Medios internacionales aseguran que los europeos nunca habían pagado tarifas tan elevadas de electricidad, que para la mayoría del bloque superaron la semana pasada los 150 euros por MWh (mega watio hora).
Las subidas diarias se calculan en más del 25% y hubo países que pagaron en algunos días más de 200 euros por MWh. Para llegar a esos límites, que los gobiernos intentan contener reduciendo impuestos y metiendo mano a las empresas eléctricas –que se están haciendo de oro-, se dio una tormenta perfecta que mezcla el sistema regulatorio del mercado eléctrico, condicionantes económicos y hasta la falta de viento, reseñó Clarín.
Se sabe que en Europa unos países son más dependientes de la energía nuclear, (Francia, Bélgica), otros lo son más del carbón (Polonia) y otros han ido aumentando su cuota de renovables en el mix energético hasta superar un tercio (España, Alemania).
Sin embargo, las subidas afectan a todos, aunque unos las hayan pasado ya a la tarifa que pagan los ciudadanos y otros, por su sistema regulatorio, la pasarán con el cambio de año.
El sistema “forma” precios de una forma similar en toda Europa, un sistema que encarece artificialmente la electricidad.
Los gobiernos (a través de alguna empresa o agencia pública) calculan a diario la energía que necesitarán al día siguiente y compran esa energía a las empresas.
Unas energías son más baratas que otras y compran primero MW producidos a través de esas fuentes de generación. Se empieza a comprar renovables, se pasa a hidroeléctrica, después a nuclear. Cuando falta, se compra algo de carbón y electricidad producida con gas natural, la más cara de todas.
Prácticamente toda Europa importa gas y los grandes proveedores son Rusia, Argelia y Noruega. El gas está relativamente caro y las empresas que lo importan y lo distribuyen pagan también derechos de emisión de CO2, a lo que obliga la normativa europea para hacer que “quien contamine pague”.
Hasta ahí el sistema sería normal porque electricidad generada con gas sólo se usaría en condiciones de mucha demanda y se compraría siempre primero la más barata.
Pero el sistema no es tan “normal”. Porque la forma en que se crean los precios hace que toda la energía comprada un día se pague al precio de la más cara. Si el MWh de electricidad generada con molinos eólicos estaba a 20 euros y la generada a partir de gas natural importado a 100 euros, se paga todo a 100 euros.
Los gobiernos intentan meter mano como sea a una estructura prácticamente blindada por la normativa. Mientras, explican que el problema no es el precio de emisión de la tonelada de carbono ni que en unos pocos meses hubiera menos viento del habitual. El problema es un sistema de “formación” de precios que hace que toda la electricidad se pague al precio de la más cara.
España fue el primer país en reaccionar con medidas que el diario Financial Times consideró que podían ser imitadas por otros países europeos. El gobierno español busca recuperar anualmente hasta 4.000 millones de euros de beneficios de las empresas eléctricas porque considera que fueron obtenidos a través de este mecanismo de generación de precios.
Sus otras medidas, como reducir el IVA que paga el ciudadano en la tarifa de la electricidad o dar pequeñas ayudas (Grecia dará 100 euros a cada hogar) son un pequeño parche que no tapa la espectacular subida de los últimos meses.
La Comisión Europea asegura que está siguiendo ese auge de los precios de la electricidad pero que por ahora no ve la forma ni la necesidad de intervenir.
Bruselas no lo dice abiertamente, pero entiende que una parte de la subida es imposible de contener (hay menos renovables porque desde hace dos meses hay menos viento del habitual y los molinos no generan lo que solían generar por esta época) y que otra parte es incluso beneficiosa porque forzará a los gobiernos a seguir invirtiendo en la forma de generación eléctrica que es ya las más barata (las renovables) a la vez que la no contaminante.
Los comisarios europeos al mando de las políticas contra la crisis climática, dirigidos por el holandés Frans Timmermans, número dos del Ejecutivo europeo, saben y repiten que la transición ecológica se hará con altos precios de la energía.
Añaden que la solución no viene por contaminar más (además, el carbón y el gas natural son las fuentes de generación que más contaminan) sino por compensar a los hogares con más problemas para pagar las tarifas. Empiezan a verse algunas medidas, como el cheque griego y pequeñas ayudas en muchos países, pero todavía lejos de lo suficiente para compensar lo que la electricidad subió durante el verano europeo.
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