Lawrence de Arabia

En el libro Los Siete Pilares de la Sabiduría están enunciados los elementos fundamentales de la también llamada “guerra irregular”

Lawrence de Arabia

Autor: El Ciudadano México

Por Enrique Condés Lara

Sir Thomas Edward Lawrence se hizo mundialmente conocido como Lawrence de Arabiapor una película épica de 1962 protagonizada por Peter O’Toole, Anthony Quinn, Omar Sharif, Alec Guiness y José Ferrer que da cuenta de las aventuras de este personaje en el Medio Oriente durante la I Guerra Mundial. Pero, en ese caso, la popularidad oscureció la verdadera importancia de Lawrence.

Existe la generalizada creencia de que fueron Mao Tse Tung y los revolucionarios vietnamitas —Ho Chi Minh y Vo Nguyen Giap— los creadores de los principios de la guerra de guerrillas, y que a ellos, posteriormente, se añadirían los postulados del Che Guevara y de Fidel Castro. Sin embargo, el verdadero teórico de la guerra de guerrillas fue el coronel inglés de inteligencia y arqueólogo T. E. Lawrence (1888-1935), Lawrence de Arabia.

En Los Siete Pilares de la Sabiduría, libro que es simultáneamente de memorias, manual militar y cuaderno de notas arqueológicas, escrito en el verano de 1926, están enunciados los elementos fundamentales de la también llamada “guerra irregular”.

“Nuestra lucha no se parece al ritual del que Foch era sacerdote” asegura Lawrence refiriéndose a las doctrinas, entonces en boga, del mariscal de campo francés comandante de los ejércitos aliados de la I Guerra Mundial. “Supongamos —señala— que fuéramos una influencia, una idea, algo intangible, invulnerable, sin frente ni retaguardia, expandiéndose como un gas. Los ejércitos podrían compararse a plantas, inmóviles, bien arraigadas, alimentadas a través de los tallos hasta su follaje. Nosotros podríamos ser como un vapor que se difunde dondequiera que sea. Nuestro reino estaría en la mente de cada uno de nuestros hombres; y como no necesitaríamos de nada material para nutrirnos, no ofreceríamos nada material para la destrucción. Un soldado regular se halla desamparado sin un blanco, pues posee solamente el terreno que pisa y subyuga únicamente aquello que puede enfilar con su rifle. …cuántos hombres necesitarían para defender todo este territorio, para protegerlo contra nuestros ataques en profundidad, mientras la sedición levantara cabeza en cada uno de esos doscientos cincuenta mil kilómetros cuadrados.” (Los siete Pilares de la Sabiduría. Óptima, Barcelona, 2001, pp. 153-154).

Al momento de que vieron la luz Los Siete Pilares.., no tuvieron mayor impacto. Los pensadores y estrategas militares estaban centrados en el estudio de la Gran Guerra, pocos años antes concluida: las grandes masas de infantería, las concentraciones y volúmenes de fuego de artillería, las capacidades de las ametralladoras y de los morteros de trincheras, el empleo de la naciente aviación; la logística propia de la guerra industrial: aprovisionamientos de hombres, víveres, medicinas, repuestos, medios de transporte, carburantes y municiones, en volúmenes enormes, constantes y rápidos; servicios de sanidad, transporte y comunicaciones eficientes y modernos; las armas químicas y la protección de soldados y población civil, etc. En los años treinta, sus deliberaciones se extendieron al examen de la importancia de las formaciones de tanques, a su empleo combinado con la aviación, al estudio de ataques con torpedos lanzados desde el aire, lanchas rápidas o submarinos, a la valoración de las potencialidades que ofrecían los portaviones. 

Fue hasta la II Guerra Mundial cuando ese tipo de guerra esbozado por Lawrence, originalmente acreditado durante la ocupación napoleónica de España (1808-1814), adquirió importancia para Estados Mayores y jefes de Estado. En 1940, Winston Churchill, quien había sido muy amigo de Lawrence, impulsó la formación de comandos, la organización de la Sección de Operaciones Especiales (SOE: Special Operations Executive) para realizar hostigamientos, reconocimientos, sabotajes dentro de territorio dominado por los alemanes y, poco después, en África de Norte, la acción de las legendarias patrullas de reconocimiento de largo alcance. No obstante, con la formación de unidades partisanas soviéticas tras las líneas de la Wehrmacht y la organización de los movimientos de resistencia en los países ocupados, los principios de la guerra irregular ganaron relieve y actualidad.

Con los procesos de descolonización y liberación nacional posteriores, la guerra de guerrillas se hizo un componente central de la guerra revolucionaria. Finalmente, con el arribo de la guerra fría y la derrota francesa en Indochina en 1954, surgió como un problema estratégico en el pensamiento militar occidental. Fue cuando en verdad comenzó a estimarse la obra de Lawrence. 

De cualquier forma, no deja de ser interesante señalar que fue resultado de un engaño. Por sus conocimientos del Medio Oriente, de su historia y costumbres y de la lengua árabe, en 1916 T. E. Lawrence fue utilizado por su gobierno para alentar a Husayn Ibn Ali, jerife (noble, respetable) de La Meca y, principalmente a su hijo Faisal (luego Faisal I de Irak, 1921-1933) a rebelarse contra la dominación turca, con la promesa de que Inglaterra, enfrentada al imperio otomano durante la I Guerra, respaldaría su independencia. Sin embargo, Francia y Gran Bretaña habían firmado ya un tratado secreto (Sykes-Picot) repartiéndose el territorio turco en Medio Oriente y cerrando la puerta al prometido Estado Árabe. “…cuando ganamos —escribió Lawrence con amargura— se me alegó que se ponían en riesgo los dividendos petroleros británicos en Mesopotamia y que se estaba arruinando la política colonial francesa en Levante.” Su propio gobierno, en combinación con el de Francia, lo había usado.

Y luego se quejan de que en Oriente Medio (y otros lugares) no quieren a los ingleses ni a los franceses.

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