Archivo de la infamia: El mito fundacional de la Junta Militar que ubicó al ejército chileno como heredero de los realistas españoles

"Para ellos no es Lautaro el primer precursor militar. El héroe inicial del ejército chileno es Pedro de Valdivia", apunta el escritor Volodia Teitelbom (1916-2008) en su texto "Retoños de la conquista".

Archivo de la infamia: El mito fundacional de la Junta Militar que ubicó al ejército chileno como heredero de los realistas españoles

Autor: Absalón Opazo

“Desde la época de la Colonia, el ejército de Chile ha sido la piedra angular para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable la institucionalidad de un Chile que tanto queremos” (General Brady, 1976).

Uno de los textos notables del escritor Volodia Teitelbom (1916-2008) se titula «Retoños de la conquista». Allí, el ex parlamentario y dirigente comunista se refiere al mito fundacional que invoca la Junta Militar al usurpar el poder en 1973, desligándose del ejército libertador y la «sangre guerrera araucana», para posicionarse -de manera insólita- detrás del ejército realista español.

En ese sentido, señala Teitelboim, el epígrafe citado al comienzo (del general Brady), «encierra una sentencia clave. Tocando la misma tecla, El Mercurio, diario amantísimo de la Junta, exime a las fuerzas armadas chilenas de todo pecado de connivencia histórica con el tribalismo araucano. Es el Hijo engendrado por el Padre. En este caso el Ejército del Rey de España, fiel al evangelio de la raza blanca: ‘Ya desde los tiempos de la Colonia, el Ejército era la avanzada de la civilización y la salvaguardia de la incipiente vida nacional‘…».

«Según esta doctrina», continúa Volodia, «con adaptaciones, la milicia chilena desarrollaría su personalidad a partir de dicho origen. Pertenece a la familia europea. Nace del seno de la cristiandad que se expande al nuevo mundo. Desciende, por consanguinidad directa, política e institucionalmente, de la hueste conquistadora hispánica».

Así, según el escritor, Pinochet, Merino, Leigh y Mendoza proclaman que la matriz de las fuerzas armadas chilenas deriva del ejército español, ocultando «el torrente aportado por el indígena», silenciando incluso que se trata de un pueblo aborigen «singularmente guerrero».

«Por lo menos, desde el punto de vista profesional esto debería interesarle», apunta Teitelboim, asegurando que «para ellos no es Lautaro el primer precursor militar. El héroe inicial del ejército chileno es Pedro de Valdivia (…) Valdivia es el progenitor extranjero, del cual los conjurados se declaran descendientes, por filiación en lo castrense, por su papel en la conquista, por el contenido y sentido de su misión».

De esta manera, concluye, «se confiesan nostálgicos de los siglos coloniales, supuestamente plácidos, cuando no existían partidos políticos, no levantaba su cabeza la hidra del comunismo, no había liberales, socialistas, radicales ni cristianos marxistas; cuando el nativo rebelde estaba proscrito más allá de la línea de la Frontera. Simpatizan con la evocación de las campeadas en tierras indígenas que cada cierto tiempo permitían ralear la interminable raza subalterna, así como hoy ‘la democracia debe bañarse en sangre cada cierto tiempo para que siga siendo democracia‘ (frase dicha por Pinochet, N. de la R.)».

«Responde a una lógica de la historia que el general Brady declare al ejército de Chile heredero del ejército Realista, en cuyas filas habían criollos enemigos de la emancipación. La Junta de Gobierno de la Independencia, el anverso de esta que se instaura en mil novecientos setenta y tres, propone en mil ochocientos trece el licenciamiento de aquel ejército», finaliza el texto de Volodia.


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