El cierre de la campaña electoral del Frente por la Unidad de la Clase Trabajadora (FUT) ha puesto de manifiesto que es posible intervenir en las elecciones con una política socialista que se reclama de la clase trabajadora. Desde el norte al sur, nuestros compañeros han ido instalando los reclamos populares que sirvieron de base al levantamiento popular del 18 de Octubre, del cual nuestro Frente aspira a ser su expresión política.
Por otro lado, el vergonzoso circo electoral protagonizado por las fuerzas políticas que se encolumnan tras las candidaturas presidenciales que se batirán el próximo domingo 21, hacen explícita su incapacidad de dar respuesta política a ninguno de los grandes problemas económicos, políticos y sociales que caracterizan la crisis capitalista en la que se hunde nuestra sociedad. Este escenario plantea la necesidad de agrupar a la oposición de abajo, trabajadora, de los explotados, a cualquier gobierno que emerja de las urnas en primera o segunda vuelta. Tal agrupamiento al que llamamos debe apuntar a unir, a coordinar y a proyectar como movilización el accionar de la mayoría contra el régimen.
Es necesario hacer explícito que la resolución de los grandes problemas políticos que forman parte de la crisis que vive nuestro país en ningún caso lo encontraremos en las ideas de la democracia y la participación. Resulta irritante observar cómo desde el poder se sigue majaderamente convocando a la «ciudadanía» a participar del proceso electoral y a dirimir en el espacio institucional el conflicto social. Tal idea alcanza a importantes sectores de la izquierda reformista que aparece empeñada en hacernos creer que si elegimos Presidente o una gran bancada parlamentaria, se abrirán las puertas de las «transformaciones estructurales» que requiere el país.
La experiencia histórica nos revela que los trabajadores encontraremos tales respuestas no en amenos catálogos de consignas, sino que en la brutal lucha de clases, en la acción directa y en la lucha por el poder. Todo otro planteamiento, fuera de una línea de acción, por más que hable por cortesía de gobierno de trabajadores o incluso socialismo, no pasa de ser una manifestación de cretinismo parlamentario.
El domingo pasado, en Argentina tuvo lugar un proceso electoral parlamentario. En él intervino el Frente de la Izquierda y los Trabajadores – Unidad (FIT-U), un pacto electoral que agrupa a las principales organizaciones de la izquierda transandina desde hace diez años. Tras diez años su principal balance es que han pasado a ser la tercera fuerza por política de la Argentina, lo que no es poco. Sin embargo, nos parece que más allá de toda autocomplacencia, la tarea sigue allá vigente con trágica urgencia: transformar ese frente electoral en un frente único de clase. Transformarlo, por lo mismo, en un frente que contribuya a la formación de una nueva dirección revolucionaria. Tales tareas permanecen inconclusas y a la espera de respuestas políticas y organizativas.
En Chile, la burguesía, como toda clase dominante, explotadora y minoritaria, se ha empeñado en darle trascendencia a su propio acto electoral. La fabulosa campaña a favor de Kast —a ratos aterradora a otros ratos risible— tiene como sustento despertar a nivel popular la idea de que las candidaturas presidenciales en carrera resultarán trascendentes para el futuro del país. Así, al agitar el espantapájaros de Kast, se contribuye a fortalecer la idea de que bajo una conducción burguesa liberal y democrática como la de Boric podrá restablecerse el orden quebrantado por el levantamiento popular del 18 de Octubre. De la misma forma, el penoso escándalo en el financiamiento de la campaña de Karina Oliva en Santiago instala la idea —por defecto— de que la moralidad de los candidatos es el rasgo determinante para la reconstrucción de la legitimidad del orden democrático patronal.
No apostamos a los caballos, no leemos runas ni naipes. No tenemos cómo saber cuál será el resultado de las elecciones el domingo, si habrá o no segunda vuelta, mucho menos quiénes pasarán a ella. Lo que sí resulta evidente es que en este proceso vuelven a expresarse —con trajes distintos— las mismas fuerzas políticas que se han repartido el poder los últimos treinta años. Que el monumental fracaso de Piñera condiciona previsiblemente el de sus candidatos y que la Concertación 3.0 —devenida en «fuerza transformadora»— con Boric o Provoste, volverá por la senda del crecimiento, el orden y la inclusión social capitalistas. Porque esta elección, paso a paso, ha materializado el itinerario propuesto en el Acuerdo por la Paz del 15 de Noviembre: desmontar la movilización y restablecer el orden patronal.
Nuestra acotada intervención parlamentaria, con un programa clasista y de revolución social, tiene el valor de abrir un espacio de lucha revolucionaria en el marco de las libertades que otorgó el proceso electoral. Por eso hemos intervenido. Este 21 de noviembre te invitamos a votar por los candidatos del FUT, a prepararnos para lo que viene, a rechazar a los candidatos del Acuerdo por la Paz, a levantar las banderas de los trabajadores, a reclamar la libertad de los presos políticos, la cárcel para Piñera y su gobierno de criminales. En una palabra: a luchar por un Gobierno de la clase trabajadora, aquél asentado en los órganos asamblearios de base, cabildos y ollas comunes, un auténtico gobierno revolucionario.
Porque lo realmente importante es la capacidad que tengan los trabajadores de organizarse y barrer con el orden capitalista. Sin esta estrategia en alto, toda representación parlamentaria devendrá en impotencia política y nuevas derrotas. Este 21 de noviembre o en segunda vuelta, contados los votos, lo que tendremos necesariamente en La Moneda será un nuevo gobierno patronal. Contados los votos el FUT habrá pasado la prueba de un primer momento de accionar político. Para quienes integramos este referente, el Partido de los Trabajadores Revolucionarios (PTR), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Socialismo Revolucionario (SR), Fuerza 18 de Octubre, Frente de Unidad y Lucha (FUL) y El Porteño, lo trascendente es lo que viene después: la conformación de un poderoso polo de oposición obrera, socialista y revolucionaria al gobierno patronal que emerja de las urnas.
Lo trascendente para nosotros será la apertura del FUT a todas las organizaciones de base que han soportado la lucha y la resistencia en este periodo. En primerísimo lugar a la Primera Línea, asambleas, cabildos y sindicatos de base, y a todas las organizaciones políticas, colectivos y militantes que entienden que no hay otra salida a la crisis más que la revolución social y el gobierno de la clase trabajadora. Que es necesario, por lo mismo, expulsar del poder a la burguesía, desmantelar su Estado y su aparato represivo, socializar los grandes medios de producción y establecer un gobierno asambleario de los trabajadores. No sólo en un plan anticapitalista, sino que en un abierto sentido socialista y revolucionario. En esta lucha estamos muy lejos de estar solos y será la propia profundización de la crisis capitalista y las acciones de resistencia de masas, el terreno en el que hemos de forjar la nueva dirección política de los explotados.
Al momiaje, a los fachos, a los patrones y a los defensores del régimen capitalista: ¡Junten miedo!, la lucha abierta el 18 de Octubre sigue.
Por Gustavo Burgos
Publicada originalmente el 19 de noviembre de 2021 en El Porteño.