Y la lluvia lo acompañó el día de su muerte

“Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París y no me corro tal vez un jueves, como es hoy, de otoño”

Y la lluvia lo acompañó el día de su muerte

Autor: Flor Coca

Es el presagio de su muerte, aunque no fue jueves, pero si fue un día lluvioso y triste, en el que el hombre llamado César Vallejo, quien nació el 16 de marzo de 1892 en un pueblo llamado Santiago de Chuco, en el departamento La Libertad en Perú, escribió en un poema. Allí, en Santiago, vivió sus primeros años. Sus padres querían para él la carrera de sacerdote que César aceptaba de buena gana siendo pequeño. Por azares de su vida, no lo hace y estudia la educación básica en su pueblo. Poco después será en Huamachuco en el que continuará sus estudios de secundaria en el Colegio de San Nicolás. Su ingreso a la universidad fue dos veces fallido. La primera de ellas en 1910 en la Universidad de Trujillo para estudiar Letras, la segunda, unos años después para ser médico. Regresar a su pueblo fue la decisión que tomó dos veces, pero había que trabajar para ayudar al sostenimiento de la casa. César comienza entonces a laborar en la Hacienda Roma. Su trabajo administrativo no impidió que fuese testigo del trato inhumano que le daban a los trabajadores de la hacienda y ahí comienza a reflexionar y a pensar en una sociedad que no permita las injusticias. Para 1913, regresa a la Universidad de Trujillo para estudiar Letras y ejerce la docencia para costearse sus estudios. Después de tres años ya graduado, comienza a frecuentar a los escritores reunidos en el llamado grupo Norte. Es ahí donde conoce a quien será su primer amor y que inspirará algunos de sus poemas del libro Los Heraldos Negros, su primer libro de poemas. Ella es Rosa Sandoval, quien se convierte en su novia y después de un año desaparece de la vida del poeta para siempre. Ella huye al saber que tiene una enfermedad incurable y no quiere que Vallejo se entere.

El poeta a su amada

“Amada, en esta noche tu te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso; Y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado y que hay un viernes santo más dulce que ese beso”. Escribe Vallejo. Rosa Sandoval muere en 1918 en algún lugar de Perú. Su relato Más allá de la vida y de la muerte, de 1921, recibe el Premio Nacional de cuento. En el narra dolorosamente la muerte de su madre y su llegada a los recuerdos al lado de su hermano Ángel.  Su segundo libro, Trilce es financiado gracias al premio que recibe. Desde hacía años, el sueño de César es irse a Europa y vivir la vida en París escribiendo y compartiendo con otros escritores las tertulias. Finalmente, se embarca en 1923 y llega a París acompañado de su amigo Julio Gálvez y con unos cuantos pesos en la bolsa, en una aventura que ni el mismo sabe qué fin tendrá.

En el libro Los Heraldos Negros, Georgette Vallejo poeta, escritora y esposa de César, hace un recuento pormenorizado de la vida del poeta desde sus primeros años y nos platica su vida y las penurias que en algunos momentos pasó Vallejo, así como también la época de bonanza que llega, justamente dos años después de que él llegara a París. Le dan un empleo y recibe una beca del gobierno peruano para España. Será un nuevo destino para Vallejo. Esa abundancia se acabará pronto, cuando de regreso en París decide renunciar al puesto en los grandes periódicos Iberoamericanos. Entonces, nuevamente habrá nuevamente problemas económicos. Su primer viaje a la Unión Soviética lo deja marcado, al ver otra realidad en ese país. Después de ese viaje, disciplinadamente comienza a estudiar el marxismo y a escribir sobre esa nueva realidad que descubre en la URSS. Apoya los actos a favor de la revolución asiste a reuniones con trabajadores y escribe para la revista Bolívar un reportaje sobre su viaje.

Nuevamente viaja a España y conoce a otros escritores, sobre todo a los llamados la Generación del 27, entre ellos a Rafael Alberti y Pedro Salinas. Por sus actividades políticas, su casa comienza a ser vigilada y su actividad, también. Y en 1930 es expulsado de Francia por sus actividades políticas.  Al año siguiente sale a la luz su novela Tugsteno, en ella habla de las injusticas y los atropellos que llevan a cabo con la anuencia de las autoridades del Perú, las empresas transnacionales en contra de los trabajadores y los campesinos a quienes expropian sus tierras a precios irrisorios.

En 1936 estalla la cruenta guerra civil en España y él se dedica junto con otros compañeros a recaudar dinero en las calles de París para ayudar a los republicanos. Va a España y al darse cuenta de la lucha desigual que se libra en el frente, la tristeza lo invade ante la derrota que ve venir en contra de los republicanos. Y son ellos los soldados republicanos quienes en 1939 editan el libro España aparta de mí este cáliz, escrita por Vallejo. Se creía que todos los ejemplares habían sido destruidos. No fue así por fortuna y esta obra de Vallejo pudo conocerse Un homenaje póstumo al gran poeta peruano.

“Un libro quedó al borde de su cintura muerta, un libro retoñaba de su cadáver muerto. Se llevaron al héroe, y corpórea y aciaga entro su boca en nuestro aliento; sudamos todos, el ombligo a cuestas; caminantes las lunas nos seguían; también sudaba de tristeza el muerto”.

En México se publico este libro en 1940.

En 1938, murió César Vallejo, un viernes santo de lluvia. Un viernes santo de tristeza.

Hay golpes en la vida tan fuertes, ¡Yo no sé!

Invierno 2021-2022

Ilustración: Ivan Rojas

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