El pertenecía a una hermandad secreta fundada en el siglo XV, su sede en esos lejanísimos años era Ravena, Italia. Tiempo después, los miembros de ésta se fueron viajando a distintos países, sin embargo, su misión más importante, seguía en pie. Dar a conocer al mundo la existencia de los unicornios. Si, esos seres de los que se cuentan virtudes casi mágicas y que, según la leyenda, solo pueden ver las almas completamente puras.
Pues bien, Frater Iamblicus, escribe una carta para contactar al escritor y guionista, Michael Green, quien es elegido para contarle el gran secreto. Un manuscrito que data del siglo XV, escrito por el maestro Magnalucius y que contiene la verdadera historia de los unicornios, y que él deja como legado al Collegium Gnosticum, es mostrado un día al escritor. Green no sale de su asombro al ver los amarillentos papeles que Iamblicus le muestra después de desatar con toda la paciencia los nudos que guardan tan preciado tesoro. Y apunta: “Durante siglos, nuestra hermandad y el tesoro se han mantenido ocultos. Pero ahora debemos romper el silencio y esparcir estas enseñanzas sin restricción alguna”.
Ese manuscrito habla de las grandes catástrofes que enfrentará la humanidad en los tiempos oscuros, en el que los seres humanos tendrán que salir adelante y será el tiempo de la gran purificación, que los unicornios volverán y atenderán el llamado de quienes lo deseen.
Tiempo después, Green visita la ermita en la que se encuentra el Collegium y Fater Iamblicus, le muestra algo que el escritor nunca pensó ver. El cuerno de un unicornio. Era real, era de verdad un cuerno de un ser que siempre pensamos que no existió. Y cuenta Michael Green: “Era, por cierto, el objeto más mágico y misterioso que jamás viera. Parecía pleno de secretos arcanos; no podía quitarle los ojos de encima”.
El libro es, en un principio, el diario de Magnalucius. En el detalla todos los sucesos que pasaban en la vida cotidiana de él y sus compañeros. En este diario, comienza a aparecer, siempre por sorpresa un hermoso unicornio. En ocasiones se acerca a los seres humanos, otras, guarda su distancia y solo pasa y desaparece.
El primer unicornio que fue visto en Ravena, llegó envuelto en un torbellino, los habitantes lo bautizaron como Asallam, quienes creían que el cuerno que coronaba su frente, era la señal de Galgallim, el guía.
Nos cuenta Magnalucius porque consideran que los unicornios son bienechores para la humanidad. Era un terreno árido y por él paseaba un unicornio, después de estar descansando ve una roca y con su cuerno que es lo suficientemente fuerte para horadarla, lo hace. Entonces de la roca comienza a brotar el agua abundantemente y con el paso de los días, el terreno antes árido y sin un solo árbol o planta, se convierte en un jardín lleno de vida. Los árboles y las plantas llenan ahora el espacio y este lugar se llega a ser el jardín de como los llaman también los habitantes del lugar, las bestias sagradas. Ellos y los hombres conviven en ese espacio lleno de vegetación y armonía.
Entonces sucede los inevitable en la historia de la humanidad. Los hombres comienzan a pelear y llegan las guerras. Los unicornios simplemente van desapareciendo a los ojos de los humanos y nos es que ya no existan, se esconden de ellos y de su espíritu de guerra y destrucción. Se alejan cada vez más y por ello los hombres creen que nunca existieron.
No hay un solo tipo de unicornios, son varias razas de acuerdo a su físico y a la labor que realizan.
Están los Avarim, que serían los más conocidos por nosotros, se acercan cuando estamos en vigilia, no dormidos y aunque percibimos su presencia, no los vemos, solo los sentimos. También existen los Karkadam que son más altos y se les llama los señores de la soledad y habitan en las tierras que están desoladas, áridas y en ellas caminan sin cesar. Los Nimbis son la especie que solo se acerca a los niños, por ello, son pequeños, del tamaño de un perro. Los niños los conocen bien, los adultos, no. Los Killina, son los que más lejanos están de los seres humanos. Muy rara vez alguien los ha visto. Cuando aparecen, es porque hay un gran acontecimiento en el mundo. A ellos les ha sido encomendado el cuidar de los secretos grandes.
Ellos, aunque parezca que están dormidos, nunca dejan de escuchar lo que sucede a su alrededor. Es increíble, pero son capaces de escuchar la caída de una hoja. Nos platica Michael Green que, de acuerdo con el manuscrito, los unicornios cuando mueren la única parte que se conserva sin deterioro es el cuerno. Ese nunca desaparece y si se guarda, dice Magnalucius, nos protege.
Fue una fortuna que Michael Green fuera el elegido para leer esos manuscritos que lo llevaron a escribir el libro De la historia y la verdad del unicornio, En el que la fantasía nos lleva a recorrer caminos que nos presentan a uno de los seres míticos más conocidos de la historia. El unicornio que es posible que, al despertar de un sueño, lo encontremos junto a nosotros o lo veamos correr por el prado en busca de la ternura que algún ser humano le quiera brindar.
Aprovecho para desear a todos nuestros lectores y a todos quienes hacen posible el trabajo diario en El Ciudadano, felices fiestas y un 2022 lleno de nuevos proyectos de trabajo y de vida. Prosperidad, amor y salud para todos mis compañeros.
Invierno de 2021.