Acaba de dar forma al superhéroe Batman, uno de sus cómics ha sido llevado a pantalla en manos de Alejandro Amenábar y publica otra obra basada en una exposición reciente: el ilustrador valenciano no abandona su ritmo de trabajo.
Reconoce que cada semana le salen cosas nuevas. Más en estas últimas, en las que se amontonan estrenos, publicaciones y proyectos inminentes. A Paco Roca (Valencia, 1969) es complicado pillarle sin algo entre manos. Desde hace tres décadas, este dibujante español ha ido transitando entre secciones de revistas, viñetas de periódico, cuentos infantiles o tebeos. En 2008 se llevó el Premio Nacional del Cómic (y unos cuantos más) por Arrugas, que luego le supuso también un premio Goya gracias a su adaptación cinematográfica.
A partir de entonces, Paco Roca ha ido alterando sus temas. Homenajeó al gremio con El invierno del dibujante (2010), recordó el papel de represaliados españoles en la liberación de París con Los surcos del azar (2013), volvió a su tierra con La casa (2016) o Regreso al Edén (2020) y ha culminado la trilogía de tiras cómicas iniciada con Memorias de un hombre en pijama (2011) en el volumen Confesiones de un hombre en pijama, de 2017.
Pero lo que le tiene con más actividad ahora son tres tareas de distinta naturaleza. Por un lado, La Fortuna, serie dirigida por Alejandro Amenábar que se basa en su novela gráfica El tesoro del cisne negro, de 2018. Por otro, ser la pluma española que ha ilustrado una de las historias de Batman: El Mundo. Y, aparte, prepara el lanzamiento de El dibujado, que retoma «de forma íntima» una exposición del mismo nombre en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) donde el cómic se hacía en las propias paredes de la galería, sin un soporte previo.
Roca inicia la explicación de estas tres diferentes empresas con el estreno de La Fortuna, que ha pasado por el festival de cine de San Sebastián y ya se está emitiendo semanalmente en Movistar. «Amenábar y yo nos conocimos en una cena hace tiempo y la idea de la serie surgió después, cuando estaba con el montaje de Mientras dure la guerra», comenta. Al director le había llamado la atención cómo había narrado el litigio de España contra la compañía estadounidense Odissey Marine Exploration y quería darle una oportunidad en fotogramas.
La lucha del gobierno español y la empresa radicada en Florida por el hallazgo de un botín perteneciente a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes —hundida a principios del siglo XIX—tenía ingredientes de sobra para convertirse en una ficción audiovisual. «A mí me contó el tema Guillermo Corral, que lo había vivido de primera mano, y ya me dijo que era muy americana. Tenía aventura, intriga… Y me llamó la atención, porque además todo eso suele hacerse desde el punto de vista del cazatesoros y no desde la importancia de ese patrimonio», reconoce el autor, comparando lo que le narró su amigo y coautor con un relato del reportero francés Tintín.
De sus páginas, donde se intercala el origen del barco y los vericuetos judiciales y diplomáticos de esos cinco años en los que España trataba de recuperar medio millón de monedas de plata y oro encontradas en el fondo del mar (y valoradas en unos 380 millones de euros), ha dado el salto a seis capítulos con localizaciones internacionales y actores como Stanley Tucci, Clarke Peters, Karra Elejalde o Ana Polvorosa.
«Siempre digo que no releo mis cómics, porque no me gusta meterme en esa ficción y me cabrea pensar lo que podría haber sido y no he hecho, pero al verlo de repente como imagen real, no de animación, y con esa producción, lo he visto con otros ojos, como si no fuera mío. Estaba enganchadísimo y disfrutándolo muchísimo», reconoce Roca, que lamenta cómo, al rodarse durante la pandemia, ha tenido más restricciones a la hora de visitar el rodaje.
Cambiaba con esta historia de registro: lo intenta hacer en cada obra. «No me gusta repetirme», dice Roca, consciente de su heterogénea bibliografía, «y hay una infinidad de historias muy interesantes». El dibujante se deja guiar por una chispa que le zarandee por otros caminos, que le supongan un reto profesional y le construyan como persona, según apunta. También le gusta partir de un asunto (como el exilio o el pasado familiar) para generar una reflexión.
«Tenemos todavía en España una especie de complejo, porque vemos tranquilamente películas americanas donde conocemos su sistema político o universitario y aquí nos creemos que es local. Da la sensación de que nos menospreciamos o nos sentimos inferiores», cavila, convencido de que lo importante es que algo esté contado de forma que enganche, independientemente de dónde esté situado. Menciona Paco Roca al éxito de La casa de papel y se muestra convencido de que con las plataformas digitales se están derribando estos límites.
Habla Paco Roca de lo «imprescindible» que es, en este sentido, cuidar la cultura, de la misma forma en que se defiende el patrimonio en el caso de la fragata y Odissey como una riqueza por su papel en conocer nuestro pasado y nuestra identidad. En la serie se califica como «nuestro petróleo». «Es que es la punta de flecha de la marca de un país. Lo de las empresas que generaban Marca España es secundario, lo importante es que hay ciertas creaciones y personas que ponen en el mapa. Y creo que habría que ser un poco más patriotas (aunque no me guste esa palabra) u orgullosos de lo que exportamos y no caer en la crítica», arguye.
La crítica, de hecho, persigue ancestralmente a la cultura. Incluso después de un periodo como el del confinamiento y la pandemia, cuando el consumo de series, programas, películas, libros o música ha aumentado y se ha tornado en casi esencial. «Podría haberse notado, pero en el fondo no ocurre porque hay sentimientos o ideologías que son más una cuestión de fe. Ya puedes demostrar cómo la sanidad pública ha servido para que todo el mundo tuviera acceso a curarse que no se invierte más ni se valora», anota, defendiendo a otro colectivo denostado que aparece en el cómic: los funcionarios. «Les pagamos entre todos, pero también nos aprovechamos. Y son los que velan por los intereses de todos», exclama.
El autor cree en el Estado y en lo público, aunque eso suponga que, en ocasiones, te coloquen una etiqueta política determinada. De hecho, en su aportación nacional al superhéroe Batman tira de un lugar tan español como Benidorm. Allí aposenta al hombre para que pase un periodo vacacional. «Me contactaron para hacer uno de los relatos que van en el especial. Y pensé en darle una vuelta: dejarle sin hacer nada», indica Roca sobre su participación con la mítica DC, pilar básico de este tipo de personajes junto a Marvel.
Y si Gotham es la ciudad de la oscuridad, Benidorm es la de la luz, esgrime el dibujante. Además, allí se libera de sus obligaciones como justiciero y se mira al espejo para saber quién es. «Lo hice durante la pandemia, y creí que era un buen momento para reflexionar sobre qué somos realmente cuando nos despojan de nuestro trabajo», indica, detallando cómo iba compartiendo la historia con los editores de Batman: El Mundo, que recopilaron diferentes voces de más de una decena de países para el Batman Day, celebrado el 18 de septiembre.
«Hasta ahora siempre había hecho lo que quería, y en esta un 90% es mío, pero Batman es muy conocido, con muchos beneficios y seguidores, y entiendo que lo revisaran», concede.
Paco Roca ha entrado en el olimpo de los superhéroes y se suma así a una cantera española cada vez más habitual en este circuito, como Natacha Bustos o Salva Espín. «Creo que desde hace años ya se valoraba mucho a los profesionales de aquí. Quizás el cambio es que ya no es solo mano de obra sino que las creaciones, los productos, salen enteros y se expanden por Estados Unidos, Alemania o Corea del Sur», sopesa. Mientras, él sigue a lo suyo: en breve estará en librerías El dibujado con su habitual sello, Astiberri, y ya planea nuevas historias, de esas que le asaltan cada semana y que pronto se multiplican como reuniones, conferencias o entrevistas.