Alejandro Vilca es recolector urbano, referente del Frente de Izquierda y legislador de la provincia de Jujuy desde 2017. El bloque es hoy la tercera fuerza a nivel nacional después de unas elecciones primarias históricas. Vilca obtuvo 23% de los votos y está cerca de obtener la primera banca federal para la izquierda por el distrito del noroeste.
Alejandro Vilca está cerca de realizar la hazaña de entrar al Congreso argentino. Sería un paso histórico para la izquierda y para un hombre de 45 años y orígenes humildes, recolector de residuos vuelto legislador provincial, socialista y de apellido y ascendencia aymara, pueblo originario americano que habita Bolivia, el sur de Perú y el norte de Argentina y Chile.
«La izquierda en Jujuy ha venido creciendo durante mucho tiempo, no solamente en los resultados electorales. Es el reflejo de una militancia persistente de los sectores más explotados de la provincia: obreros rurales, azucareros, mineros, trabajadores informales, y en especial de la juventud», dijo Vilca, fundador del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en Jujuy.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 12 de septiembre pasado en Argentina, instancia previa para las elecciones legislativas generales del 14 de noviembre próximo, fueron una verdadera sorpresa en muchos aspectos.
No solo por la derrota del oficialista Frente de Todos (centroizquierda) ante la principal oposición de Juntos por el Cambio (centroderecha), que fue un fracaso pocas veces visto para una coalición de unidad del peronismo, el principal movimiento político popular del país.
También porque confirmó el fortalecimiento de los extremos del espectro, tanto por el surgimiento de la derecha alternativa libertaria en la ciudad de Buenos Aires como por la jornada electoral histórica para el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU), que se transformó en la tercera fuerza nacional con 5% de los votos, que destacó sobre todo en la provincia de Jujuy (noroeste) donde consiguió 23,3% de los votos.
Una historia de lucha
Vilca nació y se crió en los barrios marginales de la capital provincial, San Salvador de Jujuy. Su madre era empleada doméstica y de limpieza en un sanatorio. Se mudó a la provincia de San Juan (centro-oeste) para estudiar Arquitectura, donde comenzó a militar, mientras trabajaba en oficios como albañil, camarero y comerciante.
Debió abandonar sus estudios y volver a Jujuy, donde trabajó de forma precarizada en la municipalidad de la ciudad y comenzó su militancia gremial. En 2006, formó parte de la lucha por el reconocimiento formal de la mano de obra estatal, por lo que fue enviado a trabajar como recolector de residuos.
Fundó el PTS local, que en 2011 se unió al Frente de Izquierda. Ese año, lanzó su candidatura a gobernador y sacó 1,9% de los votos. En los comicios nacionales de 2015, encabezó la lista de diputados provinciales que obtuvo 7,1%. Dos años más tarde, en las elecciones de medio término, consiguió el 17,7% y una banca como legislador provincial junto a otros tres compañeros.
En 2021, Vilca está a un paso de obtener uno de los tres escaños en la Cámara de Diputados nacional que se disputan por Jujuy. Para conseguirlo, la primera fuerza, Cambia Jujuy, versión local de Juntos por el Cambio, no debe duplicar al FITU en votos en las elecciones generales, o como alternativa, debería superar en noviembre al oficialismo, que sacó 28,3% en las PASO.
«En Jujuy, los partidos tradicionales como el peronismo o el radicalismo representan claramente los intereses de los grandes empresarios y terratenientes. No se han diferenciado y de hecho han cogobernado. Eso ha generado descontento y se ha buscado en la izquierda una expresión de una posición más dura, más fuerte, que represente a los sectores explotados, y que ha levantado candidaturas de trabajadores, no de abogados o ingenieros», explicó.
Jujuy es una provincia dueña de diversos paisajes de bellezas naturales e históricamente poblada por pueblos originarios. Ubicada en el extremo noroeste de Argentina, cuenta con la principal frontera con Bolivia, en la que destaca el paso migratorio de La Quiaca.
Por su composición social y su historia de opresión, es un territorio de enormes desigualdades entre una población mestiza y de orígen indígena excluida y una clase blanca terrateniente, dueña de plantíos tabacaleros y de frutas, poderosos ingenios azucareros como Ledesma, y de las principales industrias locales como las salinas y el litio.
Las persecuciones políticas y las ofensivas militares en las provincias del noroeste argentino como Catamarca, Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Jujuy comenzaron antes del inicio de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), ya que estas áreas agrestes y despobladas fueron escogidas por su geografía por las primeras guerrillas que surgieron en el país.
Desde las décadas de 1960 y 1970, comenzaron a aparecer los primeros ejércitos de liberación nacional y los movimientos populares radicalizados, inspiradas en el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 e impulsadas como respuesta a los continuos golpes de Estado, que durante el siglo XX interrumpieron el orden constitucional y la voluntad popular e instalaron el terrorismo estatal y modelo económico liberal.
Durante y después de la presidencia de Carlos Menem (1989-1999), quien instauró en Argentina el neoliberalismo en su expresión más legitimada, los movimientos de izquierda continuaron su resistencia anticapitalista, aunque opacados por la popularidad del peronismo y su estrecho vínculo sindical, que recuperó su matiz social durante los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2004-2015).
«En provincias como las nuestras, históricamente la política está restringida para una clase social. Nosotros hemos mostrado otra faceta o visión en la que los trabajadores explotados podemos también hacer política, pero no para hacer lo mismo que los partidos tradicionales sino para plantear un gobierno de los trabajadores, que se enfrente a los poderosos», esgrimió Vilca.
Fuerza en Argentina y ola regional
En las PASO de 2021, la izquierda logró otros resultados notables donde superó su promedio nacional de 5%, como sucedió en provincias donde representaron el clamor popular contra la megaminería a cielo abierto, como en Chubut (sur), con 9,4%, y San Juan, con 6,9%. También en la petrolera Neuquén (suroeste), con 7,9%, donde se focalizaron las protestas de los trabajadores sanitarios durante la pandemia.
El FITU logró una buena elección en la provincia de Buenos Aires (centro-este), distrito muy densamente poblado y con grandes sectores socialmente vulnerables, donde vive un tercio de la ciudadanía nacional y que es bastión del popular peronismo.
Aquí obtuvo 5,2% de los votos, con Nicolás del Caño a la cabeza, lo que le permitiría conservar las dos bancas que tiene por este distrito en la Cámara de Diputados si se replican los resultados.
En la ciudad de Buenos Aires, capital nacional y distrito más rico, donde impera la coalición opositora que gobernó Argentina durante el mandato de Mauricio Macri (2015-2019), el FITU quedó como cuarta fuerza con 6,2% de los votos.Allí duplicó el porcentaje de elecciones pasadas y está también cerca de obtener su primera banca porteña en sus más de 10 años como frente unido de izquierda, con Myriam Bregman como exponente.
A pesar de que en Argentina el fenómeno está lejos de ser replicable, la unidad de fuerzas de izquierda ha tenido éxito recientemente en Latinoamérica con la llegada a la presidencia en Perú de Pedro Castillo, dirigente sindical que lideró una coalición de partidos marxistas, en 2021. Castillo, conservador en muchos aspectos, se corrió hacia una postura de centroizquierda desde su asunción con el objeto de asegurar su gobernabilidad.
Otros ejemplos son los jóvenes en Chile y la reacción popular en Colombia durante la represión y escalada de violencia institucional durante la pandemia.
El fortalecimiento de movimientos populares latinoamericanos y de reivindicación de raíces indígenas y mestizas no es una novedad desde el fenómeno que representó el exponente de Evo Morales en Bolivia, un referente de luchador gremial de bases como Vilca.
«Jujuy tiene la particularidad que es muy diferente al resto de Argentina, más parecido a lo que es Bolivia, con muchas tradiciones y una composición social de pueblos originarios. Hay un alto contenido social y político que nos une a los pueblos de Los Andes. Hay un agotamiento de los Gobiernos que representan a las grandes corporaciones en Latinoamérica. En Chile, en Perú, en Colombia, la población dice ‘basta'», sentenció.
Cortesía de Francisco Lucotti Sputnik