Lorena Fries, candidata a diputada por el Distrito 10: «En términos de género, Kast es volver a la dictadura»

Para la exsubsecretaria de Derechos Humanos y exdirectora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en esta elección "es muy importante lograr que muchas feministas lleguen al Parlamento".

Lorena Fries, candidata a diputada por el Distrito 10: «En términos de género, Kast es volver a la dictadura»

Autor: Absalón Opazo

Ha sido subsecretaria de Derechos Humanos y directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, pero además de hablar sobre la dictadura y los temas que han golpeado a los manifestantes en la calle, Fries ha peleado por la visibilización de las mujeres en distintos ámbitos. En esta entrevista, nos cuenta lo que costó empujar cambios legislativos; devela el poder político transversal que siempre le hizo el quite al feminismo y advierte sobre el candidato del Partido Republicano: “Lo que pretende Kast es devolvernos a ese oscurantismo”, dice.

Por Macarena Acuña

Hace un par de meses, el Frente Amplio decidió que el nombre de Lorena Fries apareciera en la papeleta de la próxima elección a candidatos a diputado. No fue algo largamente meditado, sino que más bien producto del contexto, “un contexto irrepetible, un contexto único en la historia de Chile, que es que el pueblo esté escribiendo una Constitución y la está escribiendo de una forma en que efectivamente vamos a dar un salto cualitativo en la democracia”, dice Fries, exsubsecretaria de Derechos Humanos y exdirectora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

“Es una invitación a arriesgarse en una candidatura, sobre todo pensando que tanto los derechos humanos como el feminismo han sido el eje en la revuelta social y son el eje también en el proceso constitucional”.

-Su tema no son solo los derechos humanos, sino que también el feminismo, un espacio en el que trabajó desde muy joven ¿Qué tiene que decir usted en el Congreso sobre feminismo?

Tengo mucho que decir porque no vamos a tener un Congreso paritario, vamos a tener las reglas anteriores, las reglas del antiguo régimen y eso significa que los avances de género –que uno puede ver lo que han costado en estos treinta años– van a tener esa resistencia a pesar de que hay un mundo social movilizado por el feminismo. Se puede trancar la pelota en el Congreso, por eso es importante lograr que muchas feministas lleguen al parlamento.

-Hablando de eso mismo ¿Me podría contar cuál es su paso por las organizaciones que ya daban la pelea por el aborto, la paridad o simplemente dejar de ser invisibilizadas?

-Como estudiante empecé en la Vicaría Oriente, haciendo talleres con mujeres en Lo Hermida y en toda la zona oriente… ahí me tocó conocer a la Julieta Kirkwood, en una charla. Yo creo que de ahí para delante me empezó a interesar el tema. La discriminación no la sentí tanto en el colegio, pero sí en la universidad, en las salas de clases, en la política.

-¿Cómo se veía reflejado eso?

-En la política había muy pocas mujeres dirigentas y, generalmente, en la lucha contra la dictadura, las mujeres aparecían mucho más vinculadas a la subsistencia, en los comprando juntos, en las ollas comunes, y si no, vinculadas a la demanda de derechos humanos por los detenidos y detenidas desaparecidas; pero no había feminismo. El empuje del feminismo en Chile, en las últimas décadas, es el producto de muchas mujeres que volvieron del exilio más el feminismo que se armó acá cuestionando la dictadura en el país y en la casa. A mí se me juntaron esos dos ámbitos. Entré a trabajar en La Morada, donde estuve entre 1986 y 1991, un espacio feminista de pensamiento, acción y articulación política. Después me fui a Ecuador unos años y volví a La Morada en 2004. Fue después de eso que fundamos Corporación Humanas.

-¿Cuál era el objetivo de fundar Humanas?

-La intención de Humanas era la incidencia, la incidencia en políticas públicas y en las reformas legales en torno al marco del derecho internacional de los derechos humanos, y dentro de eso, los derechos de las mujeres. Teníamos la convicción de que durante la transición, las demandas de las mujeres habían sido transadas, postergadas, y por lo tanto todas las demandas serían importantes.

-Incluso con los gobiernos de las Concertación.

-¡Incluso! Me acuerdo que en la campaña de Lagos, este levantó el tema del aborto en su momento y lo bajó poquito después… Una vez más no era el momento, no era la oportunidad, y eso es mucho de lo que se escuchó durante estos años en los temas de feminismo, hasta que llegó Michelle Bachelet. Con Michelle Bachelet hubo un boom, todas nos sentimos más empoderadas, etcétera. En el segundo gobierno, hay dos reformas que son clave: el aborto y la incorporación de cuotas en el parlamento, y eso que consolida mucho más los avances del feminismo. Bueno, y Humanas estuvo en esa parte. Estuvo en el debate de la interrupción del embarazo en tres causales, estuvo en la ley de cuotas y, por ende, en la lógica de ir avanzando hacia una sociedad más igualitaria que difícilmente se podía lograr sin la fuerza que se fue generando por ese liderazgo de mujeres

-O sea, en Humanas pudieron empujar esos dos temas.

-Empujamos muchos más, empujamos la creación del Instituto Nacional de Derechos Humanos; estamos empujando la ley de derecho filiativo; la ley de matrimonio homosexual; hemos empujado, sin éxito, el cambio de la sociedad conyugal. Fuimos clave para que Chile ratificara el estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional. Entonces, es una institución que está abocada a que el multilateralismo de los Derechos Humanos también se concrete en la legislación chilena

-¿Y cómo era el lobby, por ejemplo, o las presiones de la elite económica conservadora?

-Nosotras hicimos un observatorio parlamentario, a principios de 2004 y la idea era que el parlamento rindiera cuentas tanto de asistencia como de otros temas por los que se jugaban. Una de las cosas que nos sorprendía, es que en las audiencias públicas se escucharan a las organizaciones de la sociedad civil. Tuvimos que hacer un trabajo de años para lograr cierta apertura de los parlamentarios y parlamentarias. Ahora ya nos conocen, confían en nosotras, pero costó mucho que se abrieran a que estábamos ahí no haciendo lobby en el sentido remunerado, sino que haciendo incidencia por intereses públicos, que no es lo mismo que lobby.

-Y se toparon con grupos conservadores, de la iglesia Católica, pero también del mismo partido del orden, ese poder poder transversal que también toca la Concertación.

-Absolutamente. En los temas de feminismo uno no puede decir que hay izquierda a favor y derecha en contra. Hay una transversalidad que hace que los temas feministas nunca estén en el momento oportuno para discutirse. Eso fue históricamente así y por lo tanto tú lograbas ciertos avances, pero nunca eran suficientes. Ejemplo: todavía no tenemos una ley de violencia integral en Chile y cuando empezamos con el tema del femicidio, lo acomodamos dentro del parricidio. Recién en 2018 logramos una ley que efectivamente pena el femicidio como un crimen de género. Esas cosas se han logrado solo porque ha aumentado el protagonismo de las mujeres en el parlamento.

-Además, digamos que el presupuesto, por ejemplo, que se entrega al Ministerio de la Mujer, justamente para enfrentar temas como el femicidio, también es escaso

-Bueno, yo creo que ese es un gran cambio con lo que pasa hoy día. Por menos en Apruebo Dignidad, hoy se habla de un gobierno feminista. Eso nunca antes se habló, nunca antes nadie le puso ese apellido a un gobierno. Nunca antes se habló de la paridad como hoy día se habla, casi naturalmente. Las mujeres encuentran normal que sea 50/50, pero eso en el pasado no era así.

-Y hay votantes que le tienen miedo a eso, sobre todo los ligados a los sectores más conservadores.

-Todos le tienen miedo, porque cuando las mujeres avanzamos en poder significa que si entra una mujer, sale un hombre. Por eso buscaron siempre argumentos para no abrirse a una democratización real del poder político.

-Si llega al Congreso ¿cuáles son las propuestas, ligadas a feminismo, que va a levantar?

-Hay mucha gente que cree que el feminismo es una mera reivindicación de las mujeres, pero el feminismo es un proyecto de sociedad que se basa en la igualdad, y la igualdad entre hombres y mujeres produce un efecto de igualdad en todos los sectores. Ahora, yo creo que la mitad de la pega la va a hacer la Convención Constitucional, porque va a poner los parámetros dentro de los cuales vamos a tener que legislar, y ahí no me cabe duda que el tema de la paridad va a ser central, el tema de los cuidados va a ser central y el tema de la soberanía sobre los planes de vida y sobre el cuerpo, también van a ser centrales.

-Una de las cosas importantes que se discute en otros países es, justamente, el rol de la mujer cuidadora, la mujer dueña de casa que no es remunerada ¿Hay algo de eso en tu propuesta parlamentaria?

-Sí, de la mano, insisto, de la Convención Constitucional y del gobierno de Gabriel Boric. Pero hay que hacer una salvedad. No se trata de remunerar a las mujeres porque realicen un trabajo invisibilizado, se trata de reconocer ese trabajo, de redistribuir ese trabajo y de desfeminizar ese trabajo. Por lo tanto, si tú remuneras a las mujeres no hay un cambio en los roles, entonces lo que tienes que hacer es que eso sea abordado como una función social, como un eje rector de la sociedad. La idea es que eso esté mejor distribuido porque al final, el trabajo de cuidados lo que hace es limitar el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres.

-En ese sentido ¿cuánto retroceso, cuánta amenaza al feminismo implica la candidatura de Kast?

-En términos de género, Kast es volver a la dictadura. Antes de la dictadura tú tenías distintos modelos de mujer: estaban las mujeres militantes, las hippies, distintas posibilidades de ser. Llega la dictadura, y el único modelo de mujer es el tradicional, el CEMA Chile; las mujeres de colores, que eran las mujeres de los distintos comandantes en jefe que tenían cada una su línea de beneficencia, etcétera. A las mujeres torturadas en dictadura les decían: “Esto es por haberte salido del rol, esto te pasa por no quedarte en tu casa”. Lo que pretende Kast es devolvernos a ese oscurantismo.

El rol de carabineros

-Otro de los temas a los que ha apuntado es el rol de Carabineros ¿Le parece que eso se puede conversar o fiscalizar desde el Congreso?

-Sí, yo creo que no es mucho lo que va a poder hacer la Convención Constitucional en este sentido, salvo decir qué tipos de policía queremos tener en Chile y, en ese sentido, la subordinación al poder civil, que no sean deliberativas, va a ser clave. Hoy día es una ley orgánica, vamos a ver con qué quórum quedan esas leyes, pero si baja ese quórum va a haber que regular a las policías. Ahora, yo creo que es importante que la policía participe, que los Carabineros asuman que requieren un cambio para volver a tener legitimidad, porque es muy grave que, en una sociedad que deposita su confianza en la policía, esta tenga el monopolio de la fuerza. Por eso, lo que requiere Carabineros es ser refundado.

Pero no es solo una refundación para efectos de que se constriñan a actuar dentro del marco de derechos humanos –que es lo que siempre debieran hacer– sino que también porque es una policía que ha resultado ser ineficaz para la prevención y para la persecución del delito, más aún con el tema del narcotráfico, donde se requiere mucha especialización, se requiere una mirada estratégica de seguir el dinero y no necesariamente de andar persiguiendo a mujeres pobres que finalmente son el 70% de las privadas de libertad y que están ahí por subsistencia y siendo el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico.

-Cuando dice que Carabineros no ha querido hacer cambios, se refiere a los altos mandos. ¿Cuál fue su experiencia como subsecretaria de Derechos Humanos y como directora del INDH, justamente con estos altos mandos?

-Nosotros empezamos a hacer informes sobre función policial y orden público con las movilizaciones de 2011 y obviamente Carabineros era un poder que hasta entonces no había sido fiscalizado y resintieron el golpe. Resintieron el golpe al punto que yo estuve a punto de ser destituida por cuestionar a Carabineros en el manejo de orden público que tenían durante las protestas. Se escudó y se justificó en otra cosa, que fue en un libro para niños y niñas que hicimos, donde buscábamos explicar el contexto de las protestas. Una vez tuvimos que pedir un requerimiento a la Contraloría para que nos dejaran subir a los buses, ganamos ese requerimiento… pero ¿qué pasaba con las cámaras? Que las apagaban y las prendían de acuerdo a su arbitrio, y por lo tanto no había un sistema centralizado que podría haber ayudado, también a Carabineros, a delimitar sus responsabilidades en ciertos actos.

-¿Y cómo trataba Carabineros a los observadores?

-Pésimo.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, llegaban a un retén y les impedían ver a las personas detenidas o les negaban autoridad para ingresar a los lugares donde estaban bajo custodia. Incluso, en algún minuto se filtró un video de una clase de derechos humanos donde decían “bueno, estos son los derechos humanos, pero si llegan los tipos del Instituto, ustedes no les hagan caso”. Ese tipo de cuestiones estuvieron siempre presentes. Entonces, no fue una relación fácil y se la hicimos notar tanto a Hinzpeter como a Chadwick en su momento, y luego también en el gobierno de la Presidenta Bachelet, y nunca tuvimos mucho apoyo en esa materia

-¿De ninguno de los gobiernos?

-De ninguno.

-¿Ni de Bachelet?

-No.

-¿Usted cree que eso se debía a la relación que tenía Carabineros con los gobiernos?

-Yo creo que sí porque finalmente tienen un poder, que es el poder de la fuerza. En muchas protestas, cuando estaban muy cuestionados, Carabineros no aparecía, dejaba hacer, y por lo tanto eso producía un colapso porque los locales comerciales, los kioscos, etcétera, se veían afectados. Hay un juego y una manipulación desde Carabineros que está dada por el grado de autonomía que tienen en relación al poder civil.


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