En una nota anterior, y en oposición al trotskismo, argumenté por qué en los 1930, aproximadamente, la URSS dejó de ser un Estado proletario. También sostuve que a partir de los 1970 el desarrollo económico de la URSS se debilitó en forma creciente. En este respecto, y en polémica con [Jorge] Altamira, sostuve que no existe una planificación socialista-burocrática. Es que anulada la democracia obrera, y suprimidas “desde arriba” las señales del mercado (en la economía soviética los precios, en su mayoría, eran establecidos por los organismos estatales), la planificación en la URSS avanzaba a ciegas. De ahí los desequilibrios, cuellos de botella, sobreutilización de recursos (materiales y humanos), escaseces y despilfarros (véase, Nove, 1986, para una descripción detallada). A lo que se sumaba la baja productividad y la desafección de las masas trabajadoras con respecto a la propiedad estatal. Como resultado de estos factores, a mediados de los 1980 era cada vez más claro el estancamiento y el atraso productivo. Así, aumentaba la distancia entre la economía soviética y las economías de los países capitalistas avanzados. Sostuve entonces que la razón de fondo de la caída y disolución de la URSS fue su creciente estancamiento económico, la enajenación de las masas trabajadoras con relación a lo que se suponía era “su” Estado, y la imposibilidad de resistir la presión del mercado mundial y el avance –marcado desde fines de los 1970- de la mundialización del capital.
LA EXPLICACIÓN TROTSKISTA
El enfoque trotskista es muy distinto al anterior. Se basa en dos afirmaciones fundamentales: a) las fuerzas productivas del capitalismo están estancadas; b) la planificación en la economía estatizada, aunque burocrática, impulsaba el desarrollo de las fuerzas productivas en la URSS. Esto es, la planificación burocrática provocaba despilfarros, desigualdades y graves problemas, pero a pesar de ello la economía crecía. En esencia, fue el argumento de Trotsky en La revolución traicionada. En ese texto comparó la economía de los países capitalistas adelantados durante la Gran Depresión con la economía soviética para concluir que “el socialismo ha demostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El Capital, sino en una arena económica que constituye la sexta parte de la superficie del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, el cemento y la electricidad” (p. 18). Esto en el marco de su afirmación de que, a partir de 1914, el capitalismo ya no se desarrollaba.
Sin entrar ahora a discutir si se puede hablar de la “victoria” de la crítica de Marx por la mayor producción en la URSS, el hecho es que ese argumento se mantuvo en el trotskismo para probar la superioridad de los métodos económicos del socialismo. Como anécdota ilustrativa de ese sentir, recuerdo que una candidata del MAS, en los 1980, “demostraba” en los medios la superioridad de los regímenes proletarios (aunque burocráticos) comparando, por ejemplo, la economía de Rumania con la de algún país del África subsahariana (pero no con Sudáfrica), o con Haití. Recuerdo haberle señalado por entonces que si a alguien se le ocurría sugerir otras comparaciones (por caso, Rumania/Suecia, o Bulgaria/Noruega) la podía pasar mal.
Lo más importante es que con ese enfoque ¿cómo podían caer los “Estados obreros”? Por eso se pensaba que solo con una intervención militar de las potencias capitalistas. Esta es la raíz del error de Política Obrera cuando afirmaba que la unificación capitalista de Alemania solo podía producirse vía una guerra de las potencias capitalistas “contra los Estados obreros”. Razones similares llevaban a afirmar que la caída de la burocracia desataría una revolución política (las relaciones de producción estatizadas ya eran de naturaleza socialista) que instauraría la democracia obrera en el país de Lenin y Trotsky.
La realidad fue que los “socialismos reales” pasaron a ser países capitalistas. Sin embargo, este hecho impulsó a pocos trotskistas a revisar las viejas caracterizaciones y análisis. Aunque la pregunta sigue planteada: ¿cómo explicar la disolución de los “regímenes obreros burocráticos” y la restauración del capitalismo? Pero al no revisarse las premisas de base, solo queda disponible la explicación subjetivista: la burocracia, subordinada al imperialismo, traicionó. ¿Y la aceptación de las masas trabajadoras de la restauración? ¿Cómo lo explica la tesis idealista? No veo que haya respuesta convincente. Señalo, por último, una irónica coincidencia con lo que dicen los impertérritos stalinistas: en la URSS las cosas funcionaban medianamente bien (con algunos problemas, pero nada grave), hasta que apareció el traidor, Gorbachov, surgido de la nada para ser un agente del imperialismo, y todo se vino abajo.
LOS DATOS DEL ESTANCAMIENTO DE LA URSS
El rechazo de la explicación que presento dice entonces que en los 1980 la economía soviética se desarrollaba (aunque con problemas), y el capitalismo estaba en crisis crónica (como dato ilustrativo, en 1986 Nahuel Moreno sostenía que el capitalismo estaba en “crisis crónica en su fase aguda”; no desentonaba con las otras corrientes de la Cuarta Internacional). En lo que sigue presento datos que muestran, por un lado, la tendencia al estancamiento de la economía soviética, y paralelamente que aumentaba la distancia que le llevaban las economías de las naciones capitalistas avanzadas (por lo cual tampoco se sostiene la caracterización del estancamiento secular del capitalismo).
Es significativo que la tendencia al estancamiento de la URSS fue reconocida por economistas y científicos sociales, funcionarios y académicos, y por una parte importante de la misma dirigencia, encabezada por Gorbachov. Como explica [Abel] Aganbeguian (1987), a mediados de los 1980 hacía ya 15 años que la economía se estaba desacelerando. El crecimiento del producto nacional entre 1981 y 1985 se había logrado con un aumento de las importaciones superior a las exportaciones. La tasa de crecimiento (dato oficial) había bajado al 2,5% anual. Esto a pesar de que el índice de precios utilizado para evaluar el ingreso nacional era muy discutible. Si se tuvieran en cuenta alzas de precios vinculadas a cambios en la calidad de los productos, dice Aganbeguian, la tasa de crecimiento del ingreso nacional sería aún menor. Por eso, al incorporar estos factores al análisis, prácticamente no había habido crecimiento entre 1981 y 1985. Y entre 1979 y 1982 la producción había disminuido en volumen en el 40% de los productos industriales expresados en cantidades físicas. La producción agrícola, en 1985 estaba por debajo de la de 1978. Un cálculo del crecimiento del producto, citado en Lauritzen (2011), da las siguientes cifras:
Crecimiento del producto nacional % anual
Período | % variación anual |
1950s | 7,3 |
1960s | 4,6 |
1971-75 | 3,5 |
1976-80 | 1,2 |
1981-85 | 1,5 |
1986-90 | 0,1 |
Aunque existen ciertas diferencias en dónde marcar el inicio del declive, todo indica que ya en la década de los 1960 empezaron a agudizarse los problemas. Por eso Gorbachov llamó “la era del estancamiento” al período que va de [Leonid] Brezhnev (1964-1982) a Konstantin Chernenko (1984-1985). En esos años se priorizó la industria pesada y militar, con continuo énfasis en crecimiento cuantitativo, con poca atención a la calidad de los productos y ahorro de insumos. Y se debilitó la producción de bienes de consumo. La productividad no avanzaba, por lo que en 1965 se encaró una reforma para incentivarla, pero a mediados de los 1970 se había agotado, sin revertir la tendencia.
Por lo tanto en los 1980 la economía soviética era atrasada y conservadora (Aganbeguian). Las actividades extractivas y de producción agrícola ocupaban una porción elevada en el total del producto, y las industrias manufactureras y de transformación de materias primas tenían un desarrollo insuficiente. El sector terciario era todavía más pequeño. La estructura de las exportaciones era atrasada, dominando combustibles y materias primas; en las importaciones tenían un peso importante los alimentos y metales. La calidad y la competitividad de la producción eran débiles, y grande la producción obsoleta. La gama de productos y servicios ofrecidos no cubría las necesidades sociales y la demanda. Las industrias del bienestar presentaban atrasos notables. Había una tendencia, por parte de las direcciones de las empresas, a aumentar el aprovisionamiento de insumos –maquinaria y equipos, materias primas y fuerza de trabajo. Lo cual agravaba las escaseces, aumentaba el gasto y el desperdicio de recursos. [Alexander] Nove también anota la falta de iniciativas por parte de trabajadores y técnicos o ingenieros; la resistencia de las direcciones de empresa a aplicar nuevas tecnologías; y los flujos de información distorsionada entre empresas y ministerios, entre ministerios, entre organismos de planificación y empresas, etcétera (y los consiguientes problemas para la planificación). El siguiente cuadro muestra las tasas de crecimiento de la productividad (datos citados por Lauritzen).
Crecimiento de la productividad, % anual
Período | % variación anual |
1950-60 | 1,6 |
1960-70 | 1,5 |
1970-75 | 0 |
1975-80 | -0,4 |
1980-85 | -0,5 |
Según Aganbeguian, a mediados de los 1980 la productividad del trabajo en la URSS era de 2,5 a 3 veces menor que en EEUU y de 2 a 2,5 veces menor que la de otros países capitalistas desarrollados. En buena medida ese retraso se debía a la agricultura: en la URSS era al menos 5 veces menor que en EEUU (en parte debido a diferencias naturales). Si se quitaba este factor, de todas maneras la productividad en la URSS era entre 2 y 2,5 veces menor que en EEUU, y entre 1,5 y 2 veces la de los países capitalistas adelantados. El progreso tecnológico había sido muy lento entre los 1960 y 1980. Los equipos no se renovaban con suficiente rapidez (la tasa de renovación en las empresas era 2-3% anual), bajaba la calidad, no aumentaba la eficacia, se producían bienes obsoletos y disminuía la tasa de crecimiento. De acuerdo a cálculos realizados por Kontorovich (citados por [Robert C.] Allen, 2003), hubo una declinación en el número absoluto de invenciones puestas en uso cada año desde los 1960 hasta 1985. Kontorovich dividió las innovaciones en civiles y militares y mostró que la caída en gran medida era en el sector civil. [Marie] Lavigne (1985) señala que los avances tecnológicos en el plano militar no se trasladaban a la producción civil. Pero además, “existe tradicionalmente una ruptura en la URSS entre la investigación y desarrollo llevado adelante en los institutos de proyectos y las aplicaciones a la producción en serie. Las empresas no son invitadas a innovar; por el contrario, el sistema de indicadores utilizado en la producción, así como las reglas de determinación de los precios, empujan a las empresas a la rutina” (p. 124). La URSS precedía a EEUU en la invención básica, pero las demoras en la implementación productiva eran siempre mayores.
En lo que respecta a las condiciones de trabajo, se habían modificado poco. A mediados de los 1980 cerca de la mitad de los trabajadores kolhozianos y de los obreros realizaban tareas manuales, de las cuales una gran parte eran trabajos no calificados y penosos (Aganbeguian). A mediados de los 1980, y según los datos oficiales soviéticos, el ingreso nacional era aproximadamente el 66% del de EEUU; de acuerdo a estimaciones occidentales, sería entre el 50 y 55% del tamaño de EEUU. Intentando revertir el estancamiento, los gobiernos soviéticos malgastaron enormes sumas para actualizar viejas fábricas y arrojaron sumas adicionales para impulsar el desarrollo siberiano (Allen). Pero no se alteró la dinámica descendente. En los 1980 la necesidad de pasar a un crecimiento intensivo era reconocida por Gorbachov, muchos economistas soviéticos e investigadores occidentales: “Ya no es posible resolver los problemas con una gran expansión de los insumos de trabajo, inversiones de capital, el uso dispendioso de materiales. Todos se han hecho más escasos y caros, deben ser utilizados de manera más efectiva, se debe cortar el gasto, mejorar la calidad, acelerar el avance tecnológico, adaptar más estrechamente la producción a las necesidades de los usuarios” (p. 108, Nove).
Aunque en la URSS no había desocupación, la enseñanza y el cuidado de la salud eran gratuitos, y el Estado otorgaba, en gran medida, alojamientos y garantizaba las jubilaciones, el freno del crecimiento afectaba cada vez más el nivel de vida. Bajaba la participación en el ingreso nacional de la construcción de viviendas y de los presupuestos de enseñanza y salud. En materia de alimentos, cada vez eran necesarias mayores importaciones.
FACTORES QUE AGRAVARON LA SITUACIÓN
A los factores de largo plazo agreguemos que en los 1980 la URSS se vio muy afectada por el deterioro de los términos de intercambio. En particular por la caída de los precios del petróleo desde fines de la década de 1970 hasta mediados de los 1980 (revirtiendo así el gran alza entre 1973 y 1979). Hubo una fuerte caída en los ingresos en dólares. A su vez, el gasto militar se transformó en una carga cada vez más pesada. Según cálculos de la CIA, en 1966 – 1970 la URSS gastaba el 12% de su producto nacional en defensa. En 1981-1985 era el 16%. Lo cual iba en detrimento de la inversión con fines civiles. La URSS tampoco podía responder a la Iniciativa de Defensa Estratégica de Reagan. La ocupación militar y la guerra en Afganistán –de 1979 a 1989- se hizo cada vez más difícil de sostener, y generó descontento de la juventud y la población. En 1986 ocurre el desastre de Chernobyl (se emitió radiación nuclear 400 veces superior a la cantidad de radiación liberada por la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima).
Agreguemos que todos los países del llamado bloque soviético padecían problemas similares: agotamiento del crecimiento extensivo, baja productividad, desafección de la población, rechazo a la burocracia y a las intervenciones soviéticas para sostener esos regímenes (1953 en Alemania; 1956 injerencia primero en Polonia, luego ocupación de Hungría; 1968 ocupación de Checoslovaquia; 1981 golpe militar apoyado por Moscú). A mediados de los 1980 los países del bloque soviético estaban en una situación cada vez más difícil. En 1981 Rumania pidió un crédito al FMI (al que había adherido en 1972) de 1.300 millones de dólares, a devolver en tres años. Ese año Hungría y Polonia solicitaron la adhesión al Fondo; la primera fue aceptada, la segunda, fuertemente endeudada, debió esperar hasta 1984. En Rumania y Hungría se aplicaron planes de ajuste típicos del FMI –reducción del gasto público, de las importaciones y el consumo, de la inversión-, devaluación de la moneda y alza de las tasas de interés. Los acreedores occidentales exigieron a Polonia medidas similares (véase Lavigne). Los impulsos a la restauración capitalista parecían claros.
Volviendo a la situación de la URSS, Agambeguian escribía: “El conservadorismo de las estructuras económicas, las tendencias extensivas, el sistema perimido de gestión, se convirtieron en frenos y obstáculos al desarrollo económico y social del país. Estos fenómenos eran particularmente fuertes en el curso de los 10 o 15 últimos años, cuando se reducía el crecimiento de los recursos, cuando comienza una nueva fase de la revolución científica y técnica, cuando en fin las necesidades sociales de la población aumentan rápidamente. Todo esto da como resultado que el país se encuentre en un estado de pre-crisis…” (p. 53).
A fines de los 1980, inicios de los 1990, la crisis fue abierta. En diciembre de 1991 los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia declararon disuelta a la URSS. Están por cumplirse tres décadas. El debate sobre las causas de la caída sigue abierto.
Por Rolando Astarita
TEXTOS CITADOS:
Aganbeguian, A. G. (1987): Perestroika. Le double défi sovietique, París, Economica.
Allen, R. C. (2003): Factory. A Reinterpretation of the Soviet Industrial Revolution, Princeton University Press.
Lauritzen, E. (2011): “Causes and Origins of the Collapse of the Former Soviet Union”, Ohio State University, junio.
Lavigne, M. (1985): Economie Internationale des Pays Socialistes, París, Armand Collin.
Nove, A. (1986): The Soviet Economic System, Boston, Unwin Hyman, 3° edición.Trotsky, L. (2001): La revolución traicionada, Madrid, Fundación Federico Engels.
Publicado originalmente el 19 de noviembre de 2021 en rolandoastarita.blog