Lo principal para detener el ‘bullying’ es la prevención a través de educación emocional a alumnos, padres, docentes, psicopedagogos y psicólogos, y también es vital que existan legislaciones que lo definan como un tipo de agresión, dijo en entrevista con la Agencia Sputnik el terapeuta y educador venezolano, Óscar Misle.
«Como en las leyes no está definido el bullying como un tipo de agresión, tienes que acudir a los otros factores generadores de violencia, para poder ver cómo actuar y qué medidas tomar. Debe estar claramente establecido en las leyes porque es una variante de la violencia», señaló el especialista cofundador de la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje [Cecodap], que desde 1984 trabaja en la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia.
La ausencia de legislaciones que se refieren al acoso escolar como un tipo de violencia, explicó Misle, hace que sea muy difícil al momento de denunciar para pedir medidas a favor de niños y adolescentes víctimas de estas agresiones.
«Queda como que el niño, agredió, humilló y ya, pero el bullying como tal, que es esa práctica de ejercicio del poder de manera sistemática, de ejercicio del poder e intencionado para generar daños no está como tal estipulado en la ley, y por no tener nombre a la hora de denunciar es difícil, tienes que ver cómo denunciar el daño para que se tomen medidas», afirmó.
Sumado a ello, en Venezuela, agregó el especialista, no existe un diagnóstico para identificar con cifras la dimensión del problema que genera el bullying como una forma de violencia escolar que trasciende las paredes de las escuelas.
El reciente suicidio de un adolescente de 12 años en Nueva York (EEUU, noreste) hizo que los medios de comunicación volvieran a abordar el acoso escolar.
Misle consideró que es necesario que se mantenga visible porque constantemente se registran casos en los que la estabilidad emocional y física de jóvenes y niños en Venezuela y el resto del mundo se ve afectada, lo que hace urgente que se permanezca en centro de los debates como un tema urgente.
«Lo que hay es la reacción de la sociedad cuando hay un caso que pone el tema sobre la mesa. El bullying a pesar de que se conoce más ahora, en la práctica no se entiende y siguen mitos como que: ‘son cosas de muchachos’, que ‘eso se les va a pasar’, o ‘que es cuestión de que los padres estén más alertas’, pero no se dice cómo», añadió.
La organización que dirige Misle se encarga, entre otras cosas, de apoyar a niños y adolescentes con atención psicológica gratuita ante cualquier tipo de violencia, también ayuda a las familias a canalizar cualquier denuncia, y a las escuelas cuando se dicta algún tipo de medidas por hechos de este tipo.
Además, Cecodap ha realizado jornadas de cine, foros y charlas en escuelas públicas y privadas para visibilizar el tema del acoso escolar.
Los jóvenes, contó Misle, saben identificar el acoso escolar y están familiarizados con ello, lo que se les dificulta llevar a la práctica son métodos para frenarlo porque se enfrentan a una sociedad que es un caldo de cultivo «porque hay un problema de violencia social, de violencia en el país, de exclusión social, de ejercicio abusivo del poder, que es lo que está detrás del bullying».
Respuesta insuficiente
Con la pandemia del COVID-19, explicó el especialista, el bullying no dejó de estar presente porque el uso de la tecnología permitió a los agresores ávidos de popularidad, de visibilidad, ingresar a la casa de sus víctimas.
«La posibilidad de utilizar la misma tecnología que se mostró como útil para lograr la aproximación del niño a la escuela, y como no se ha abordado el bullying como tendría que trabajarse de manera sistemática en los centros educativos, el bullying también estuvo confinado con los muchachos para poder seguir haciendo daño. Hay una parte de la intimidad de la casa que se revela, y está en ropa de casa, y estaba la familia, y eso daba pie a la descalificación, a la burla», expuso.
A ello se suma que para muchos estudiantes el retorno a clases se ha transformado en una preocupación, pues en confinamiento se sentían a salvo por estar lejos de los acosadores, algo que debía ser un factor de alarma y atención para las escuelas, opinó.
«Siento que es un tema que a nivel mundial no se ha visto en su dimensión, y lo demostró el suicidio de un adolescente en Nueva York. Eso quiere decir que no estamos bien en relación a la respuesta que se está dando al bullying», añadió.
Misle considera que es necesario implementar programas desde el Ministerio de Educación, de formación emocional, para que desde pequeño el niño entienda que debe respetar, comprender al otro, ser empático, y saber que cada acto tiene consecuencia.
En mayo pasado, la Subcomisión de Educación Integral y Comunidades Educativas de Venezuela aprobó, en segunda discusión, el Anteproyecto de Ley de Convivencia Pacífica, Disciplina y Combate contra el Acoso Escolar y fue remitido a la Cámara Plena para su consideración.
Sin embargo, hasta el momento no ha sido aprobada como ley.
Fuente Sputnik