El “Atrévete” de Kast : una invitación engañosa para un retroceso en las libertades y los Derechos Humanos

Jugar con el miedo en la población es una estrategia muy poderosa, utilizada históricamente por la derecha y que el candidato a la presidencia José Antonio Kast, sabe explotar a la perfección.

El “Atrévete” de Kast : una invitación engañosa para un retroceso en las libertades y los Derechos Humanos

Autor: Director
Bruno Sommer, Fundador El Ciudadano

Uno de esos miedos a gatillar es la sensación de inseguridad en la población, para lo cual Kast y su programa de gobierno ofrecen soluciones policiales que son justamente mal calificadas por la población, debido a los actos de corrupción y crímenes de lesa humanidad sistemáticos ejecutados por la fuerza policial con visa de Piñera. El Estado de Chile está en deuda con los pueblos que querían cambiar el orden del poder y lo están haciendo por diferentes vías, incluida la democrática e institucional.

El “Atrévete” de Kast es engañoso pues explota el deseo de curiosidad en el humano de cruzar una línea que no debemos cruzar jamás nunca como sociedad y es la del respeto irrestricto, más que a las libertades, a nuestros derechos humanos conquistados y los por conquistar junto a un marco de deberes como civilización.

Vamos a revisar algunas de las medidas “Kast” y dichos de él y el porqué, partiendo por decir que “si Pinochet hubiese estado vivo votaría por mí”, demuestra que José Antonio Kast representa más de la herencia dictatorial del Chile que se quiere dejar en el pasado con justicia y un Nuevo Contrato Social que prepare al país para una democracia del siglo XXI.

El “Manifiesto Republicano” de Kast expele un odio profundo al socialismo, y el no entendimiento de que mientras unos quieren repartir, otros que son los menos, quieren seguir concentrando en “falsa competencia” mientras siguen sacando el dinero del país para provocar caos económico en Chile. Todo porque el statu quo está en riesgo y quieren hacer la vida imposible a las fuerzas progresistas del país defendiendo los intereses de su clase.

En un mundo donde el 1% más rico se apoderó de medios de comunicación, plataformas de redes sociales, partidos políticos, los peces de un país por 20 años, como el caso extremo de Chile, el pensamiento de Kast -que habla de una “Nueva Derecha”- no va a proteger a ningún colectivo ni a grandes mayorías: va a infundir miedo para proteger la  propiedad privada de ese 1%.

Expande miedos tales como que alguno de los otros candidatos, siendo Presidente, quitará la casa o la tierra a un pequeño o mediano agricultor; expande miedo con la misma lógica gringa de la guerra al narco, narco que en Chile ha estado ligado por años a mandos de la Armada, militares y pasos fronterizos.

Kast juega con la posverdad, en la que los datos objetivos y hechos históricos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita. Una distorsión deliberada de la realidad.

Análisis de “big data” para jugar con la emociones de las personas y ojalá borrar la historia de un plumazo, haciendo interpretaciones acomodaticias de conflictos no resueltos por el Estado de Chile con sus pueblos originarios y exponiendo los hechos como que toda lucha de reivindicación de derechos por parte de un colectivo de personas fuera parte de una agenda internacional perversa.

El propósito de fondo de su “Atrévete” es ir en contra de lo que él llama “Agendas de movimientos trasnacionales ideologizados, y de sus aliados antidemocráticos locales, orientados a hacerse ilegítimamente del poder”.

Pero lo que sucede en Chile desde un tiempo a la fecha es muy distinto. Hay una agenda de sociedad civil y pueblo organizado que empujó a toda la clase política a tener que firmar un acuerdo para dar una salida institucional a la demanda social, clamante de un cambio profundo en un país altamente injusto y con grados de corrupción cada vez más evidentes entre grupos de poder y en la clase política.

Ello desembocó en la elección democrática de una Convención Constitucional encargada de redactar una Nueva Constitución, algo sobre lo que más del 80% de los chilenos estuvieron de acuerdo. No obstante, Kast y su sector han tratado de torpedear continuamente el estado del arte democrático más alto de la historia de Chile, incluso desde dentro, con perfiles similares al candidato, como la extremista de derecha, Teresa Marinovic.

Kast dice en su “Atrévete” que le convoca la libertad, pero para seguir liberando al que más tiene del pago de impuestos. Habla de libertad pero quiere restringir libertades, creando lo que él llama una “Coordinación internacional anti radicales de izquierda para identificar, detener y juzgar a radicales de izquierda” … ¿Dónde queda, para este “libertario de extrema derecha”, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, de reunión, de asociación de esas personas?

Kast, en el punto 46 de su programa de gobierno, habla de la «Ampliación en las atribuciones del Estado de Emergencia», en las que el presidente de la república «debe tener la facultad, junto con restringir libertades de locomoción y reunión, de interceptar, abrir o registrar documentos, y toda clase de comunicaciones y arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que no sean cárceles ni estén destinadas a la detención». El que no quiere Estado, en un momento lo exacerba y hace uso de sus fuerzas represivas invocando estados de excepción y dando amparo legal a la violación de libertades.

Peor aún, para aquellas fuerzas represivas que hicieran uso excesivo de la fuerza, propone el “no ser juzgados por haber hecho un uso excesivo de ella, judicial o administrativamente”.

El atrevido “Atrévete” de Kast, se justifica describiendo momentos de nuestro Chile, donde estaría prohibido el disentir, y señala que hay un “severo castigo social” a todo aquel que no acate las “transformaciones políticas”, pero la realidad es que lo que le pasa al obtuso es que se margina sin ser marginado: al ver en riesgo los privilegios de su clase se atrinchera y extrema posiciones.

El programa de Kast tiene cortes que quieren mantener intacto justamente lo que el país quiere cambiar, como el exacerbado presidencialismo, la “dictadura” del Ejecutivo, del Presidente sobre el Parlamento, dándole más atribuciones.

Por ejemplo, su programa propone que la inobservancia de las urgencias legislativas del Poder Ejecutivo, se debe sancionar “multando a los presidentes de cada comisión que no pongan en tabla los proyectos cuya urgencia hubiere dispuesto el Ejecutivo». Es decir, quiere que los parlamentarios estén obligados a obedecer al Presidente y sean castigados si no lo hacen.

Quiero señalar, para ir cerrando esta entrega, que un programa que se dice libertario, aunque sea libertario de derechas y no libertario de izquierdas, deja de ser libertario al proponer formas de oprimir y perseguir a personas o grupos por pensar distinto. Peor aún, haciendo abuso de un grado de autoridad conferido por el voto del pueblo e intentando convocar a una persecución de carácter internacional, en un plan “Cóndor 2.0” que la extrema derecha trabaja hace ya varios años, desesperada ante el progresismo latinoamericano.

Kast y su equipo redactor del programa hablan del Estado de Derecho, donde uno de los principios es que la Ley se debe aplicar por igual a todos los ciudadanos de un país sin importar su clase social, lo que suena lindo, pero que en Chile no sucede y no ha sucedido con muchos de sus amigos, que en vez de terminar en la cárcel han terminado en clases de ética o sencillamente absueltos.

Además, para garantizar derechos a la población -y derechos dignos-, se requieren recursos … y muchos. Pero él quiere un Estado más pequeño donde “El objetivo sea gastar menos y no recaudar más”, como dice literalmente.

En resumidas cuentas, el programa de Kast está lleno de contradicciones y es un retroceso en materia de Derechos Humanos respecto a los avances conseguidos. Sus equipos y él han entendido la metamodernidad, donde todo es movimiento y a su vez oscilación entre dos polos, y buscan obtener el mayor rédito de ese fluctuar de la vida que entra a balancearse entre situaciones extremas. Diagnóstica la polarización del país como un mal, pero a la vez la explota.

José, estando en uno de los extremos con una narrativa que no es lo suficientemente fuerte, está expuesto a que -como sucede en esta metamodernidad-, las grandes narrativas sean caricaturizadas, mientras él busca hacer lo mismo con las de izquierda.

En el “orden” del mercado que mercantilizó nuestras vidas y hasta cada pixel, haciendo surgir nuevas economías en tiempos de la digitalización de la política, la biología y la Pandemia, ni Estado ni mercado terminan por hacerse cargo de las grandes injusticias y dilemas de la humanidad contemporánea.

Chile no merece ser reducido a una empresa mal administrada, donde los fondos apostados -y que son fruto del trabajo del pueblo, sus salarios ahorrados en forma de pensiones, la esperanza de la vejez-, vayan en su mayoría a parar a bolsas altamente especulativas o a salvar empresas de los amigos de un Club.

Chile no merece que el fuego encendido por la injusticia de centurias sea apagado con la bencina de Kast, encubierta mediante una provocación emotiva como lo es su “Atrévete”. Chile quiere paz y seguridad para sus habitantes, pero no sobre la base del recorte de derechos civiles para los ciudadanos y ampliación de libertades para los detentores del poder.

Por Bruno Sommer Catalán

 

 



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