¿Un cuerpo equivocado?, publicado por La Pollera Ediciones, es el primer libro de la abogada y activista trans Constanza Valdés, quien actualmente es candidata a diputada por el Distrito 7, esto es, Algarrobo, Cartagena, Casablanca, Concón, Viña del Mar y Valparaíso.
El ensayo, escrito con una prosa certera e informada, nos pone en contexto la discusión de la Ley de Identidad de Género en Chile y los conceptos que rodean el tema de la diversidad de identidades y expresiones de género.
El libro también derriba algunos mitos en torno a la comunidad trans, como, por ejemplo, que existen cuerpos equivocados o que todos los procesos de transición son iguales: “En general, una persona de afuera se queda con la noción de que ‘hay una historia que predomina’, por ejemplo, el tema de jugar con muñecas o que hay personas que transicionan después de los 18 años. El solo hecho de que era mayor de edad cuando tuve mi transición se presta para que la gente diga ‘así debería ser siempre’”, explica Valdés.
¿Cuál fue tu primera motivación al escribir este libro?
Una de las primeras conversaciones que tuvimos con la editorial fue sobre la importancia de contextualizar lo que significan los procesos y conceptos en torno a temáticas trans. También lo que significa la Ley de Identidad de Género, pero sin enfocarse exclusivamente en un testimonio o una experiencia personal de transición, porque sino se transforma en un libro meramente autobiográfico o explicativo. En el libro se pretende explicar lo que significa la realidad de las personas trans, los derechos y la identidad de género. No es un texto académico, pero entrelaza un poco lo que pudiera ser la enseñanza a nivel escolar, universitario o de aplicación del derecho.
Al momento, lo poco que hay escrito en el ámbito académico no está escrito por personas trans, entonces se resaltan ciertas cosas, pero se olvidan de otras. Lo que yo planteo en el libro es que están bien los estudios y posgrados, pero la falta de experiencia personal o incluso la poca empatía en muchas ocasiones permea ese discurso y no se visualizan algunas ausencias que tuvo la aplicación de esta ley. Para hacer esta visibilización no solamente sirven los relatos, sino que tenemos mucho que decir con respecto a diversos temas. Lo mismo con la política, no se reduce a una sola área. Hay una visión muy distinta respecto a materias más globales.
En tu libro mencionas que todos los procesos de transición son diferentes. ¿Puedes ahondar más en este tema? ¿Cómo fue desde tu experiencia?
Al inicio de mi proceso tuve un primer acercamiento desde el cine, con la representación que se hacía de los procesos de transición, principalmente de mujeres trans. En ellas se da esta lógica de terapia de regulación hormonal o de intervenciones quirúrgicas, donde la mujer trans tiene que verse lo más femenina posible. Fue así como por mucho tiempo tuve en mi cabeza la idea de que las mujeres trans debíamos ser de esa forma, lo cual me incomodaba, porque implica dejar de lado lo que tú quieres ser a nivel de expresión de género. Cosas de este tipo apuntan a la noción preconcebida de que todos los procesos de transición son iguales. Es algo que incluso a veces se da bajo el alero de organizaciones de personas trans, porque tiene que ver con un aspecto fundamental, que es la seguridad. Mientras tú tengas una expresión de género, o apariencia lo más binaria posible, se reduce la posibilidad de que te identifiquen como una persona trans.
Fueron varios años de este proceso, principalmente en la universidad, en los que me di cuenta que hay muchos relatos y experiencias. Pero para eso hay que darse una vuelta entera y pensar que todas las personas o todas las mujeres trans tenemos procesos de transición distintos, los que de ninguna manera validan unos más que otros. Eso es súper importante entenderlo porque a nivel comunicacional sigue existiendo esta lógica de ”solamente hay un proceso válido”.
¿Cuáles son los problemas estructurales que, en particular, la comunidad trans observa en Chile? ¿De qué manera pueden contribuir a formar nuevas formas de discusión?
Creo que las principales problemáticas siguen teniendo que ver con la discriminación y la violencia. En el ámbito de la educación, hasta el día de hoy alumnos y alumnas tienen problemas en los colegios y universidades para que se les reconozca su nombre social. En el trabajo, la lógica de la apariencia y expresión de género juegan un rol súper importante en la contratación. En la salud, está por ejemplo la ausencia de políticas de acceso a medicamentos, de tratamientos hormonales o de intervenciones quirúrgicas para las personas que lo requieran.
Espero que a través de la lectura de este libro se aclare que lo que busca la comunidad trans – y espero que también se pueda extender a personas LGBTIQ+ o cualquier grupo históricamente marginado o excluido- es que se entienda que las problemáticas no tienen que ver con ganar ciertas leyes o reconocimientos de derechos, sino que las cosas impacten de manera distinta a las personas trans en todo ámbito. Me interesa que eso quede muy claro como para que no se piense ”después de la modificación de la Ley de Identidad de Género se acaba todo”.
En relación a la Convención Constitucional, ¿cómo la ves para avanzar sobre estos cambios?
Encuentro súper lamentable que no hayan personas trans presentes. En general, veo a la Convención Constitucional con mucho resguardo por lo que han sido las experiencias pasadas en cuanto a estas materias. Creo que el trabajo que podemos realizar con Valentina Miranda será un avance significativo en esta materia y ayudará a reducir las brechas en torno a la ausencia de las personas trans pero sigue siendo importante que la representatividad se encuentre en primera persona. En torno a esto lo más importante es entender que los cambios no son exclusivamente en torno a derechos, sino que también en materias de violencia, discriminación, organización del Estado y la democracia.
¿Por qué?
En torno a la representatividad de pactos y listas, se podría decir que se generaron propuestas de derechos sociales. Sin embargo, en estas materias no es una garantía pensar que se pondrán de acuerdo. La experiencia ejemplifica que hay parlamentarios de centroizquierda que terminan votando en contra del matrimonio igualitario. Son personas que tienen un doble estándar de derechos sociales. Esa lógica va a traspasarse si o si en la Convención Constitucional. Veo que la situación no es tan sencilla como uno lo pudiera pensar, por eso hay que ver caso a caso.
Cuando en el libro hablo de la ley de identidad de género, menciono a Francisco Huenchumilla, quien se marchó de la votación. Eso no fue público. Él se estaba reuniendo con agrupaciones evangélicas, y los grupos religiosos son sus grupos fuertes y eso es un costo súper grande, cuando dicen que van a votar en contra porque es un electorado potente porque son varios de miles de votos donde gente moviliza sus huestes para votar a favor de una persona.