se considera apolítica, ni no ideológica: tiene un propósito claro que es la revelación y el desmontaje de las estructuras de la dominación, no solo educativas, sino sociales.

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La educación mundial y los procesos de enseñanza se alimentan de los aportes de Paulo Freire. Foto: WEB.

La educación liberadora promueve el diálogo, a través de la palabra, como lo fundamental para realizar el acto cognoscente, despierta la creatividad y la crítica reflexiva en el educando, refuerza el carácter histórico de los seres humanos, promueve el cambio y la lucha por la emancipación.

Frei Betto, teólogo brasileño, continuador de la obra de Freire ha dicho al sobre la educación liberadora y su concreción en la educación popular: “es el método del socialismo, y el socialismo el nombre político del amor”. 

Algunas de sus frases

La concepción de la educación desarrollada por Paulo Freire se evidencia en muchas de sus frases emblemáticas, que a pesar de haber sido dichas en el siglo pasado, todavía traen lecciones a la realidad actual de Brasil y de la educación global. Recordemos algunas de ellas:

«Una de las cosas que creo que debemos hacer es no envejecer nunca. No dejar que el niño, la niña que solíamos ser, envejezca. En este sentido, soy y no soy joven. Soy un anciano que se renueva. . Me siento bien en la medida en que trato de hacer bueno el momento que vivo. Mi búsqueda es una búsqueda de aquellos que nunca quieren quedarse de brazos cruzados frente al presente, frente a la realidad actual, la realidad en la que yo soy.»

“De hecho, no hay futuro como algo que se espera, porque todo futuro es la creación que se hace a través de la transformación del presente. En este sentido, no se puede envejecer en el sentido de volver siempre a lo que fuimos. Es en este sentido que les digo que siempre trato de mantener en mí al niño y al adolescente que fui, siempre inserto en la búsqueda de algo nuevo, algo diferente”.

«Hay una relación indiscutible entre lenguaje y contexto social. Y sucede que Brasil ha vivido 21 años de silencio subrayado en los 485 años de formación autoritaria que nos caracteriza. Obviamente, el silencio siempre ha sido el silencio, sobre todo, de la clases trabajadoras, de las clases Las clases dominantes brasileñas, estas han tenido una voz, con la que ahogar la voz de las clases populares. […] Creo que podemos salir de este agujero y seguir eliminando esta oscuridad. y retomando, un poco, la voz necesaria «.

«Cualquier campaña de alfabetización en Brasil que no pase por una preocupación seria y profunda con la escuela primaria pública, cualquier preocupación por la alfabetización de adultos que no implique una inyección de fondos en las escuelas primarias públicas probablemente fracasará».

«Fue una fiesta hermosa [el regreso a Brasil después del exilio]. Es bueno saber que nuestros amigos nos aman. Vale la pena vivirlo».

“La educación por sí sola no lo hace todo, pero sin ella no se puede hacer todo. El bien del trabajo del educador, del educador, es precisamente saber que algo puede hacer e insistir, no dejar que la educación descanse, acose, mofa educación para que pueda permitir el cumplimiento de algunos de nuestros deberes «.

“Venir hoy aquí y hablar con compañeros que aprendieron a leer me recuerda los encuentros que tuve hace 40 años en Recife y en la Zona da Mata de Pernambuco, como me recuerda a los encuentros que tuve en África, con campesinos africanos, diciendo el Lo mismo que dicen los de aquí, hablando el mismo idioma en otro idioma. Básicamente, este es un derecho que tenemos los progresistas, el derecho a seguir emocionándonos con sueños de cambio».

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