Por una parte, el Mapuche contiene la figura del despojado con violencia de lo que le pertenece por derecho ancestral, al tiempo que el perro Matapakos representa a ese mestizo subvalorado por su mezcla y particularmente, su oscuro o a veces indefinido color de pelaje.
Cabe considerar, que el inicio de la vida independiente de España y Portugal por parte de los países de América Latina (AL), estuvo marcado por una idea de lo ‘moderno’ fundada en el ideario emancipador e ilustrado proveniente, principalmente, de Europa. Con el tiempo y la imposibilidad de alcanzar este ideario, durante los siglos XIX y XX, se responsabiliza a los pueblos originarios y al mestizaje como los obstaculizadores en el logro de esta modernidad al estilo europeo, argumentos bajo los cuales se implementan desde el Estado, una serie de acciones políticas para despojar y aniquilar a los pueblos originarios al tiempo que se instalan ideas y valores sociales, incluso cánones de belleza, en coherencia con la imagen europea, la que incluso alcanza a ser parte de ese ‘sentido común’ cotidiano de muchas personas.
Por consiguiente, pensar en las transformaciones al Estado en el Chile Constituyente que está iniciando su construcción, requiere, en primer lugar, pensar los pueblos originarios como quienes primariamente habitaban este territorio, y, como esto resulta insuficiente, profundizar, por un lado, en cuanto a si la salida a esta tensión política es el Estado Plurinacional o el Estado Mapuche Independiente. Por otra parte, también es indispensable reflexionar profundamente en qué significa la condición Mestiza enarbolada y los componentes identitarios, simbólicos, culturales, normativos, entre muchos otros, que ella conlleva y que, sin duda, están presentes en la población que mayoritariamente habitamos este país.
Desde una perspectiva política respecto a las acciones del Estado en su relación con los pueblos originarios, es que éste implementa naturalizadamente un proceso continuo de violencia en contra ellos, logrando exterminar, incluso, grupos completos. Al respecto, en contra del pueblo Mapuche, particularmente, la violencia ha constituido un proceso constante, articulado y atravesado por múltiples elementos, como las acciones de aniquilamiento directo y la transformación radical de su vida e historia por medio de la ocupación civil y militar de sus tierras durante el siglo XIX. Asimismo, las acciones de violencia también incluyen la entrega a precios irrisorios de territorio al empresariado forestal en Dictadura, reduciéndolo al 5% de lo que originalmente ocupaba. Conjuntamente y de manera transversal, se instala un pensamiento profusamente racista en relación a los pueblos originarios validado por el ideario europeo que desde el mismo Estado chileno se ha promovido.
En la misma perspectiva, pero en relación con las acciones de violencia contra el pueblo Mestizo, ese pueblo que enarbola la figura del perro Matapakos, los ejemplos son múltiples: La Matanza de Santa María de Iquique, La Coruña, Marusia, San Gregorio, Pampa Irigoin y sin ir más lejos, el Estallido Social de 2019. En todas ellas, como lo indica el profesor Gabriel Salazar, está presente la figura de un ejército mercenario contra el ciudadano común y promedio.
Con todo, la expresión callejera con la presencia de la simbología Mapuche y el perro Matapakos, dan cuenta de un espacio de encuentro entre el mundo violentado por el Estado chileno, compuesto por los pueblos originarios y el pueblo Mestizo. Ante ello, el desafío presente para el Chile Constituyente es, en primer lugar, comprender al Estado como un constructo histórico y no como un momento concluido, lo que posibilita valorar que sí es posible enfrentar el diálogo y acordar elementos comunes favorables a todos los grupos que habitamos este país. En segundo lugar, es necesario profundizar en la experiencia del diálogo a través de la generación de espacios amplios y diversos, donde, por un lado, el sinceramiento histórico sea un elemento transversal y, por otro, las distintas identidades, sean valoradas y conscientes de que el ideario europeo para nuestro país, no es más que la idealización de una autoimagen que poco tiene que ver con quiénes y cómo somos: Mestizos de diversos pelajes y colores en búsqueda del BUEN VIVIR.