Artista Daniela Ortiz: «El monumento a Colón sostiene la narrativa racista que sigue permitiendo el saqueo al Sur»

Para la artista peruana la vigencia de las luchas anticolonialistas tienen actualidad porque son las raíces de la cuestión migratoria, el expolio económico y el racismo

Artista Daniela Ortiz: «El monumento a Colón sostiene la narrativa racista que sigue permitiendo el saqueo al Sur»

Autor: Sofia Belandria

A ella le tiene sin cuidado que España no le pida perdón a México por los horrores de la conquista. No, para la artista peruana Daniela Ortiz, los gestos que valen para reparar a los pueblos latinoamericanos que sufrieron el expolio de la colonización tienen que ver con otra cosa. 

«Yo no creo en la política del perdón. Lo que yo sí creo es en una política del cambio, de la abolición de cualquier estructura colonial que sostenga políticas racistas», dice ella, que fue obligada a dejar España el año pasado, después de haber recibido amenazas de muerte por sus posturas anticolonialistas. 

Ortiz ahora vive en Perú, desde donde acompaña las luchas de los movimientos sociales que, hace pocos meses, llevaron al poder a Pedro Castillo. Y es en cuestiones como el ascenso político del nuevo Gobierno en su país que la artista ve más claramente la disputa anticolonial, ya que ese triunfo -entre otras cosas- reavivó las declaraciones de la derecha y la ultraderecha española para reivindicar como ‘hispanidad’ el cruento legado de la conquista en América. «Arremeten con esos discursos racistas y coloniales porque necesitan asustar para continuar en el poder y ejerciendo una violencia no solo dentro de sus fronteras, sino explotando al Sur Global».

El colonialismo no se acabó

Aunque Cristóbal Colón llegó en 1492 a la isla de Guanahaní, los albaceas de su herencia no son pocos. De hecho, el 12 de octubre es una fecha que en España es una fiesta patria que se denomina el ‘Día de la Hispanidad’.

Ese fulgor festivo, instaurado desde 1986 en España, contrasta con la manera en que se recuerda en varios países de América Latina: Venezuela lo asume como el Día de la Resistencia Indígena; Bolivia, como el día de la Descolonización; México lo conmemora como el Día de la Nación Plurinacional, y Perú, como el Día de la Diversidad Cultural. El nombre de ese evento, naturalmente, depende de quién cuente la historia.

La gente escribe en una valla con un pedestal vacío donde estaba una estatua de Cristóbal Colón en Ciudad de México. 12 de octubre de 2020Edgard Garrido / Reuters

Pero Ortiz apunta que en España esa fecha no es anecdótica. «Es el Parlamento español -con el PSOE en el poder- el que toma la decisión de volver a 1492 para establecer una fiesta nacional, luego de un debate en el que la otra opción era que se hiciera el 6 de diciembre, Día de la Constitución, cosa que hubiese sido más interesante. Sin embargo, reivindicar el 12 de octubre es la evidencia de que España tiene la necesidad tácita de mantener este tipo de narrativas coloniales y la interpretación de la historia de la explotación y del expolio, para sostener el racismo institucional que persigue, detiene, deporta y asesina en las fronteras a personas que venimos de las excolonias».

La artista antirracista, que ha defendiendo la retirada de los monumentos a Colón del espacio público, deja claro que el debate sobre el colonialismo no es únicamente para dar visibilidad al legajo de herencias saqueadas y territorios invadidos hace cinco siglos, sino también para denunciar la existencia de instituciones que, aún en el actualidad, reproducen la lógica de dominación de Europa hacia América. Los controles migratorios, las leyes de extranjería y la libre circulación de los capitales del Norte global para explotar los recursos del Sur son su traducción más cruda.

De hecho, cifras recientes revelan que España es el primer inversor europeo en América Latina, y el segundo a nivel global, solo después de EE.UU., ya que destina cerca del 32 % (equivalente a 145.907 millones de euros) de sus capitales a la región. Solo en 2019, las empresas del Ibex 35 obtuvieron cerca del 25 % de sus beneficios en Latinoamérica, donde el país europeo tiene presencia en sectores estratégicos como la banca, las telecomunicaciones, las empresas aseguradoras y las energéticas.

«Esa relación de sometimiento es la que quieren mantener y por eso esos monumentos colonialistas no solo los cuidan, sino que los defienden y los honran. Tú necesitas un monumento a Colón para tener un centro de internamiento para extranjeros abierto, necesitas esas narrativas racistas para que se pueda seguir saqueando al Sur, porque es una relación que está vigente. El colonialismo no se acabó, solo se reformó mediante la creación de los Estados nación. Muchos de ellos, dirigidos por criollos, por las élites blancas de los países de Latinoamérica Abya Yala, que impusieron una forma de organización social, económica, de justicia, de sanidad, que es totalmente europea y no es propia de los pueblos del sur».

Más que símbolos, políticas

En víspera del 12 de octubre, el debate sobre la conquista fue arrebatado en los medios de comunicación por el cruce entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y políticos de la derecha española, como el expresidente José María Aznar y la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Por un lado, el mandatario latinoamericano –que conmemoraba los 500 años de años de la caída de Tenochtitlan- reiteraba su pedido de perdón a España, y por el otro, los políticos europeos hacían gala de mofas racistas o dislates como aquello de que «el indigenismo es el nuevo comunismo».

Para Ortiz, esas posturas tienen poco que ver con el carozo del asunto: el establecimiento de unas verdadera política de reparación y de justicia que reconozca los daños del pasado colonial y también «las luchas activas y vivas» que hay en el Sur Global.

«No es que nos pidan perdón simbólicamente, sino que pueda haber un proceso de cambio profundo. Hay gente que va a tener que responder ante actos y decisiones políticas e institucionales que han afectado drásticamente o incluso le han quitado la vida a muchas personas. Esa es la verdadera justicia anticolonial».

Una vista de la estatua de Cristóbal Colón y una bandera española en la Plaza Colón de Madrid. 7 de marzo de 2016Paul Hanna / Reuters

Ni perdón sin reparación, ni vuelta de página sin memoria. En ese sentido, la artista reivindica la política que asumió en su momento el expresidente Evo Morales en Bolivia, quien además de reconocer el Estado Plurinacional, condenó el colonialismo aplicando medidas concretas, como la nacionalización de recursos estratégicos. Ese alegato fue más allá del discurso y se plantó con hechos para defender el cese de la violencia, la explotación, la injerencia y el sometimiento.

«No se trata de hacer símbolos anticoloniales, sino políticas anticoloniales, con sus contradicciones y sus complejidades, pero siempre con ese horizonte político», dice la peruana, quien en cambio tiene una mirada crítica hacia el mandatario mexicano porque mientras le exige a España el perdón por la conquista, mantiene posiciones sobre la migración centroamericana que, a su juicio, reproducen la violencia y el racismo institucional de EE.UU.

El ‘error táctico’ de la izquierda blanca

Contrario a lo que podría pensarse, los ataques contra el pensamiento anticolonial no solo provienen de la derecha o la ultraderecha. Los dardos también salen de cierto sector de la izquierda que considera que el debate es irrelevante o, cuando menos, anacrónico.

Ortiz lo sabe. Para ella, el problema es que hay una «izquierda blanca europea que tiene un posicionamiento ideológico profundamente racista», que comete el error táctico de creer que las luchas anticoloniales no tienen nada que ver con la clase trabajadora. 

«Cuando esa izquierda blanca europea se niega a tomar en serio la necesidad de combatir el orden colonial y el racismo, se está negando dar una batalla que es imprescindible en contra del capitalismo y del poder de la élite, cuya primera prioridad es el ataque a la población migrante», sostiene.

Para ella, esa comprensión no tiene que ver con la ‘empatía’, sino con asumir que no se le puede dar la espalda a las luchas de los migrantes que cargan sobre sus espaldas el lastre del colonialismo, porque ellos hoy constituyen la clase trabajadora más explotada y con menos derechos en el contexto europeo.

«No creo que la postura anticolonial se base en una cuestión de empatía, es decir, a nosotros, como personas migrantes, la izquierda blanca no nos tiene que querer, tampoco está obligada a apreciar nuestra comida y todo ese tipo de retóricas estúpidas del ‘buen migrante’. Ahí no está el asunto: la disputa está en que tiene que haber una alianza entre las izquierdas europeas, los antirracismos y los sures, porque tenemos un enemigo común, que es el colonialismo y el capitalismo racista y patriarcal».

Por eso, insiste, le tienen sin cuidado los cuestionamientos que hagan hoy la derecha y la ultraderecha en el mundo, porque «ellos son los representantes de la supremacía blanca y los responsables de mantener su poder»; lo que realmente le quita el sueño es que pueda armarse «una alianza antocolonial, antiimperialista, anticapitalista y antipatriarcal». 

«Lo importante es que ellos [la derecha y la ultraderecha] sepan, y creo que lo saben, que acá hay una resistencia que no va a parar, que la lucha va a continuar. Sabemos que sus amenazas son para asustarnos, porque temen que les arrebatemos el poder, pero seguiremos reivindicando lo indio, lo indígena, a lo que le siguen teniendo tanto miedo».

Por Nazareth Balbás RT


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