La cita era a las 8:00 horas, pero desde la madrugada se podía ver una larga fila de personas que rodeaba al Hospital del Niño Poblano. Fue el primer día de vacunación antiCovid para menores de 12 a 17 años de edad, que tuvieran alguna comorbilidad, oportunidad que no dejaron pasar los habitantes de Puebla ni tampoco algunos foráneos.
El clima obligó a los niños a romper la sana distancia y abrazar a sus familiares con fuerza, mientras esperaban con paciencia a que avanzara fila. El frío comenzó a ceder con el paso de las horas y por fin se abrieron las puertas del nosocomio para dejar pasar al primer bloque.
En la antesala de la cuarta ola de la pandemia en Puebla, los padres de familia, tíos, abuelos y, en algunos casos, tutores, acudieron con los pequeños para obtener una de la primera vacuna de Pfizer, dosis que fue destinada a este sector de la población. En ese momento, los familiares tenían el anhelo de protegerlos contra el virus para que ya perdieran a más integrantes de la familia.
Cuando comenzó a ingresar el segundo bloque fue detenida Juana Luna en la entrada, quien llevó a Yasmín, una niña de 16 años, que tiene problemas de movilidad. La encargada del acceso le pidió su identificación, pues al no ser un documento solicitado en la convocatoria no la llevó consigo.
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Juana empujó la silla de ruedas de la menor, cerca de la entrada, y llamó a uno de sus familiares para pedir una fotografía de su INE para no tener que regresar a su casa, en San Lorenzo Almecatla, sin la vacuna.
“Nosotros venimos desde Almecatla, está pasando Panzacola, Tlaxcala. Nos cobraron 180 pesos del taxi. A ver si me la mandan y así ya me la vacunan. Ya estoy grande y moverme con ella es complicado”.
Juana Luna
Madre de una menor
Para acceder al hospital, el personal del grupo Servidores de la Nación solicitó los documentos en este orden: expediente de vacunación, CURP del menor, comprobante de domicilio, certificado de discapacidad o enfermedad y copias del INE y CURP del padre o tutor, por último, se entregó una responsiva que dieron en el hospital, donde había que firmar de conformidad sobre todos los riesgos que implicaba vacunarse contra el coronavirus.
«Todos necesitan presentar su certificado médico de la enfermedad que padecen los niños. Por ejemplo, mi hija tiene asma de difícil control. Lo que está feo es estar aquí todos, porque bueno, son niños vulnerables y esto podría arriesgarlos al contagio».
Georgina Lucas
Madre de una menor vacunada
Georgina Lucas es madre de Katherine, una niña de 13 años, que al igual que todos los menores sentía nervios de ser vacunada.
A pesar de que el flujo era constante, empezaron a darse algunas complicaciones. La vacunación en vehículos fue habilitada hasta pasadas las 9:30 horas; además, aquellos menores que cumplían la mayoría de edad a finales de este mes, casi se quedan sin la vacuna por errores burocráticos.
La mayoría de los padres de familia dijeron tener más niños en casa, por ello la ilusión de que pronto se abra el margen de vacunación hacía que tuvieran una esperanza.
«La salud es un derecho universal y todos los niños merecen su vacuna. Nosotros ya estamos vacunados, es justo que ellos tengan la esperanza de vivir otro poquito».
Padre de familia con un menor vacunado
Algunas personas como María de Lourdes Cano, esperaron más de dos horas para pasar; sin embargo, al ser de Puebla capital y acudir al Hospital del Niño Poblano no representó mayor problema.
Ella llevó a sus nietos a vacunarse contra el covid-19. Rodrigo, de 13 años, tiene hipertensión, mientras que Santiago, de 14, tiene asma. Ambos esperan que la vacuna sea un sinónimo de bienestar y una oportunidad para regresar a clases más tranquilos.
Otros, como don Apolinar, llevaban sus papeles en una mano y la esperanza en la otra. Su recorrido desde Huauchinango hasta Puebla lo había dejado corto en recursos, pero con la ilusión de que Santiago, su hijo, estuviera protegido lo hizo llegar lo más temprano posible.
«Si estuvo un poco caro, ya, según con descuento, nos cobraron 300 pesos el taxi. Pero si salimos rápido nos vamos a desayunar a la casa, aquí no vamos a poder, sino ¿cómo regresamos?».
Don Apolinar
Padre de un menor vacunado
El menor de 12 años tiene una discapacidad motriz. Antes de entrar, su madre le dio la bendición. Le dio un beso en su mejilla, uno más en su frente y le pidió no tener miedo, ya que con eso «no volverá a pasar nada malo en casa».
César García confesó su temor al no saber si la vacuna podría causarle problemas a su hijo de 15 años, un pequeño con epilepsia y baja de defensas. Sostuvo la mano del menor con fuerza e intentó disimular las lágrimas que se le formaron en los ojos mientras avanzaba la fila.
“A mí me da un poco de miedo la reacción. Mi niño sufre cuando le da fiebre y realmente no sé cómo le vaya con esto. Tengo que preguntar si de verdad no le va a pasar nada. Yo pienso y espero que sea bueno, es para cuidarlo. A los niños que tienen problemas o son especiales hay que ofrecerles una mejor calidad de vida, esta podría ser una forma,”
César García
Padre de un menor vacunado.
La vacunación será hasta el 10 de noviembre en el Hospital del Niño Poblano. Entre las comorbilidades que pueden presentar los candidatos a la vacuna son enfermedades respiratorias, neurólogicas, cardíacas, de riñón, de hígado, síndrome de down, discapacidad motriz, enfermedades hematologícas y embarazo adolescente.
Fotos: Anaid Piñas y Agencia Enfoque