Las horas siguen su marcha en San Pablo Xochimehuacán, el olor a gas es más intenso de acuerdo a la zona de seguridad en la que uno se encuentre: en la zona naranja es muy perceptible, pero en la zona roja provoca que hasta hablar sea difícil, debido al ardor y mal sabor que deja en la garganta.
El lugar está repleto de señalética que advierte sobre los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), los cuales atraviesan de extremo a extremo el territorio. “Ductos de alta presión bajo tierra. No excavar, no golpear, no construir”… “No construir” es la leyenda que se repite en cada una de esas estructuras amarillas de cemento, advertencia ignorada por los decenas de casas y vialidades que las rodean.
Las familias se encuentran sentadas en las banquetas mirando lo que alguna vez fue su patrimonio mientras esperan con ansias un turno para buscar parte lo que el fuego no consumió.
Los vecinos se miran entre sí de forma insistente. En sus ojos se puede notar la incertidumbre y el temor de no saber qué sigue; hay personas que no se enteraron de lo ocurrido hasta que regresaron del puente y se llevaron la sorpresa de su vida al encontrar una calle con escombros en donde antes había casas.
“Nosotros estábamos de viaje, lo que sabemos lo sabemos de oídas, de lo que nos están contando. ¿Ahora qué vamos a hacer? ¿Sabe que se siente regresar contentos y querer llegar a una casa que ya no existe? Todo esto parece una película de terror”.
“Mi familia está bien, yo estoy vivo”.
Vecino
Las calles son intransitables. Entre los espacios que dejan las patrullas de la Policía Municipal y las camionetas del Ejército y la Guardia Nacional apenas hay lugar para las personas y los perros que aguardan con paciencia los movimientos de sus amos. Unos no ladran, pero se mantienen vigilantes. Los que lloran y aúllan no tienen otro modo de liberar el estrés, de alejar su incertidumbre.
No todo es sufrimiento, algunos de los daminificados se olvidan por un momento de las pérdidas materiales y agradecen haber salido a tiempo y no haber estado allí durante la explosión, dan gracias por no tener que visitar los hospitales o buscar un espacio en el panteón de la junta auxiliar.
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“Yo me salí a las 2:00 de la mañana. Nos avisó la patrulla y cuando nos salimos empezó a explotar el tubo. Mi casa, mi casa ya no está, se cayó todo. Ya no tengo nada. Yo soy originario de Veracruz, pero me casé y llevo viviendo diez años en Puebla. Yo me dedicaba a la carpintería, todo se quemó. Ahora estoy en la calle, pero mi familia está bien, yo estoy vivo”, relató con dolor Felipe Antonio quien ahora debe irse a vivir un tiempo con su tío en San Felipe Hueyotlipan.
Explicó que la casa en la que vivía era rentada, pero se encontraba ahorrando para poder comprar un hogar propio, ya que la venta de predios en la zona es frecuente y, regularmente, barato.
El miedo a la rapiña
Sobre la calle Benito Juárez, elementos de la Policía Municipal, Guardia Nacional y del Ejercito resguardan la zona y evitan que las personas se acerquen a la zona de peligro; sin embargo, el miedo a la rapiña y la incertidumbre de saber que fue de su hogar lleva a los pobladores a insistir.
Exigen ver a sus autoridades locales para saber más sobre la situación, ya que hasta ese momento nadie se había acercado a ellos.
Después de mucho rogar, las autoridades les piden tener credencial en mano para acceder en compañía del personal de Protección Civil para conocer el estado de su domicilio y poder sacar lo que sea de entre los escombros.
“¿A mi quien me va a ayudar? Me salí a las 1:00 de la mañana porque me avisaron que había una fuga de gas y me salí corriendo. Ni me puse los tenis, así me fui. Dejé mi cartera, no tengo mis papeles, sólo agarré mi celular y mis llaves. Mi familia por suerte no estaba aquí. Ahorita vine a ver si puedo sacar cosas. Espero encontrar ropa, pero dicen que todo se quemó”, contó Juan Ramírez.
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Para Enrique Díaz, lo mejor es estar tranquilo y atento a las indicaciones de las autoridades ya que no ganan nada con querer acelerar los procesos, aunque el ambiente de miedo y consternación no permite a muchos tener esa frialdad.
“Yo vivo en la privada de la Benito Juárez, afortunadamente el lugar en el que vivo sigue en pie, pero tiene daños en los muros. Nos fuimos por lo de la fuga pero regresamos en la madrugada porque nos dijeron que ya estaban saqueando las casas. Ya luego dieron acceso y sacamos lo indispensable, sacamos ropa y papeles. Ahorita ya anda ahí Protección Civil para que nos digan cuales casas están habitables y cuales no y se tienen que demoler. Ya sólo es estar atentos y esperar”.
Autoridades vs ciudadanos
El reloj marca las 11:06 horas y en una de las privadas comienza a sentirse la tensión. Los pobladores exigen la oportunidad de buscar algo entre las cenizas, las autoridades les niegan el acceso al no poder identificarse, pero no tienen a la mano un documento oficial, esos papeles se perdieron durante la explosión.
Algunos reclaman que aún hay personas adentro de la zona cero que no han podido salir y que no han sido auxiliadas. Los que portan uniformes niegan dichas versiones, pero los presentes, a empujones y palabras altisonantes, insisten en que faltan miembros de sus familias.
Karina Miranda, otra vecina, explicó que una vez que el personal de Protección Civil llegó a la junta auxiliar, comenzó a evaluar la magnitud de los daños; sin embargo, las indicaciones dadas por ellos comenzaron a ser contradictorias con respecto a las declaraciones del gobierno del estado.
“Hay muchos vidrios rotos, nosotros tenemos grietas en las paredes. El techo se abrió prácticamente. Una de las molestias que tenemos es que se nos paguen los daños y otra es que nos están amenazando con orden ciudadano. Los vecinos quieren pasar por sus cosas, por sus documentos, medicamentos, ya que la rapiña se ha hecho presente”.
Vecina
Añadió que las autoridades negaron que se vaya a apoyar a las familias que sólo perdieron vidrios o puertas, por lo que pidió que les aclararan dicha situación. La vecina reiteró que durante el transcurso de la noche, cerca de la explosión, encontraron a más personas lesionadas entre los escombros.
“Los de Protección Civil dicen que ellos no están facultados para dar el paso, entonces pedimos la intervención de las personas que si estén facultadas, porque si nadie hace nada se va a hacer aquí hasta una matazón. Ahorita los policías ya bajaron a los perros, esperemos que sea para búsqueda y rescate porque anoche todavía encontraron a gente quemada bajo los escombros. En verdad necesitamos ayuda”.
Fotos: Humberto Aguirre